Como un “gran susto” describe Blanca Ballester, la dueña del bar La Plaça de Godall, un pequeño municipio de Montsià, los minutos que pasaron ella y sus clientes mientras la riada inundaba el bar. Y tan grande, el susto. El señor Ángel, como le llama Ballester, tuvo la “astucia” de romper una pared con un extintor, cuando todos estaban sobre las mesas, con el barro subiendo, y “nos salvamos todos”. Rompieron la pared en un lugar estratégico, porque Ángel sabía que allí estaba el acceso antiguo al piso de los propietarios del local. Pudieron subir, salvarse, y contemplar un panorama “horrible”. La vecina de Godall ha profundizado en la experiencia este martes en el programa El matí de Ràdio 4. Apenas comenzaba el negocio y el temporal, ha avisado, le ha «arrancado la ilusión».

“Cuando el agua comenzó a entrar por la puerta del bar –ha explicado Ballester– estábamos todos dentro. Ya vimos que la cosa no se podía aguantar. Estábamos sentados sobre las mesas de madera, y ya vimos que el agua nos movía, que se movía el futbolín. Teníamos a un señor, pobre, sobre el futbolín, sentado, y nos decía: ‘¡Ey, que esto se mueve… que esto se mueve!’”. Era el inicio de una inundación sin precedentes en el bar. Calculan que les entraron 180 litros de agua en pocos minutos. “Nos ha tocado vivirlo, pero no queremos que nadie vuelva a vivirlo”, ha comentado.

Días más tarde, reflexionando en antena, Ballester teme por las pérdidas económicas que le habrá provocado el temporal, pero aún agradece la lucidez del vecino veterano. “Yo tenía una vitrina allí, donde se hizo el agujero, con las copas y todas las cosas del comedor. Agarramos el extintor y este hombre y otro, que le llamaban Joan Vicent, los dos mojados, empapados, tuvieron la valentía de hacer el agujero. Gracias a estos dos hombres, nos salvaron a todos”, ha explicado la restauradora ebrense.

Agujero hecho en un bar de Godall para poder subir a los pisos superiores | Marc Font (ACN)

Calcula pérdidas de entre 15.000 y 20.000 euros

El bar está totalmente cerrado, lo hemos perdido todo”, ha lamentado. Ballester calcula que tendrán pérdidas de entre unos 15.000 y 20.000 euros por culpa del temporal. “Las maderas, las sillas, los congeladores… todo está perdido. Lo único que hemos salvado ha sido la caja registradora y la cafetera, porque estaba alta, pero no tenemos agua”, ha incidido la restauradora en la radio. “Había bolsas de nueve kilos de sepia, flotaban como si fueran bolsas de plástico”, explicaba. Y lo peor: “Tenía una bolsa, una especie de maletín donde tengo el dinero del cambio, y cuando me di cuenta, el maletín flotaba”.

«Poco a poco me he ido comprando todo, un mes un congelador, el otro mes otro, que lo he pagado a plazos. Es que la semana pasada terminé de pagarlo todo. Ahora estoy arrancando. Sí que me lo ha arrancado todo, el temporal, sí; me ha arrancado toda la ilusión. Viendo a la gente que me está ayudando, ahora mismo que estoy en el bar, me siento muy impotente, porque es que lo están sacando todo», ha rematado.

Ahora comienza la reconstrucción en un pueblo pequeño que, por suerte, ha dicho la afectada, “nos conocemos todos, nos queremos todos, y todos sufrimos por todos”. En su caso, la ayuda incluso su hija, que solo tiene seis años y está sacando barro del local. El horno de pan no ha sufrido daños estructurales y aún puede ofrecer comida y otras tiendas pequeñas, que no han vivido lo que ha sufrido el bar La Plaça, pueden vender yogures y otros alimentos. “Yo lo único que pienso es gracias porque estamos todos vivos”, ha concluido.

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