Isabel Preysler se ha desnudado en sus memorias, hasta el punto de que aquí también rompe el tabú sobre las múltiples operaciones estéticas que se ha realizado a lo largo de los años. Uno de los capítulos del libro, de hecho, está dedicado a la pesadilla que ha vivido por culpa de su nariz después de retocársela hasta nueve veces. En Harta de mi nariz, la socialité saca a la luz la historia más desconocida sobre esta parte de su cuerpo. Desde pequeña tuvo un problema en el tabique nasal, dice, que no la dejaba respirar bien. Su madre, cuando aún vivían en Filipinas, le pidió al cirujano que aprovechara que tenía que operarla de las amígdalas para hacerle una limpieza del cartílago. Aquello fue un error, tal como confiesa ahora: «No noté mucho alivio y, con los años, me pasó factura«.
Ya casada con Julio Iglesias, tuvo que acudir a un doctor que presumía de ser el mejor de la época. ¿El problema? Que con ella «metió la pata», tal como le reprocha públicamente en este libro: «Me dijo que me habían quitado demasiado cartílago y que la punta de la nariz se me iría bajando con los años, hasta el punto de que tendrían que reconstruírmela entera«. Ella, en ese momento, solo quería que le curaran el bulto que le había salido, pero cuando se despertó se vio con toda la cabeza vendada: «Me dijo que me había dejado una nariz perfecta después de sufrir un pequeño accidente».
Durante la operación se le había hundido la nariz y habían tenido que reconstruírsela de memoria «intentando recordar cómo era» porque no habían previsto tener fotografías suyas ya que, en principio, solo tenían que limar el hueso: «Me dijo que no tenía dónde sujetarme la nariz y no pudo reconstruírmela bien. Años después, un doctor presente en aquella operación me reconoció que hubo un momento de pánico y que tuvieron que sacarme cartílago de las orejas para intentar reconstruírmela». Cuando le quitaron el vendaje y se vio en el espejo, de hecho, dice que hizo un esfuerzo por disimular y no ponerse a llorar: «Me habían dejado una cara que no era la mía«. El médico culpable se ofreció a solucionar el problema e Isabel Preysler aún no se explica cómo pudo aceptar y estar, además, convencida de que recuperaría su nariz original: «Me operó, me volvió a quitar más cartílago y no me devolvió mi nariz«, recuerda.

Isabel Preysler da detalles de la pesadilla que ha vivido por culpa de su nariz
Pero la historia continúa, ya que Isabel Preysler decidió que solucionaría el problema por su cuenta y pidió ayuda a algunos de los mejores cirujanos de Estados Unidos. Allí la operaron y le dejaron una nariz «correcta», pero «frágil y de vidrio». Explica, de hecho, que poco después una de sus hijas le dio un cabezazo mientras jugaban sin querer y volvió a romperse la nariz, así que tuvieron que volver a operarla: «En ese caso, el cirujano tuvo que usar hueso de una costilla porque ya no me quedaba cartílago«. ¿Lo peor de todo? Que se dio cuenta de que le habían dejado una nariz perfecta, sí, pero con la que le resultaba «imposible» gesticular y sonreír: «Tenía compromisos con las marcas, así que insistí en que tenía que volver a operarme aunque no hubiera pasado el año que me pedían».
En ese último retoque, le pusieron tornillos para sujetar la nariz, lo que no supo hasta años después cuando se dio cuenta de que le había salido un bulto en la nariz durante una clase de yoga. Entonces, tuvieron que volver a operarla para retirarle el tornillo que le había causado el bulto y todo fue bien hasta que en 2023 su nieto le dio otro cabezazo como el que le había dado su madre en su día: «Se me inflamó muchísimo la nariz y un doctor amigo mío me dijo que nadie se atrevería a tocarme la nariz excepto su jefe, la eminencia Carlos Navarro Vila». En la radiografía vieron que tenía dos tornillos en la nariz, ya que el tercero había caído mientras se sonaba la nariz unos días antes de la operación: «Les costó, pero me los quitaron. Tengo la nariz tan destrozada y estoy tan cansada de médicos que ya me da igual«, concluye en un relato loco.

La revista Lecturas ha hablado con uno de los cirujanos con los que contactó en este tiempo, el doctor Javier de Benito. En su caso, le recomendó que no volviera a operarse porque el resultado sería peor: «Le dije que no volviera a tocarse esa nariz, que ya estaba bien y guapa. Le recomendé que acudiera a quien había sido mi profesor, un doctor de Dallas, y siguió su consejo». «Es una mujer perfeccionista, busca la perfección en todo«, destaca una de las personas que han formado parte de este rompecabezas de nombres y operaciones que han terminado con una nariz que ha causado muchos quebraderos de cabeza a Isabel Preysler.

