La técnica policial para investigar los movimientos sociales iniciada en el franquismo se ha prolongado hasta nuestros días. Los ejemplos del caso Gambín con la CNT, Espinosa con el independentismo canario o el Aguilar en el PNB y el soberanismo vasco así como los infiltrados en movimientos independentistas catalanes destapados por La directa y el programa 30 Minuts. Pero en uno de los movimientos políticos más importantes de los últimos años, el 15-M, bautizado como el de los Indignados, tampoco faltó la tradición policial de infiltrarse. Fue un caso estrambótico y que aún levanta suspicacias, enfados y misterio en el frondoso mundo de los medios alternativos de la izquierda radical y el anarquismo.

Es el caso de Luis, el infiltrado que iba en bicicleta. Un agente de la Policía Nacional que entró en los movimientos de los indignados de Sevilla, uno de los más activos del estado español, a raíz del movimiento del 15-M en el año 2011. De hecho, Luis se integró al movimiento el mes de septiembre de ese año y algunos de los compañeros de lucha indignada lo acogieron sin sospecha alguna. De hecho, ese movimiento convocó a jóvenes y personas que nunca se habían implicado en política y, en cierto modo, nadie era sospechoso de ser un espía policial. Incluso, una de las leyendas urbanas que circulan por Cataluña es que un divinizado mando de los Mossos d’Esquadra participó en una de las incipientes asambleas de la plaza Cataluña de Barcelona, centro geográfico de los indignados en el país.

Un hombre recuerda el 15-M en una manifestación en 2016 en Madrid | Archivo, Europa Press

Joven, musculoso y comprometido

Las crónicas que recogen la prensa de la época, incluso las más cómplices con los indignados, coinciden en un mismo relato. Luis llegó a una de las asambleas en una casa ocupada sevillana, que allí se bautizaban como «corralas», y se sentó junto a un chico que se le parecía. De hecho, el resto de indignados de la corrala supusieron que eran familiares y les pusieron el apodo de Los primos. Poco a poco, Luis se hizo un nombre dentro del grupo.

Tenía éxito entre sus compañeros de lucha gracias no solo a su aspecto musculoso y joven, sino también a la historia personal que contaba. Sus padres eran ciegos y se marchó a Barcelona a vivir después de su paso por el Instituto La Giralda, un dato que posteriormente sería importante. En la capital catalana estudió magisterio especializado en Educación Física, lo que le permitía trabajar de socorrista en piscinas. Pero, fíjate, nunca en ninguna piscina fija, según detallaba a sus colegas indignados, cada mañana le asignaban una diferente.

Ganó puntos dentro del movimiento y, después de un encuentro en Marinaleda, la capital comunista sevillana, se integró en uno de los grupos de acción del 15-M, bautizado como Ocupación. Desde esta plataforma formó parte de los equipos que ocuparon edificios bancarios o viviendas vacías. También se integró en los grupos que preparaban las manifestaciones y las protestas. De hecho, participaba de la logística y de la acción y se especializó en poner silicona en las cerraduras.

Algo chirriaba en la historia de Luis

Pero Sevilla, además de tener un color especial, sigue siendo una ciudad cotilla. Luis había cometido algún error. Por ejemplo, concretar el instituto donde supuestamente había estudiado, La Giralda. Algunos de los jóvenes indignados que compartían revuelta con él habían estudiado allí y no lo recordaban. Luis se desgañitaba diciendo que de pequeño era gordito y antisocial, y por tanto que era fácil que no lo recordaran. La duda, sin embargo, ya estaba introducida así como la poquísima información que daba de su paso por Barcelona, mostrando lagunas de desconocimiento importante de la ciudad.

Otro de los aspectos que hizo que comenzara a tambalearse su relato fue su discurso político. Se definía como anarquista, pero no tenía las cosas muy claras y parecía que recitaba idearios prefabricados. Y si algo escama a los socialistas de verdad es alguien que se haga pasar por comunista o anarquista y no tenga claras las diferencias o los detalles que te sitúan dentro o fuera del marxismo, el anarco-comunismo, el bakuninismo o la doctrina que sea que supuestamente abraza el sujeto.

Además, en las últimas acciones pasaban cosas extrañas, como que nunca llevaba el DNI, pero cuando la policía lo identificaba en alguna acción nunca lo detenía. Todo este lío de datos se llegó a coser cuando una de las indignadas lo reconoció como un camarero de la discoteca Antique, de la capital andaluza. Otro que lo reconoció recordó que le había contado que estaba ahorrando para opositar y poder entrar a la academia policial de Ávila. Los indignados llevaron fotos a la discoteca y lo reconocieron y certificaron que quería ser policía. De sus excompañeros obtuvieron una información muy valiosa: el nombre y los apellidos, los de verdad. El BOE les certificó la fecha de graduación como miembro del Cuerpo Nacional de Policía.

La bicicleta, sorteada: la divertida venganza

Una de las características de Luis era que se desplazaba en bicicleta. La misma que llevaba el día que sus compañeros, a principios de junio de 2012, con la información recogida, le pidieron explicaciones. Aquel día, se dejó acompañar a casa en una maniobra para mantener la confianza, pero lo que hizo Luis fue presionar el botón rojo. Yendo hacia el lugar que hipotéticamente era su casa, pidió detenerse en un bar para hacer una parada. Tardó bastante tiempo. Mientras tanto, sus compañeros le guardaban la bici.

Salió y tomó la bicicleta, continuaron caminando y, de repente, apareció una patrulla de policías, que lo detuvieron. Tampoco llevaba el DNI, pero, al decir su nombre, los policías comunicaron a sus compañeros que estaba detenido porque se encontraba en busca y captura. Se lo llevaron. Nunca más volvieron a saber nada de Luis. Pero sí de su bicicleta, que quedó en manos del movimiento 15-M y decidieron sacarle provecho. Por eso, según informaba La Marea, decidieron sortear la bicicleta con papeletas que se vendieron al precio de un euro cada una.

La papeleta del sorteo de la bici del presunto policial infiltrado al 15-M de Sevilla/LaMarea
La papeleta del sorteo de la bici del presunto policial infiltrado al 15-M de Sevilla/LaMarea

La propaganda del sorteo era encomiable, definiendo la bicicleta como: «GAC Zeleris Infiltrada. Valorada en 250 euros aunque para algunos no tiene precio. Ideal para misiones de infiltraciones. Si alguna vez has soñado ser un agente secreto, esta es tu bici». La recaudación se utilizó para sufragar la caja de resistencia de unos huelguistas detenidos durante la huelga del 29-M. El misterio de qué se hizo de Luis pervive en Sevilla y aún no se sabe quién fue el afortunado a quien le tocó la bicicleta.

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