La sección 8 de la Audiencia de Barcelona sentará al banquillo de los acusados esta semana uno de los narcotraficantes de proximidad más ocurrentes del Maresme. De hecho, causó muchos dolores de cabeza a los Mossos d’Esquadra por su peculiar sistema de venta y distribución al por menor de cocaína y hachís. Su rasgo distintivo era que el menú o catálogo de servicios era camuflado mayoritariamente con nombres a bebidas de café. Un detalle que llevó algunos de los 132 clientes detectados por la policía a bautizarlo cómo lo
De nada le han servido las habilidades en la venta. Ahora, el ministerio fiscal le pide seis años de prisión y 18.000 euros de multa. Una pena que, una vez completa, incluye su expulsión del Estado español. Si durante el cumplimiento de la condena se le otorga un tercer grado o la libertad condicional, también tendrá que coger las maletas y abandonar el estado, atendida su condición de inmigrante sin una situación clara de estancia. Eso sí, hasta ahora no tenía antecedentes penales. Seguimientos, intervención de las comunicaciones y un cacheo que recoge la causa destaparon el entramado de M. M., alias
¿Café o cortado?
Según el atestado policial que recoge el ministerio público, el acusado vendía drogas al por menor como mínimo desde el 2016. Con esta sospecha, los Mossos d’Esquadra de investigación criminal empezaron a seguirlo de cerca, hasta el punto que le intervinieron las comunicaciones de su teléfono móvil, con que presuntamente atendía las llamadas de compra, venta y distribución. Así, del 28 de abril del 2017 hasta el 5 de diciembre del mismo año, los Mossos le siguieron las pasas y pudieron hacer un esqueleto de su estructura comercial. En concreto, detectaron e identificar 132 clientes -por el cabizbajo, dado que después descubrieron que trabajaba con otros números de móvil- con los cuales habría consumado 639 ventas, principalmente de cocaína.
El sistema de venta seguía un estricto protocolo. Atendía la llamada, recogía el pedido y la servía en diferentes puntos de la capital del Maresme, como por ejemplo ante la farmacia del barrio de Cerdanyola o el Bar Alsus, donde se desplazaba con dos tipos de vehículos, un C3 y un C4, de la casa Citroën. Las compras se encomendaban con un argot cafetero. Según la policía, a la carta tenía un «pequeño», «cortado» o «medio café con leche» o «menudet», por medio gramo de cocaína y «café o café con leche» para el grande, a pesar de que con algunos clientes utilizaba «pizza» o «cerveza» para esta cantidad. Los pagos también atenían varios criterios: efectivo, por transferencia bancaria, con billetes de lotería e incluso, con herramientas.
Con los seguimientos y las intervenciones telefónicas, los Mossos convencieron el titular del juzgado de instrucción 4 de Mataró de practicar una entrada y cacheo del domicilio del investigado. El juez lo acordó el 5 de diciembre del 2017 y las sospechas se confirmaron. Dentro de la vivienda encontraron una caja de zapatillas