«Graves acusaciones». Este fue el concepto utilizado viernes por Jesús María Barrientos, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) y a la vez del tribunal que juzga la presidenta suspendida del Parlamento, Laura Borràs, para citar de nuevo a las partes en una jornada nada prevista. Después de la primera sesión de la vista, marcada por la trifulca entre las defensas de los tres acusados y la misteriosa aparición de unas diligencias indeterminadas aportadas por la Fiscalía, este martes se sabrá si se suspende el juicio o, si incluso, se para para dos de los acusados, por un presunto error procesal.
El juicio es por prevaricación y falsedad de documento público a raíz de un presunto acuerdo para fraccionar en 18 contratos de la Institución de las Letras Catalanas (ILC) cuando Borràs era la directora. El ministerio fiscal pide para Borràs y el informático que se habría beneficiado de la supuesta irregularidad, Isaías Herrero, 6 años de prisión y 21 de inhabilitación. También hay un tercero implicado, Andreu Pujol, un administrativo de la ILC a quien se le reclaman 3 años de prisión por los mismos hechos.
Después de la sesión de viernes para las cuestiones previas –siempre técnicas–, el juicio, en principio, tenía que continuar el próximo 20 de febrero. Pero las cuestiones planteadas por las partes son más complejas que en otros juicios menos envueltos, y han abocado suficientes dudas para que el tribunal sopese demorarlo por escatir la prueba y dar a las defensas algo más de margen.
Los elementos en discusión son: un posible pacto con la fiscalía de dos de los acusados, que aislaría repentinamente Borràs; un plazo no respetado durante la instrucción; una ampliación del escrito de acusación de Fiscalía y una prueba aportada a última hora donde aparecían las diligencias que, incluso, hicieron rechinar el entendimiento de los magistrados que configuran el tribunal con el ministerio público. Barrientos tiene la voluntad de aclarar la situación antes de proseguir, más allá del resto de cuestiones previas planteadas, también graves, como por ejemplo la sospecha de la carencia de cadena de custodia de la prueba o bien de prueba aportada conseguida más allá de las autorizaciones judiciales.

Unas diligencias misteriosas
Uno de los puntos fuertes de la vista del pasado viernes fue la extrañeza que produjo la aparición de las diligencias indeterminadas 42/2021. Es decir, unas investigaciones de la Fiscalía sobre el caso Borràs que ninguna defensa tenía controladas y, por el que se constató, tampoco conocía el tribunal, que espera tener explicaciones este martes. Todo apuntaría, según fuentes del caso, que se trata de un número de diligencias que otorgó el letrado del TSJC cuando la causa de Borràs llegó desde el Tribunal Supremo, que fue temporalmente el tribunal competente en el caso mientras la actual presidenta de Junts era diputada en el Congreso.
Estas diligencias solo constan en un folio, y las defensas sospechan que el ministerio público las utilizó para continuar haciendo pesquisas por su cuenta cuando la causa ya estaba judicializada. Un hecho absolutamente prohibido por la ley de enjuiciamiento criminal, que impide que el ministerio público continúe una investigación cuando la instrucción ya está en manos de un juez. Este martes, el ministerio público tendrá que justificar cómo es que la prueba aportada se hacen constar estas diligencias, qué tipo de indagaciones se pidieron aprovechándolas y, el que más preocupa a las defensas y los mismos magistrados: si se utilizó este número de diligencias para trabajar a espaldas del tribunal.

Un plazo que no se respetó?
Por otro lado, la defensa de Andreu Pujol planteó una cuestión previa muy técnica que también tendrá que dilucidar la sala antes de empezar el juicio. De hecho, en caso de que se aceptara este defecto de forma, tanto Borràs como Pujol podrían levantarse de la sala y marchar, porque no podrían tener el estatus de acusados. En concreto, el abogado Àlex Solà arguyó que no se podía aplicar un confuso artículo de la ley de enjuiciamiento criminal –la norma que rige los procesos penales y sus garantías. Este artículo es el 324. 3 a) antes de su modificación, y establece que el contador de días para aplicar los plazos que limitan la instrucción puede pararse en caso de acordarse el secreto de las actuaciones. El artículo establecía en su redactado de entonces –después fue modificado– que solo se puede alargar la instrucción más allá de 6 meses si se declara la causa como «compleja». Y la discusión es sobre si la complejidad se declaró dentro de plazo.
La interlocutoria del juez instructor de Manresa que incoaba diligencias por posible falsedad documental en relación con la contratación del trabajo de Herrero para la Institución de las Letras Catalanas es del 15 de noviembre del 2017. Y descartaba declarar la causa secreta, quitado una pieza de intervenciones telefónicas que era separada, sin afectación para la causa principal. El fiscal pidió la prórroga de la instrucción, es decir, convertir la causa en compleja, el 2 de mayo del 2018, y el juez lo aceptó el 18 de mayo del 2018.
Siguiendo el criterio del artículo, hacía tres días tarde, porque el 15 de mayo del 2018 ya había acabado el plazo. «Aquella declaración de causa compleja es ineficaz al ser dictada fuera de plazo», alega la defensa de Pujol. El caso es que la imputación de Pujol y Borràs es muy posterior a aquella fecha y si dan la razón al letrado Solà no se los podría juzgar. O, en todo caso, habría que retrotraer las actuaciones al 15 de mayo de 2018.
El ministerio fiscal insiste que el delito que se juzga ahora -prevaricación- es diferente al que motivó la apertura de la causa -falsificación de moneda, por el caso vinculado al tráfico de drogas por el cual Herrero fue descubierto y sus llamadas intervenidas- y que había una pieza secreta que ponía en pausa el contador. El debate se sostiene si esta pieza secreta tiene relevancia o no para el caso que nos ocupa. Un hecho que el tribunal tiene que acabar de decidir.

Todo el mundo pendiente de la Fiscalía
Este martes a las 12 horas, por lo tanto, los magistrados darán voz a la Fiscalía para que dé explicaciones sobre las graves acusaciones versadas por la defensa de Borràs, dirigida por Isabel Elbal y Gonzalo Boye, sobre el origen y el uso de las misteriosas diligencias 42/2021. Barrientos, como presidente del Tribunal, tiene que enjuagar dudas y tomar una decisión sobre la validez de la prueba nueva aportada y referenciada con este número. También tiene que resolver sobre la denuncia del defecto de forma que implicaría no haber prorrogado la instrucción dentro del plazo legal.
Pero uno de los puntos claves también de la jornada será constatar qué pasa con la prueba que ha sido puesta en entredicho, tanto por la carencia de garantías de la cadena de custodia como por la incorporación de prueba más allá del que establecían las autorizaciones judiciales. Así este miércoles puede ser una previa dura donde las defensas ya han avisado que volverán al combate. Y de nuevo, sin ninguna unidad de acción, más allá que la intención de parar el juicio.