La adicción al tabaco es una de las principales causas de enfermedades y muerte prematura al mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para hacer frente a la epidemia que supone el tabaquismo, los gobiernos y las organizaciones mundiales han puesto en marcha en los últimos años varias normativas. A medida que nacían estas regulaciones, pero, la industria tabaquera también se adapta a las nuevas restricciones del mercado para continuar ofreciendo nuevos productos que se amoldaran a las rendijas legales de las restricciones. El último producto que ha llegado a Cataluña -que ya hace años que existe en otros puntos de Europa, como Suecia, o los Estados Unidos- es el snus blanco, un producto estimulante sin humo que contiene dosis altas de nicotina y que, a diferencia del rapé -un preparado de la hoja del tabaco pensado para consumir a través de la vía respiratoria-, se consume a través de vía oral. Concretamente, colocando la bolsita de nicotina bajo la encía para absorber la sustancia a través de las glándulas salivales.

Según datos del Departamento de Salud, encabezado por la consejera Olga Pané, un 14,3% de los jóvenes de entre 14 y 18 años ha consumido alguna vez snus. Se trata de una práctica cada vez más recorriendo entre las nuevas generaciones ante la «falsa sensación» que se trata de un producto que, a diferencia del tabaco convencional -bien sea a través de un pitillo industrial como de enrollar-, no provoca tanta adicción. Lejos de este pensamiento, el elevado volumen de nicotina que concentra el snus también puede generar grandes adicciones: «Es un producto que también puede crear dependencia y adicción, puesto que, como el tabaco convencional, también lleva nicotina», argumenta el jefe del servicio de prevención y control del tabaquismo y de las lesiones de salud pública del Departamento de Salud, Josep Maria Suelves, en conversación con El Món. El experto alerta que este producto de consumo por vía oral, como el tabaco convencional, también «aumenta la presión arterial», acelera el «ritmo cardíaco» y agudiza la posibilidad de desencadenar varias enfermedades: «El hecho que no esté regulado y se avise de los riesgos que compuerta puede ser una trampa para la gente más joven que empieza a consumir», asevera Suelves, que recuerda que cada vez es más frecuente iniciarse en este mundo durante la adolescencia.

Imagen de la snus, las bolsas de nicotina que empiezan a extenderse en Cataluña / Pixabay

Las diferencias con el tabaco convencional

Según un informe elaborado por el Ministerio de Sanidad, capitaneado por Mónica García, se han llegado a localizar bolsas de snus con 47,5 miligramos de nicotina por dosis -a pesar de que la media es de 8,8 mg por dosis-, de los cuales más de la mitad de la nicotina acabando siendo absorbida por la sangre, cifra que equivale a tres pitillos convencionales. Es decir, que las dosis de nicotina de este nuevo producto son significativamente más elevadas que las del tabaco tradicional. Ahora bien, esta diferencia en la cantidad de nicotina no implica que sea más recomendable fumar tabaco convencional, puesto que los efectos para la salud del consumidor son igual de negativos: «No podemos hacer una comparativa entre los dos productos para decir cuál es mejor y qué es peor. Los dos son nocivos y es fundamental evitarlos», argumenta el jefe de prevención del tabaquismo de Salud. En este sentido, el doctor Jacobo Sellarés, neumólogo del Hospital Clínico de Barcelona y experto en tabaquismo, apunta que la nicotina sintética del snus es «altamente adictiva» a causa de la manera de consumirla: «La idea de este producto es absorberlo por vía oral y de manera crónica», argumenta.

Es por este motivo que es más «probable» para los consumidores de estas bolsitas de nicotina originarias del norte de Europa desencadenar problemas a «nivel bucal» en las encías, pero no tener tantos riesgos al desarrollar cánceres de pulmón -a pesar de que siempre existe la posibilidad-, puesto que se trata de un producto sin humo. No obstante, un «metaanálisis» sobre este producto, realizado por el Nacional Center for Biotechnology Information (NCBI), también ha permitido a los investigadores descubrir que los consumidores de snus -y que no han consumido tabaco convencional en ningún momento- tienen más riesgo de desarrollar «cáncer gastrointestinal». Es decir, que el riesgo de contraer enfermedades se acentúa consumiendo alguno de los dos productos: «Hay que advertir de los riesgos para la salud», exclama el doctor Sellarés.

Imagen de un cenicero lleno de pitillos industriales y de enrollar ya consumidas / Pixabay

Una nueva regulación «urgente»

A diferencia de los productos de tabaco convencional y los pitillos electrónicos, el snus no cuenta con una regulación vigente que marque en qué espacios está permitido su consumo, pero sobre todo, en qué establecimientos está permitida su venta. A estas alturas, de hecho, estas bolsitas de nicotina se comercializan principalmente a través de internet, pero también empiezan a establecerse en algunos estancos. Es por este motivo que los especialistas consideran que hace falta «una normativa urgente»: «Es un producto relativamente nuevo, y el hecho de provenir de los países del norte de Europa todavía lo hace más atractivo para la gente más joven. Tenemos que crear mecanismos para frenarlo», argumenta el jefe de prevención del tabaquismo del Departamento de Salud. Suelves considera que habría que seguir, en cierto modo, los pasos que ha seguido el gobierno español para combatir el consumo de pitillos electrónicos prohibiendo, de entrada, los productos aromatizantes -los cuales ya estaban prohibidos en el tabaco convencional: «Tenemos que marcar los límites».

De hecho, del mismo modo que con los pitillos electrónicos -bastantes tendidos entre la juventud-, estas bolsas de nicotina se utilizan, entre otros, como un nuevo mecanismo para «dejar de fumar». Ahora bien, como que no existe una normativa, los consumidores a menudo las usan de manera «recreativa». Esta regulación, tal como también apunta el informe elaborado por el Ministerio de Sanidad, permitiría establecer unas directrices a seguir para los consumidores, pero también por los fabricantes -que a menudo son las mismas empresas de la industria que elaboran los productos de tabaco convencional-, puesto que como que estas bolsas de snus «provienen de diferentes productores» contienen diferentes cantidades de nicotina: «Al considerar las bolsitas de nicotina como una opción para dejar de fumar, hay que tener cuidado para evitar los casos de doble uso, como suele ocurrir con los usuarios de cigarrillos electrónicos. Por lo tanto, además de la vigilancia del mercado, se necesita una investigación independiente para estudiar los patrones de uso en varios subgrupos de la población, que también tendría que incluir a los no fumadores», apunta el informe del gobierno español.

Los expertos consideran esta regulación también tendría que servir para «limitar» los espacios y las franjas de edad -tal como ya está establecido con el tabaco convencional- en que está permitido el consumo de esta nueva sustancia. De hecho, en los últimos meses varios gobiernos mundiales, como el Británico, ya han tomado medidas para reducir el tabaquismo en sus países. A banda, el pasado 17 de septiembre, la Comisión Europea (CE), siguiendo las directrices de la normativa del año 2009, también recomendó en los estados miembro prohibir fumar tabaco y utilizar pitillos electrónicos en espacios al aire libre como las terrazas de bares y restaurantes para «proteger» la ciudadanía -y en particular jóvenes y niños- de los efectos nocivos de estos. A estas alturas, pero, el gobierno español no ha anunciado si prevé seguir las recomendaciones de Bruselas o buscar otros mecanismos menos restrictivos para combatir el tabaquismo. Sea como fuere, la decisión que adopte el ejecutivo de Pedro Sánchez, y por consecuencia el Gobierno, tendrá que hacer frente, también, a las nuevas maneras de consumir nicotina como el snus.

Comparte

Icona de pantalla completa