El Departamento de Educación, en manos de la consejera en funciones Anna Simó, y el Consejo Interuniversitario de Cataluña (CIC) han tomado una decisión que ha despertado bastante malestar entre la comunidad educativa y el sector literario catalán: suprimir la lista de lecturas obligatorias para las pruebas de selectividad a partir del curso 2025-26. Esta decisión, pues, cambia el funcionamiento de la evaluación de las competencias literarias -tanto en catalán como en castellano- de los futuros universitarios, puesto que deja de trabajarse a partir de preguntas «memorísticas» y pasa a analizarse con preguntas generales sobre «tópicos, géneros y recursos literarios», según detallaron fuentes del departamento el jueves de la semana pasada. A pesar de que, aparentemente, esta modificación no influirá en la enseñanza literaria de los estudiantes de bachillerato, ha generado mucha preocupación respecto a la literatura en catalán: «Estamos profundamente preocupados por la decisión del departamento de eliminar las lecturas obligatorias de las pruebas de acceso a la universidad», asevera el presidente de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana (AELC), Sebastià Portell, en conversación con El Món.

En este sentido, Aïda Ayats, miembro del Colectivo Pere Quart (CPQ) -una agrupación de docentes especialistas en literatura catalana- endurece el tono y tilda la decisión del departamento de «errónea»: «Estamos perdiendo sábanas a cada colada», espeta. La experta considera que la supresión de las lecturas obligatorias «canónicas» para las pruebas de selectividad fomenta la «desigualdad» entre centros educativos, puesto que, en el momento que cada profesor puede decidir qué obras impartir en el aula, se pierde el «marco literario común» de Cataluña: «No se trata de qué actos se hacen individualmente por la literatura, sino de cómo actuamos como colectivo», remacha Ayats. Una idea con que también coincide el coordinador del grupo de lengua de La Intersindical, Gerard Furest, que de entrada ve el cambio de paradigma de la evaluación literaria como un movimiento «poco acertado»: «Este movimiento se enmarca en el desguace de las humanidades», espeta.

Los tres expertos consideran que la decisión del departamento va en contra de «el imaginario colectivo» literario de Cataluña, puesto que se dejan de trabajar las «grandes obras» de la literatura catalana: «Hacen falta anclajes culturales, puesto que son claves para fortalecer el sentimiento nacional», apunta el coordinador del grupo de lengua de La Intersindical. Siguiendo el hilo, Sebastià Portell también asegura que los preocupa que este cambio del funcionamiento «desincentive tanto a los lectores como a los futuros autores» de literatura en catalán: «La enseñanza de nuestra literatura y el fomento de la lectura en catalán son pilares básicos para garantizar que continúe habiendo lectores», argumenta el presidente del AELC.

Un alumno estudiando por las pruebas de acceso en la universidad (PAZ) del año 2023 / EP

El cambio de modelo curricular a la selectividad

El acuerdo logrado entre la consejería y el Consejo Interuniversitario de Cataluña responde a la implementación de una parte del nuevo currículum educativo para la selectividad –prorrogado el año pasado por el Ministerio de Educación, encabezado por la ministra Pilar Alegría, ante la falta de consenso entre comunidades autónomas. El objetivo del nuevo funcionamiento de las pruebas de lengua y literatura catalana y castellana es trabajar de manera «competencial», es decir, en lugar de evaluar la capacidad memorística de los alumnos sobre las obras obligatorias, apostar por preguntas de carácter genérico que permitan evaluar las competencias generales sobre estas cuestiones. Es decir que, a partir del año próximo, las PAU evaluarán la competencia literaria con preguntas sobre tópicos, género y recursos literarios, basadas en fragmentos que no tienen por qué haber leído todos los estudiantes, pero que servirán para conectar con los conocimientos adquiridos durante la etapa educativa y evaluar el juicio crítico y la comprensión lectora -uno de los puntos débiles de las pruebas PISA- de los alumnos.

Ahora bien, este nuevo planteamiento curricular no ha tenido un buen recibimiento: «No se puede hacer una enseñanza competencial a la carta», asevera Gerard Furest. El hecho de suprimir las lecturas comunes, según los sindicatos y colectivos de docentes consultados, genera «desigualdad» entre los centros. «Derivar la elección de qué obras se trabajan en el aula a cada profesor provoca desigualdades entre las diferentes escuelas de secundaria y bachillerato. Incluso, puede generar desigualdades entre los diversos grupos del mismo centro», alerta la portavoz nacional de USTEC, Iolanda Segura, que considera que es «fundamental» crear un «corpus común»: «No siempre se tienen que derivar las decisiones a la autonomía del centro», apunta. En este sentido, el coordinador de lengua de La Intersindical también advierte que «no todos los docentes» que imparten lengua catalana «están formados en literatura», cosa que puede condicionar las obras que se escojan para trabajar en el aula.

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, el consejero de Investigación y Universidades, Joaquim Nadal, y la consejera de Educación, Anna Simó, durante la entrega de las distinciones PAU 2023 / EP

Indignación y críticas contra la consejería

Ante la mala marejada ocasionada por la medida de la consejería anunciada el pasado 22 de mayo, Anna Simó quiso dejar muy claro que eliminar las lecturas comunes de la selectividad no implica suprimir la obligatoriedad literaria del Bachillerato: «Las lecturas obligatorias no desaparecen, pasarán a ser escogidas desde los centros«, aseguraba a través de una piada en sus redes sociales. De hecho, desde la consejería facilitarán un listado con recomendaciones de obras para trabajar durante el curso. Una lista, pero, que tampoco ha gustado: «Con esta pequeña lista no hay bastante, no podemos construir desde cero», remacha Aïda Ayats.

El último movimiento de la responsable de la cartera ha encendido los ánimos de la comunidad educativa, que denuncia el «menosprecio» constando que sufren, según aseguran, por parte del departamento. «Hace años que varios colectivos avisan que hay que consensuar un marco de lecturas para fundamentar la literatura catalana, y la consejería se ha hecho oídos sordos y ha echado millas», lamenta Iolanda Segura, que pide la «reconsideración» de la medida por parte de la consejera en funciones. Unas palabras muy similares a las que expresa la miembro del Colectivo Pere Quart: «Nos piden constantemente que hagamos malabares y no nos lo ponen nada fácil», denuncia Ayats. A pesar de las críticas y la indignación, pero, la supresión de las lecturas obligatorias para las pruebas de acceso a la universidad a partir del curso próximo sigue en pie, por lo cual los docentes tendrán que encontrar una nueva manera de trabajar y para transmitir los conocimientos sobre literatura, tanto catalana como castellana, a los alumnos.

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