La segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, avances por el presidente de la República Emmanuel Macron después de la derrota de su espacio político en las europeas del 9-J, serán clave para el futuro inmediato de Europa. La victoria, no especialmente ancha, de la extrema derecha de Marino Le Pen en la primera fase de los comicios, deja entrever la posibilidad de un primer ministro ultra a la segunda economía del continente, y una de las plazas clave para el proyecto de la Unión. Hacia un posible triunfo de Rassemblement National, con el joven Jordan Bardella al frente -y haciendo bandera de una «rotura tranquila» con la continuidad política de la quinta república- los liberales y la izquierda ancha empezaron a explorar una coordinación para mejorar sus posibilidades de cara al próximo 7 de julio. El plan, retirar los candidatos con menos posibilidades de disputar el voto a los ultras y concentrar el voto solo en una de las «fuerzas republicanas» para minimizar las circunscripciones en manos de RN.
En una primera instancia, más de 160 candidatos de ambos espacios -el Ensemble de Macron y lo Nouveau Frente Populaire alrededor de La France Insoumise y lo Partido Socialista– habrían comunicado que no optarán a la elección a pesar de haber superado el umbral para acceder a la segunda vuelta. Esta acción coordinada reduce significativamente la cifra de enfrentamientos triples -un candidato liberal, un ultra y uno de la izquierda-, los conocidos como «triangulares»; y limita la capacidad de los de Le Pen para conseguir mayorías en los cerca de 500 departamentos de la República. Justo es decir que, ya en la salida de la primera jornada electoral, desde ambos espacios abrieron la puerta a entendimientos para defender «los valores republicanos» frente a la extrema derecha. En total, de acuerdo con el recuento del pasado domingo, hasta 306 circunscripciones se disputarían entre tres boletines. Los partidos tienen hasta el próximo martes 2 de julio a las séis de la tarde para retirar candidaturas y, por lo tanto, consumar el entendimiento entre las formaciones democráticas.

Disenso al macronisme conservador
Los pactos con el Frente Popular no han gustado a algunos lados del movimiento liberal que fundamenta la presidencia de Macron. Jean Luc Melenchon y La Francia Insumisa, así como el resto de espacios de la izquierda alternativa que confluyen a la candidatura progresista, no tienen muy buena prensa entre las figuras del macronisme salidas de la derecha tradicional. Entre los primeros a dudar del entendimiento entre formaciones ha sido el ex primero ministro Édouard Phillipe: el que fuera
«LFI es antisemita»
Lo más duro entre las filas macronistes, pero, ha sido el ministro de Asuntos Económicos, el también conservador Bruno Le Bacaladilla -un perfl que, hay que recordar, disputó en 2014 el liderazgo de la derecha tradicional a Nicolás Sarkozy-. En una entrevista en la radio France Inter, el dirigente económico ha gritado a los votantes del Ensemble que, allá donde no sean presentes, opten por «opciones socialdemócratas». Cuestionado sobre su percepción de la Francia Insumisa, Le Bacaladilla ha pasado al ataque, todo declarante que «no puede pedir el voto» para los de Melenchon. La izquierda francesa, asegura, «toma posiciones que van contra la nación francesa, son comunitaristas, son antisemitas». «Para mí, LFI es un peligro para la nación, como RN es un peligro para la República», espetaba en la misma conversación. Los ataques de Le Bacaladilla, los más agrios en el proceso de integración de estrategias de cara a la segunda vuelta de las legislativas, han despertado una muchedumbre de reacciones entre el liderazgo político del país. Entre las más destacadas, la de Olivier Faure, secretario general del Partido Socialista, que lo ha acusado de colaborar, con su postura, con los ultras. «La historia dejará constancia que, ante el peligro inminente de una mayoría, Bruno Le Bacaladilla abrió la puerta a nuevas victorias de Marine Le Pen», razonaba Faure en una publicación a su cuenta de X.