Mujer, cincuentona y enferma. Este es el cóctel de factores que provocaron que Vanessa Coll, superviviente de un cáncer de mama, se viera discriminada a la hora de acceder a un trabajo una vez curada. Las empresas ignoraban su currículum cuando veían que, en la fotografía, siempre actualizada, aparecía sin pelo a causa de los efectos de la quimioterapia. Nadie quiso contratarla y ella se sentía discriminada. Ahora trabaja gracias al contacto de un amigo que la llamó para cubrir una baja, pero asegura que sin él seguramente seguiría en el paro.
Vanessa no solo ha notado la discriminación en el ámbito laboral. Renovar el carné de conducir también ha sido una odisea desde que fue diagnosticada de cáncer. A pesar de estar curada, la primera vez que tuvo que renovarlo solo se lo hicieron para tres meses. La siguiente, para un año, una caducidad que no se corresponde con el habitual para las personas de 50 años.
Como otros muchos pacientes de cáncer recuperados, Vanessa tenía fe en la ley del derecho al olvido oncológico que se tenía que aprobar este mes de junio. El 13 de mayo, Pedro Sánchez se comprometió en persona con un colectivo de afectados, pero la disolución apresurada de las Cortes decidida por el mismo presidente español a causa de los malos resultados del PSOE en el 28-M ha hecho saltar por los aires todas estas esperanzas.
Con la ley que se preparaba, la situación de Vanessa habría acabado cuando cumpliera cinco años desde que acabó la quimioterapia. Ahora hace cuatro del final del tratamiento, pero a raíz del adelanto electoral ahora teme que tendrá que pasar mucho más tiempo para dejar de estar “perjudicada por el sistema”. Cómo ella, miles de enfermos de cáncer sufren discriminación una vez superan la enfermedad o la cronifican: a pesar de su recuperación, tienen problemas para acceder a trabajos, hipotecas, préstamos o seguros de vida, porque las empresas y entidades financieras tienen en cuenta que sufrieron un cáncer.

Una de las entidades que más ha luchado en Madrid para que el Congreso aprobara la ley del derecho al olvido oncológico es Junts contra el Cáncer. Su gerente, Clara Rosàs, avisa del cambio de paradigma que se está produciendo y que implica que uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres sufrirán cáncer en algún momento de su vida y muchos de ellos cronificaran la enfermedad. En este sentido, insiste en la urgencia de evitar las discriminaciones que actualmente todavía sufren los afectados por un cáncer a pesar del tiempo que haya pasado desde que les dieron el alta.
Borrar el cáncer del historial a los diez años
La entidad ha identificado las dificultades que sufren estas personas y las ha dividido en varios bloques, entre los cuales destacan los siguientes: carencia de información sobre las secuelas de los tratamientos a corto, medio y largo plazo; problemas de inserción laboral asociados al estigma de la enfermedad; dificultades con la maternidad y la adopción y problemas para acceder a productos financieros, que suelen ir ligados a seguros de vida. La ley que se tenía que aprobar este junio resolvía algunos de estos problemas o, como mínimo, establecía un periodo de tiempo en que el cáncer tenía que dejar de constar a los historiales de los pacientes.
“Solo queremos conseguir lo que en otros países ya se ha hecho con el olvido oncológico. Por ejemplo, que a los diez años de la remisión de la enfermedad, o a los cinco en el caso de los menores, ya no se tenga en cuenta el historial médico para acceder a trabajos o para adquirir productos financieros”, explica Rosàs. El gobierno español había elegido la opción más favorable a los afectados y quería regular directamente los cinco años como periodo para que el cáncer desaparezca del historial.
Con la disolución de las Cortes, sin embargo, ni cinco años ni diez. La única batalla que han ganado los que luchan por el olvido oncológico es que la renovación del carné de conducir se haga con la misma periodicidad para las personas que no han tenido cáncer, y ha sido fuera del proceso legislativo, con una orden ministerial de Presidencia, publicada en el BOE del 27 de mayo, el día antes de las elecciones municipales que han acabado desencadenando la nueva convocatoria de comicios estatales.
Francia, país pionero
El derecho al olvido oncológico ya está regulado en Francia, país pionero en la implantación de esta ley, y varios países más se han ido sumando. Actualmente, se aplica en Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos y Rumanía, y el estado español tenía que añadirse próximamente. “Esta ley garantiza que no se discrimina nadie y se tiene en cuenta las personas que conviven con la enfermedad porque ya es crónica”, explica Rosàs.
Superar el cáncer y no poder rehacer tu vida
El impacto psicosocial de esta enfermedad es muy grande para los pacientes y el hecho de encontrarse tantos obstáculos empeora su salud mental. La trabajadora social Elisabeth Barbero explica que desde el diagnóstico de la enfermedad los pacientes tienen que atravesar situaciones muy complejas que perduran más allá de la curación del paciente. “La gente siente que ha conseguido superar los obstáculos de la enfermedad, pero que, aun así, no pueden rehacer su vida porque el sistema no los permite vivir sin discriminación”, señala. La experta apunta que esto aumenta su malestar emocional y “no ayuda en la recuperación total”. “Todo el proceso de curación lo viven con miedo de saber qué pasará después”, explica.
Además, la trabajadora social ha detectado que a las personas con un buen pronóstico “les cuesta más aceptar la discriminación” posterior al tratamiento. “Les cuesta entender que si los resultados muestran que están curados no los permitan volver a su vida con normalidad”, señala.
Ir caso por caso: la apuesta de los oncólogos
La oncóloga especializada en cáncer de mama Sònia Pernas explica que el riesgo de recaída siempre depende del tipo de tumor e insiste en que “no se tiene que hacer o blanco o negro” con los pacientes. Por eso, cree que los bancos deberían tener bastante con el informe de un especialista sobre el riesgo de cada paciente para decidir si le concede préstamos o productos financieros. “No tiene sentido que por haber tenido un cáncer de mama de bajo riesgo hace años no puedas acceder a nada. Igual que hacen con otras cosas, que nos piden informes, lo podrían hacer en este caso”, razona a pesar de admitir que nunca pueden decir al 100% que un paciente no recaerá. La apuesta, insiste, tiene que ser la individualización y el análisis caso por caso.
Por otro lado, la experta destaca la importancia de una atención “integral” a los pacientes que responda a sus necesidades médicas durando y después del tratamiento y que aborde también la salud mental. “Se tienen que potenciar las unidades multidisciplinarias donde el médico haga la parte médica, los trabajadores sociales aborden las cuestiones legales, entre otras cosas, y los psicólogos atiendan la salud mental de los pacientes”, explica.
La trabajadora social coincide con la oncóloga que hace falta una “mirada integral” sobre la salud de los pacientes y la participación de todos los profesionales para “empoderar los pacientes y responder a sus necesidades”. “Necesitamos una mirada holística y centrada en el paciente, y no solo en la enfermedad que tiene”, concluye.