Entre Alcarràs y Gimenells, en medio de la nada, encontramos Cal Macià – Casa de Vallmanya, un inmueble que está en riesgo de colapso «inminente» por un conflicto entre administraciones, que se pasan la pelota para «garantizar una intervención» que conserve la única casa que queda de pie en Cataluña del presidente Francesc Macià, donde el Avi pasó largas temporadas gracias a su mujer, Eugènia Lamarca, que la heredó de su padre, el arquitecto Agapit Lamarca. Después de cuatro años de lucha popular, la Generalitat, la Diputación de Lleida y el Ayuntamiento de Alcarràs han alcanzado un acuerdo para comprar la antigua casa de Francesc Macià en Alcarràs. El portavoz de la plataforma Salvem Cal Macià, Ferran Dalmau, ha explicado a El Món que están «muy contentos» por el acuerdo tras cuatro años de «batalla» con las administraciones, pero avisa de que «no es el final de todo» porque de antemano quedan cosas por dirimir y, en este sentido, añade que «queremos ser un agente activo» en el proceso de decisión de los usos que se le dará en Vallmanya.

Por otra parte, se mostró prudente sobre una futura catalogación como BCIN y añade que «seguiremos remando en el sentido de conseguir esta catalogación que se merece el espacio». En efecto, durante el primer semestre de este 2023, la Generalitat, a través del Departamento de Cultura, resolvió que su calificación como bien cultural de interés local (BCIL) era adecuada, pero ahora, ante el recurso de alzada presentado por la plataforma Salvem Casa Vallmanya para elevar la calificación del inmueble a bien cultural de interés nacional (BCIN), la Generalitat ha pedido información complementaria a la Instituto de Estudios Catalanes y, según el Departamento, que todavía no ha resuelto el recurso de alzada, la casa podría acabar siendo catalogada como BCIN en la categoría de «lugar histórico».

Estos anuncios se han producido después de la publicación del libro coral «Vallmanya, el paradís perdut de Francesc Macià» (Pagès Editors), que tiene cinco capítulos, escritos por el arqueólogo Joan Ramon González, el periodista Francesc Canosa, el doctor en historia contemporánea Marc Macià, el licenciado en historia David Sancho y el economista Ferran Dalmau, y que pose encima la mesa información relevante sobre el inmueble para defender su «indudable interés patrimonial, arquitectónico, memorial e histórico». El libro, además, cuenta con un prólogo del expresidente de la Generalitat Quim Torra y un epílogo a cargo del doctor en historia del arte Alberto Velasco. El Món ha hablado con tres de los autores del libro, donde aportan una serie de datos que los permiten definir Vallmanya como «el Camp David catalán» y asegurar que «en cualquier otro país del mundo la casa del padre de la patria estaría arreglada y museïtzada».

El periodista Ferran Canosa opina que el problema de Vallmanya es que se encuentra un centímetro después de la Panadella, en dirección Lleida, y que todo sería diferente si fuera a la inversa. Así mismo, lamenta que «nadie sabe» o «nadie quiere saber» el que es Vallmanya porque, según explica él y el doctor en historia contemporánea Marc Macià, todo el que aparece en el libro es una documentación «tremendamente fácil» que se ha hecho a partir de consultar documentos y prensa de la época. Entre otras cosas, los autores han podido constatar la actividad oficial de Macià a Vallmanya así como que la finca sufrió humillaciones durante la Guerra Civil y que sirvió de prostíbulo de la guardia mora de Franco. «Estamos constatando evidencias, no estamos constatando ningún fenómeno paranormal», apunta Canosa.

Presentación del libro «Vallmanya, el paradís perdut de Francesc Macià» al Museo de Lleida, con la participación de Josep-Lluís Carod-Rovira

Macià preparaba «la agenda oficial»

La Casa Vallmanya no fue solo una casa de vacaciones, para Macià. De hecho, Marc Macià, que trabaja en el Espacio Macià de les Borges Blanques, ha podido documentar como mínimo «una quincena de estancias» dentro de la agenda oficial a lo largo de su etapa como jefe del Gobierno, entre el 1931 y el 1933. Allí Macià «preparaba la agenda presidencial» y planificaba «las visitas oficiales por el territorio» -itinerario, encuentros o las inauguraciones que tenía que hacer en cada desplazamiento-. «Normalmente, él se desplazaba a la finca un miércoles o un jueves y el fin de semana hace la ruta marcada por los pueblos de Cataluña y vuelve a Vallmanya antes de volver a Barcelona», detalla el historiador, autor del capítulo «La paz leridana»: el presidente Macià y la finca de Vallmanya (1931-1933). «Cada vez que Macià iba a Madrid como presidente salía de Vallmanya», añade Dalmau.

También resalta que Hace falta Macià durante este periodo es «un centro de actividad política» en el cual se celebran encuentros «políticos» con consejeros, el alcalde de Lleida y el gobernador civil, entre otros. E incluso, dice, «Vallmanya se impone a la agenda presidencial en Barcelona» y para evidenciarlo hace referencia a un «episodio divertido» que se produce a los Canónigos, donde una noche le proyectaron una película que se tenía que estrenar el día siguiente para permitir que el entonces presidente pudiera desplazarse a Vallmanya. Esto demuestra, según él, que «no hay ninguna cosa de la agenda que lo pare para ir». También apunta que el 32 es otro año importante de actividad presidencial en la casa, puesto que sirve de «punto de despegue» de la campaña del Estatuto. «Él hace muchas estancias para planificar esta campaña, que se centra a ir por los pueblos haciendo mítines a favor de la aprobación del Estatuto en referéndum».

Por todo esto, el periodista Francesc Canosa dice que «Vallmanya es el Camp David catalán» porque «es la casa de Cataluña». «Es donde se ensaya la industria agroalimentaria de Cataluña, la justicia social, las libertades nacionales de Cataluña. Vallmanya es, después del Palau de la Generalitat, la otra casa, el otro Palau oficial, como tienen los presidentes de todo el mundo«, concluye. «Es un poco esto, es una residencia presidencial de Macià que es conocida», apunta en este sentido Marc Macià, que destaca que «en la mayoría de las crónicas de la época se habla constantemente de Vallmanya». De hecho, a Macià la propiedad le comporta problemas, puesto que, según explica el doctor en historia, los diarios de la derecha nacionalista de Cambó critican la «contradicción irresoluble» del Avi, que tenía una gran propiedad, pero hablaba en términos de reparto de la propiedad agrícola.

Sido acutal de la casa de Macià de Vallmanya / Salvamos Casa Vallmanya

Una casa donde Macià forja su figura

La Casa Vallmanya, pero, tampoco es solo patrimonio exclusivo del legado del presidente, donde forja su figura de líder «de masas» cuando coge las riendas de la finca al morir su suegro. También lo es de las tierras de Lleida, puesto que la casa es testigo del desarrollo social y económico de la comarca con la llegada del agua a través de la construcción del canal de Aragón y Cataluña, y «pasa del marrón-miseria al verde-esperanza». «Aquí hay un kilómetro cero» y «un programa político», señala el periodista Francesc Canosa, y destaca que Macià es ingeniero. «Se hace líder por el agua».

El autor del capítulo «La caseta y la hortet hechos de agua» subraya que Lleida es «la despensa de Cataluña» y «si tenemos fruta al Bajo Segre es gracias a Macià». En este sentido, destaca que «no hay Raimat sin el canal de Aragón y Cataluña» y esta obra es gracias a la «política» y lo «pactisme» de Macià, que acaba pactando la parte catalana del canal con quien acabará siendo su «enemigo» Alfonso XIII. «Francesc Macià es un líder y este liderazgo de masas lo ensaya a Vallmanya» porque, a parecer suyo, «detrás Vallmanya hay cosas como la sequía, Macià, los pueblos y el país y, en el momento, donde un país pasa a ser territorio tenemos un problema». «Se puede reseguir la historia de Cataluña a través de Vallmanya», concluye.

Humillaciones durante la Guerra Civil y el franquismo

El valor histórico de Cal Macià se explica, además, por las humillaciones que sufrió a partir durante la dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil y el franquismo como castigo por haber llevado este nombre. Marc Macià detalla que la casa ya fue víctima de la «represión» durante la dictadura de Primo de Rivera y fue «saqueada» por «algunas autoridades», que robaron joyas, un libro sobre el asedio de Girona que él «como reconoce en una entrevista le hace mucha pena que le hubieran tomado» y le cortan árboles «como castigo».

Pero desde que las fuerzas franquistas ocupan el Bajo Segre, todavía decae más y las humillaciones se hacen más visibles. A lo largo de los años, la finca de Vallmanya pasa a ser cuartel general franquista, prostíbulo de la guardia mora de Franco, centro de internamiento de prisioneros republicanos -en el libro se puede consultar el listado- y, incluso, es expropiada por el Instituto Nacional de Colonización durante la dictadura, que lo despedaza tanto como puede por «intereses políticos».

Macià al aeródromo de Canudas del Prat preparado para lanzar propaganda aérea del Estatuto / ANC / Josep Gaspar i Serra / Año 1931-32

Ferran Dalmau subraya que todos estos episodios son «represalias» contra la finca por el hecho de haber sido «la casa de Macià» y, a parecer suyo, estos hechos en cualquier otro lugar serían bastante relevantes para declarar la casa como BCIN porque se adapta a todos los requisitos necesarios para ser espacio de memoria democrática. «Que más hace falta para darle el valor que le corresponde a esta finca?», se pregunta el portavoz de la plataforma Salvamos Casa Vallmanya.

La vinculación de Vallmanya con el alzamiento militar de Prats de Molló

Tal es la importancia histórica de la finca que, incluso, la «familia» y los «descendentes familiares» afirman, según apunta Ferran Dalmau, que Macià la usó de aval para sufragar la operación de Prats de Molló en 1926. Dalmau dice que estas mismas fuentes explican que la decisión del presidente provocó una «crisis matrimonial» entre Macià y su mujer Eugènia Lamarca porque ella «no lo veía nada claro». Aun así, deja claro que no han encontrado ningún documento que confirme esta teoría, pero «los descendentes familiares tienen muy claro que esto fue así».

El apoyo de Quim Torra y la ruta Macià

El libro ha contado con el apoyo del expresidente de la Generalitat Quim Torra, que es el autor del prólogo, donde remarca su valor patrimonial, artístico, arquitectónico, histórico y memorial y avisa que «sería vergonzoso que nos limitáramos a poner solo una placa informativa y mantuviéramos la casa en un estado de conservación tan deplorable e indigno como el actual». Una petición que ha sido escuchada por las administraciones con la firma de un convenio para comprar y rehabilitar el espacio que, según la consejera de Cultura, Natàlia Garriga, «permitirá situar a la casa Vallmanya como un espacio de memoria del presidente Macià, un espacio de la memoria republicana». «Cuando las administraciones trabajamos juntas y entendemos las necesidades tanto locales como del país entero, se logran buenos acuerdos como éste», ha remarcado.

Torra participó en el acto de presentación del libro en el Centre Major de Alcarràs / Salvamos Hace falta Macià

Además, Torra cree que la rehabilitación del inmueble y el uso que se le pueda dar puede convertirlo en un punto de «referencia nacional» y un atractivo turístico y cultural más, como son los centros de interpretación del Espacio Macià de les Borges Blanques o el Espacio Companys del Tarrós. Esto, según Quim Torra, permitiría revitalizar la zona y atraer hacia Lleida gente de todas partes «con ganas de conocer más bien la historia y el país». Una reflexión que también comparte Marc Macia y que podría dar lugar a la ruta Macià en Lleida que pasara por villas clave para el presidente, como les Borges Blanques, Vallmanya y Puigverd de Lleida, donde hay un depósito de agua creado por el mismo Macià. «Se podría crear una pequeña red para descubrir mejor los valores del personaje», concluye.

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