El aumento de contagios de gripe tensa aún más un sistema sanitario desbordado y al borde del colapso. Como cada invierno, los virus respiratorios vuelven a situarse en el orden del día, pero este año la gripe se ha adelantado. De acuerdo con los datos recogidos la semana pasada por el Sistema de Información para la Vigilancia de Infecciones en Cataluña (SIVIC), los últimos de los cuales se dispone, la incidencia del conjunto de las infecciones respiratorias agudas (IRA) es de 1.115 afectados por cada 100.000 habitantes, cifra que se traduce en 90.461 casos de virus respiratorios registrados. Esta situación, por tanto, muestra que ya se ha superado el nivel alto de transmisión. El ascenso comenzó hace seis semanas, antes de lo habitual y de forma más marcada de lo previsto. De acuerdo con los datos del SIVIC, la gripe es el virus predominante, con 308 casos positivos por cada 100.000 habitantes, un poco más del doble que la semana anterior, momento en que había 138.

En este momento, el ascenso de la gripe no tiene freno. De hecho, esta misma semana, el subdirector de vigilancia y respuesta a emergencias de salud pública, Jacobo Mendioroz, ha augurado que el pico de contagios se puede alargar más de lo previsto debido a las interacciones de Navidad, que comienzan con las cenas de empresa y se extienden hasta las reuniones familiares. Teniendo en cuenta esta situación, con la mirada puesta en evitar que se descontrole la situación epidemiológica, esta misma semana el Gobierno ha vuelto a hacer obligatorias las mascarillas en los centros sanitarios, tanto hospitales como CAP, y en las residencias de ancianos. Y este mismo domingo la consejera de Salud, Olga Pané, ha anunciado que se recomienda también en el transporte público.

La gripe, de hecho, ya está causando los primeros estragos en el sistema sanitario: «Se está poniendo en grave peligro la seguridad del paciente, hay más riesgo de complicaciones debido al colapso», exclama el delegado del sindicato de enfermería SATSE en el Hospital Vall d’Hebron, Raúl Ceresuela, en conversación con El Món.

El colapso también se nota en los centros de atención primaria: «Estamos desbordados. Aparte de atender las visitas de urgencias y asumir la agenda que no pueden afrontar en las consultas, ahora también está la primera oleada de gripe que aún lo complica más», argumenta Jordi Aparicio, médico de familia del CAP Sant Llàtzer de Terrassa y responsable de atención primaria del sindicato Metges de Catalunya, mayoritario dentro del sector. Según explica, este jueves, solo durante la mañana, él solo ha tenido que atender más de sesenta visitas: «Y así solo se puede hacer mal», lamenta Aparicio, que lleva treinta años trabajando en este centro de atención primaria de Terrassa. «Estamos desbordados, y, en este momento, no hay perspectivas de mejorar», añade el médico de familia.

Imagen de una enfermera administrando una vacuna contra la gripe en una imagen de archivo / Europa Press

Hasta doce horas de espera y pacientes en pasillos

El ascenso disparado de contagios de gripe ya comienza a provocar una imagen que, desgraciadamente, parece habitual en los hospitales del país: pacientes repartidos por los pasillos debido a la sobrecarga asistencial a la que tienen que hacer frente los centros sanitarios. «Las ambulancias ya no pueden ni descargar. Está todo lleno. Nos hemos encontrado con casos de hasta doce horas de espera», relata el enfermero de la Vall d’Hebron. Esta situación, sin embargo, no es exclusiva de Barcelona. Hace unos días, ya en plena oleada de gripe, la médica de urgencias del Hospital de Terrassa Neus Muñoz relataba a la ACN que el lunes 1 de diciembre, en su centro, había 36 pacientes pendientes de un ingreso en urgencias, y que los pacientes llegaron a estar hasta 72 horas esperando una cama.

La situación no es nueva y se podía prevenir, tal como asegura el enfermero de la Vall d’Hebron, que compara la situación actual -en términos de previsión- con la catástrofe de la DANA que golpeó con mucha violencia el País Valenciano: «En la DANA ya se les había advertido, y no se hizo caso. En este caso, la gripe que tenemos ahora ya comenzó en Australia, y ya se advirtió que la sintomatología que venía era más grave de lo habitual, y tampoco hicieron caso«, relata Raúl Ceresuela, que apunta que los epidemiólogos ya habían avisado de la oleada de virus respiratorios que llegaría a Cataluña. La planificación, sin embargo, no ha llegado, según defiende el delegado de SATSE: «Tenían desde el verano para planificarlo, y no lo han hecho. Han hecho lo de siempre», lamenta Ceresuela, que señala directamente a la consejera de Salud, Olga Pané. «Debe dimitir«, sentencia con contundencia.

Varias personas con mascarilla a su salida del Hospital Universitario Vall d’Hebron / David Zorrakino (Europa Press)

Un colapso estructural

Históricamente, la temporada de invierno ha sido uno de los puntos más críticos para el sistema sanitario, ya que la confluencia de varios virus respiratorios sumada a la elevada transmisión de las fiestas crea el cóctel perfecto. Desde hace unos años, sin embargo, la excepcionalidad de Navidad se ha convertido en la normalidad del sistema sanitario: «Hace unos años eran solo épocas, ahora ya es una constante», relata el médico de familia veterano. Tal como explica Aparicio, en el momento en que comenzó a trabajar en la atención primaria, durante el día hacían pocas visitas: «Incluso teníamos tiempo para hacer otras tareas», comenta. Ahora, sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente. El médico apunta como una de las causas el envejecimiento de la población, ya que esto también se traduce en más necesidades de atención médica. «La población está cada vez más envejecida, pero falta personal y no se han puesto los recursos», argumenta el responsable de atención primaria del sindicato Metges de Catalunya.

En los hospitales la situación es bastante similar. «Nosotros sufrimos la situación de cada año, porque se aplican las políticas de contención de gasto», apunta Raúl Ceresuela. El enfermero de la Vall d’Hebron recuerda que hace cinco años, durante la pandemia de la Covid, su hospital fue uno de los que absorbió más carga asistencial. En ese momento, según explica, se habilitó una dotación extra de personal, pero a la que la incidencia del virus cayó, la gestión volvió a ser la misma de antes. «Durante el año vivimos esta sobrecarga constantemente. Ahora tenemos todas las plantas y espacios abiertos, pero los sanitarios empiezan a contagiarse, y la cosa no irá a mejor», relata Ceresuela. La situación en los hospitales y en los centros de atención primaria está al límite, y los trabajadores, saturados, avisan que el sistema puede colapsar. En estos momentos ya afrontan la primera oleada de gripe, que ha llegado antes de lo previsto, pero ya se preparan para la próxima, que llegará después de Navidad. Mientras tanto, médicos y enfermeros harán lo posible para controlar la situación epidemiológica del país.

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