Maria Garcia, periodista gerundense, tuvo que demostrar oficio y coraje para mantener a raya un debate que podía haberse descontrolado. El primer debate de candidatos a presidir el Consejo de la República, celebrado en Girona, este miércoles por la noche. Un acto que daba el pistoletazo de salida a una campaña electoral que tiene previstos, de momento, cuatro debates, con una propuesta de celebrar uno completamente presencial en la Cataluña Norte. El acto transcurrió con delicadeza, tranquilidad y con los candidatos tratando de no salir perjudicados. Un dolce far niente que terminó con las intervenciones del público, que requirieron a la moderadora orden y mando.
Los debatientes fueron cuatro de los seis candidatos. Toni Comín -virtualmente-, Montse Duran, Jordi Domingo -con fiebre- y Jordi Castellà explicaron sus propuestas y evitaron el enfrentamiento directo. Pero a raíz de las intervenciones del público surgieron las primeras disonancias o tomas de posición. En este sentido, ante las preguntas sobre las irregularidades Comín defendió que fuera «el consejo» que quiere presidir quien tenga el «control de los recursos» y no la sociedad que le da cobertura legal. Es decir, tras la auditoría a raíz de las denuncias internas sobre su gestión, pide minimizar la sociedad que sostiene económicamente y legalmente el Consejo de la República, de donde precisamente han partido la mayoría de las quejas.
Uno de los puntos más ásperos del debate fue cuando una persona del público dirigió su pregunta de manera personal contra el candidato Domingo. Una pregunta que, por el tono y el contenido, la moderadora cortó de raíz argumentando que el debate no permitía ese tono. De hecho, los debates tienen el peligro de que algún candidato tenga la tentación de llevar supporters aleccionados para cargar contra algún contrario. Una maniobra que o se hace muy bien, con profesionales, o evidencia un montaje por parte de una de las candidaturas a quien se le ve el plumero. En definitiva, acusaba a Domingo de tener acceso a unos documentos, algo que el candidato negó.

Propuestas para remontar el Consejo
Ninguno de los cuatro candidatos sacó ningún conejo de la chistera. De hecho, todos repitieron sus programas, dirigidos a los afiliados del Consejo. Normalmente, estaban bastante de acuerdo en las líneas maestras de la unidad independentista y sobre todo en dar todo el valor a los consejos territoriales como pieza clave del funcionamiento de la entidad en el exilio. Castellà defendió cambiar de sede y llevar el Consejo a Suiza para restar importancia a la Unión Europea. Domingo defendió mantener el Consejo fuera del Estado español, a pesar de una probable aplicación de la amnistía, porque los poderes represivos del Estado siempre son una amenaza. Y también reclamó hacer limpieza en la institución. Duran apostó fuerte por el «control del territorio» y Comín por mantener desde el gobierno del Consejo el control de todos los recursos, con el argumento de que «el exilio debe dirigirlo un exiliado».
Uno de los puntos más calientes del tramo final del debate, en el turno de preguntas, fue qué relación debe tener el Consejo con fuerzas políticas como Aliança Catalana. Castellà fue contundente: «La independencia la haremos con independentistas». «Necesitamos a todos», remachó. Domingo expresó que «si la independencia dependiera de un señor de Aliança Catalana”, él la aceptaría» y puso como ejemplo la caída del muro de Berlín, un proceso en el que «no se miraba de quién era cada uno”. Comín replicó que los valores del Consejo son los «valores de la igualdad y la no discriminación» pero que el Consejo «no debe involucrarse en la vida política autonomista y autonómica, y Aliança es un actor de la política autonomista». «No debemos perder las energías con los actores del autonomismo», concluyó.
Duran fue la más beligerante con la posibilidad de dar cobertura a Aliança Catalana. «Solo hay que recordar el concepto de Derechos Humanos y que somos Grupo Objetivo Identificable», declaró y pidió no hacer “trampas al solitario» porque el «fundamento debe estar bien hecho» pero «si durante 15 o 20 años se han hecho la vista gorda a un tema crucial, de una forma políticamente y autonómicamente tan incorrecta, que ahora no salpique, el Consejo debe estar por encima de todo esto, porque cuando lleguemos no tendremos nada que defender porque los valores los habremos perdido por el camino».