La tercera jornada del juicio al ex consejero de Interior Miquel Buch y un ex escolta del presidente Carles Puigdemont, el sargento de los Mossos d’Esquadra Lluís Escolà, ha tenido un efecto sorpresa. Se ha celebrado este viernes y la sección segunda de la Audiencia de Barcelona ha desmontado uno de los mitos políticos y mediáticos a raíz del Procés, la calificación del presidente en el exilio como «fugado» o «fugitivo» de la justicia. Puigdemont ha testificado a petición de las defensas y ha contestado a las preguntas del teniente fiscal de la Fiscalía Superior de Cataluña, Pedro Ariche.

Pero no se ha quedado aquí. El presidente de la sala, el magistrado José Carlos Iglesias, le ha pedido colaboración a Puigdemont para que le tradujera una petición a las representantes de la justicia belga que acompañaban la declaración testifical sobre si preferían esperar a un intérprete o bien posponer la declaración al 13 de julio, la fecha en que se retomará el juicio. Puigdemont ha admitido la petición y ha explicado que las «dos señoras no tenían ningún problema para esperar». Por parte del tribunal, se le ha agradecido la tarea.

Lluís Escolà y Miquel Buch, en un momento del juicio/ACN
Lluís Escolà y Miquel Buch, en un momento del juicio/ACN

Una orden europea de investigación

El tribunal ya había admitido la testifical, que las defensas pedían simplemente por Webex, un sistema telemático. Pero el ministerio fiscal reclamó hacerlo en forma y emitió una orden europea de investigación, que requiere la presencia de un juez del país desde donde se practica la diligencia de prueba. Una vez constituida la sala, con las dos representantes de la justicia belga, ha empezado la testifical. A la primera pregunta, las magistradas belgas han parado la testifical y han preguntado dónde estaba el intérprete de francés-español-catalán. Un elemento indispensable para cumplir con la diligencia.

Según ha explicado Puigdemont al tribunal, las dos juezas belgas le han dicho que se había pactado su presencia a sala con la jueza de enlace, Paloma Conde Pumpido, prima del presidente del Tribunal Constitucional. El presidente del tribunal, entonces, ha calculado la situación y con extrema elegancia ha pedido a Puigdemont que, como habla francés, se le agradecería si podría proponer a las dos representantes de la justicia belga si querían esperar a encontrar el intérprete o bien posponer la testifical el día 13. Puigdemont ha cumplido la petición, se lo ha preguntado y ha traducido su predisposición a esperar hasta el día 13 si hacía falta. Pero una hora después se ha retomado la testifical con una intérprete que ha sufrido en algún momento por el montaje técnico y por la dificultad de traducción de las preguntas y las respuestas. Todo ante la mirada, un punto sorprendida, de las dos magistradas. Puigdemont, no solo ha declarado con normalidad, sino que además ha colaborado con la justicia española. En todo caso, un fugado extraño.

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