El presidente de la Generalitat Artur Mas era caza mayor para la policía patriótica del gobierno español. De hecho, Mas y la familia Pujol-Ferrusola fueron los «objetivos» primarios y prioritarios de la Operación Cataluña. Una afirmación que pronunciaba sin complejos el comisario de inteligencia del CNP ahora jubilado, José Manuel Villarejo, a sus investigadores, informadores y colaboradores en Barcelona. «Los objetivos son los Pujol y Mas», aseguraba, en una reunión donde se preparaba un plan para obtener información turbia del soberanismo, como publicó El Món. La obsesión por Artur Mas llevó a la cloaca del Estado a buscar cuentas corrientes, hacer seguimientos, investigar colaboradores, y, incluso, una supuesta hija ilegítima del presidente. Y querían que pareciera que quién había filtrado la información eran los entonces líderes de Unió Democràtica de Catalunya, Josep Antoni Duran y Lleida y Ramon Espadaler.
La motivación de la conspiración para encontrar material oscuro contra Mas era la idea que era una especie de heredero de los Pujol y quien encabezaba el Procés soberanista. Contaban con que, si se difundía información financiera y personal que lo comprometía, la voluntad independentista caería o él mismo rebajaría las expectativas soberanistas. Esta obsesión se puede seguir de pe a pa gracias a los diarios de Villarejo que recogen las conversaciones, avaladas por los audios de las grabaciones de estos encuentros, entre destacados informadores, jefes de la policía y confidentes de la brigada política del Ministerio del Interior. Son diarios que ahora se encuentren bajo custodia de la Audiencia Nacional, en manos del juez Manuel García Castellón, en el marco de la macrocausa Tándem, y a los cuales El Món ha tenido acceso.
Desde un principio, Artur Mas
La investigación prospectiva contra Mas se empieza a reflejar en los diarios de Villarejo a partir del 6 de noviembre de 2012, fecha en que el comisario tiene la reunión inicial con Alícia Sánchez-Camacho. Será en este encuentro donde le pasa el teléfono móvil del entonces presidente y lo incluye a la lista negra de los independentistas. Remacha el clavo, pocos días después, la reunión con Javier de la Rosa, que relaciona Mas con dos nombres: Felip Massot, constructor que también será investigado por la policía patriótica, y un supuesto financiero norteamericano, que entonces trabajaba en el sector bancario andorrano, Philip Bollych. Incluso, De la Rosa llega a asegurar a la policía patriótica que ha «asistido a

El 17 de noviembre, Mas aparece claramente en un primer informe de situación donde relacionan cuentas del sumario del Palau de la Música en Suiza con las «conexiones derivadas de las cuentas en Luxemburgo a nombre del padre de Artur Mas, y con las facilitadas por Alemania, existentes al HSBC a nombre de Jordi Pujol hijo. Los consideran puntos de conexión que aclaran el flujo exagerado de efectivo utilizado en la compra de grandes complejos, casinos… que no tienen justificación de ninguna otra manera que la de recibir flujos positivos objeto del pago de sobornos y comisiones». Un hecho que, por otro lado, la policía no pudo demostrar ante ningún juez o fiscal.
El día siguiente, el 18 de noviembre, Villarejo habla con Juan Cotino, director general de la Policía con el gobierno del PP, y este le reclama «forzar la razón por la cual Mas convoca urgentemente elecciones». La intención es difundir las supuestas cuentas en el extranjero de hipotéticos sobornos o comisiones para hacer creer a la opinión pública que ha convocado los comicios para tapar asuntos de corrupción.

La hija ilegítima
Paralelamente a las pesquisas de supuestas cuentas o fondos del presidente Mas, la policía patriótica abrió otra investigación. El objetivo era certificar la existencia de una supuesta hija ilegítima de Artur Mas. Una investigación que se alargó más de un año por parte de uno de los comisarios estrella de esta brigada política de la policía española, Enrique García Castaño, alías


El 23 de octubre de 2013, después de que el entonces director adjunto de la Policía, Eugenio Pino, le pida a Villarejo que le pase a García Castaño las «datos del testaferro de Mas»,

