Dolores Felipe ha salido de casa a las 6.35 horas de la mañana, como cada día. Se ha puesto una chaqueta y, con el café encara humeando dentro del termo, ha emprendido camino hasta la estación de Mataró por la avenida del Maresme, a diez minutos de donde vive. Normalmente, coge el R1 hasta la estación de Sants para coger la R2 y llegar hasta Tarragona, la ciudad donde trabaja. No tiene carné de conducir y, por lo tanto, se ve empujada a usar el transporte público: «Sé que no es la mejor opción, pero no me queda jefa otra alternativa», comenta en conversación con El Món. Este martes, pero, la situación no ha sido cómo de costumbre. A causa de las obras al túnel de Roda de Bèrà, enmarcadas en las actuaciones del corredor mediterráneo, su trayecto se ha visto interrumpido a la estación de Sant Vicenç de Calders (el Vendrell), y allá ha tenido que coger un autobús alternativo de Renfe para completar su trayecto: «He tardado cuatro horas más del que tardo normalmente. Tendría que ser impensable», exclama la usuaria, que no ha llegado a su destino hasta las once menos cuarto de la mañana.

La situación que ha vivido este martes la Dolores es la misma con que han topado centenares de personas que han visto como su día a día quedaba completamente alterado por el nuevo corte de Rodalies entre Barcelona y el Camp de Tarragona, que apenas empieza y se alargará hasta principios del mes de marzo. Es decir, durante cinco meses, según las previsiones actuales de la operadora ferroviaria. «Ha sido una mañana bastante caótica. No teníamos suficiente información», lamenta Marc Salvadó, que asegura que durante toda la jornada se han arrastrado los «retrasos» de las primeras horas de la mañana -los cuales también han admitido desde Rodalies. Para hacer frente a las obras del túnel de Roda de Berà, Renfe ha puesto en marcha un gran dispositivo -uno de los más significativos de los últimos años- de transporte alternativo por carretera con capacidad por más de 31.000 pasajeros. Para los usuarios, pero, el problema no es la falta de capacidad -que ha quedado muy cubierta-, sino la organización de este dispositivo: «Algunos autobuses van con más de media hora de retraso, esperamos que mañana vaya mejor, y prefiero no pensar que nos esperen cinco meses así», argumenta Salvadó mientras fuma un pitillo electrónico a las puertas de la estación de Sant Vicenç de Calders.

Una vez llegados a Tarragona, la situación tampoco mejora mucho. Centenares de personas hacen cola a la parada de autobuses de la ciudad para desplazarse hasta la capital catalana u otros puntos de la demarcación. «Necesitamos un buzo que conecte directamente con Barcelona, es muy pesado hacer transbordo a San Vicenç», argumenta Carme, que tiene que acompañar a su madre en el hospital para una visita rutinaria. Esta es una preocupación compartida por varios usuarios consultados por este diario que esperan a la estación de Tarragona, que también reclamen «más información» sobre las afectaciones de las obras del corredor mediterráneo: «Es un problema que hace años que arrastramos», argumenta Miquel Sánchez, mientras guarda un libro a la mochila.

Largas colas para comprar un ticket de autobús a la estación de Tarragona / G.M.

Los alcaldes y Cercanías garantizan «cambios necesarios»

A pesar de las críticas de algunos usuarios, muy «molestos» con el funcionamiento de la primera jornada de nuevos cortes en Rodalies, los alcaldes de Tarragona y el Vendrell, Rubén Viñuales y Kenneth Martínez -ambos socialistas-, han sacado pecho del despliegue de transporte por carretera alternativo. Ahora bien, también han admitido que hacen falta algunos «cambios necesarios» para adaptar todavía más la movilidad de la zona afectada por las obras, y se han comprometido a llevarlos a cabo: «No podemos decir que todo haya ido perfecto, pero tenemos que ver qué cambios son necesarios porque sea una maquinaria muy coordinada», ha afirmado Viñuales a los medios, en unas declaraciones en que también ha augurado que el número de pasajeros continuará incrementándose los próximos días.

En esta misma línea se ha expresado el director de Rodalies, Antonio Carmona, el cual se ha comprometido a hacer «pequeños ajustes» para mejorar el plan de transporte alternativo: «Pedimos disculpas por el cambio en la movilidad de las personas, pero es una inversión histórica del gobierno español», ha argumentado Carmona, que ha pedido «la adaptación» de los usuarios ante estos cinco meses de trabajos, a pesar de que ha dejado claro que entiende su «molestia». «Cuando hagamos obras a casa, nos cambian las rutinas por la vida diaria, y nos tenemos que adaptar». Para garantizar el buen funcionamiento del servicio, el director de Rodalies y el presidente de Renfe, Raül Blanco, se han comprometido, también, a hacer un análisis «diario» de todos los puntos de mejora. En este sentido, el secretario de Movilidad e infraestructuras del Departamento de Territorio, Manel Nadal, y la consejera de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica, Sílvia Paneque, se han comprometido a escuchar las quejas de los usuarios para mejorar el servicio: «Nunca Renfe ni el Gobierno se ha enfrentado a un reto tan complejo», ha aseverado la titular de la cartera, que ha garantizado que llevarán a cabo un «seguimiento diario» y un «informe con las diferentes casuísticas e incidencias, y propuestas de mejora» que ayuden a adaptar el dispositivo en función de las necesidades.

El alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales, atendiendo los medios de comunicación a la estación de Sant Vicenç de Calders / ACN

Un nuevo pulso político

El corte de Rodalies entre Barcelona y el Camp de Tarragona, que afectará los usuarios los próximos cinco meses, también se ha convertido en una nueva herramienta de desgaste político por parte de la oposición contra el Gobierno de Salvador Illa. Mientras que la administración catalana ha hecho un balance positivo del primer día de afectaciones, el diputado en el Congreso de los Comunes, Fèlix Alonso Cantorné -socios de investidura de Illa- ha tildado la jornada de «caos». Es por eso que pide a Adif y Renfe, en colaboración con la Generalitat de Cataluña, que minimicen «el máximo posible» las consecuencias del corte de Roda de Berà. Por su parte, la vicepresidenta primera del Parlamento y diputada de ERC, Raquel Sans, ha expresado su «preocupación» por las obras ferroviarias, puesto que considera que no sirven para «mejorar el día a día» de los usuarios, sino para aumentar los trenes de mercancías -en referencia al corredor mediterráneo: «No podemos vivir en esta falta de planificación en las infraestructuras ferroviarias que nos han llevado el caos en que estamos viviendo», ha exclamado la diputada republicana, que recuerda que la confianza entre los usuarios y Renfe «está rota».

Todo y las críticas de las dos formaciones que han permitido al PSC ponerse al frente de la Generalitat, el ejecutivo de Salvador Isla mantiene su apuesta por las obras de Roda de Berà, las cuales considera que son una «inversión histórica» necesaria a la zona: «Se tenían que hacer unas obras de mejora por el corredor mediterráneo, que es para pasajeros y mercancías, y también para mejorar el servicio de Rodalies, puesto que cuando acaben estas obras se mejorará su seguridad, resiliencia y fiabilidad y podremos poner más servicios hacia Barcelona», ha subrayado Navidad ante las críticas de ERC. El primer día de cortes en Rodalies y cambios sustanciales en la movilidad de los pasajeros acaba «sin triunfalismos», pero con un buen regusto de boca para la administración catalana: «Las cosas han funcionado razonablemente bien». Mañana la red ferroviaria catalana y el servicio alternativo de transporte por carretera volverá a ponerse a prueba, pero con el precedente de una primera jornada caótica marcada por las largas esperas y la falta de información.

Comparte

Icona de pantalla completa