Tatxo Benet habita profesionalmente en la torre Mediapro, frente a la plaza de las Glòries de Barcelona y al supositorio que la corona. En la fachada acristalada hay una senyera enorme y desacomplejada. En el piso dieciséis está el despacho, grande, del todavía presidente de la empresa. Hasta que venga alguien a ocuparlo. La corporación –el propietario de la corporación– ha decidido no renovarle el contrato, que se había prolongado cinco años. “Todos los muebles, todo lo que hay aquí, son míos, no de Mediapro”, liquida el presidente en funciones. Una mesa robusta, antigua, que fue de su abuelo, que debió ser una persona con carácter. La mesa es todo un universo. Llena de tallas y cajones. Hay también algunos cuadros de precio y gusto. La luz del sol entra diáfana y total y hace sufrir. Hace sufrir por los cuadros. Tendrá que llevárselo todo. Tatxo es una persona afable, alta, de envergadura y parece imparable. Es curioso, porque a la vez transmite una carga inequívoca de ingenuidad. Una cierta fragilidad, incomprensible si se tiene en cuenta el conjunto. Durante años en Mediapro ha habido tres socios y solo un dios verdadero: Jaume Roures. Pero quien conoce a Tatxo sabe que la trenza no se hizo solo con un hilo. El carácter de Roures impregnaba todos los comentarios, pero la energía de los otros dos fundadores –Tatxo Benet y Gerard Romí– completó el milagro. El milagro Mediapro, que este tercer socio trata de aclarar ahora.

¿Final de etapa o final de carrera?

Pues… No lo sé. Soy una persona que vive tanto al día, que todavía estoy trabajando en Mediapro. Y de momento hago esto, trabajar en Mediapro.

Pero eso ahora…

Sí. Tiene un tiempo limitado. De acuerdo. No lo sé. Cuando acabe este tiempo no he pensado qué haré. Durante un tiempo bastante importante me quedaré aquí trabajando, no en un puesto ejecutivo, pero sí para ayudar a la gente para que haya un traspaso razonable. Hasta que me digan que no hace falta que lo haga. Después, no lo sé… La verdad es que no lo sé. Mainat me decía el otro día que podríamos ir a ver obras o a jugar a la petanca. Le contesté que yo más bien había pensado en ir al Centro Comarcal Lleidatà, que está aquí en la plaza de la Universidad, a jugar a la botifarra. Me gusta jugar a la botifarra. No, de verdad. Tengo muchas cosas por hacer. Tengo la librería Ona, una tienda virtual que vende fruta de Lleida sin intermediarios, directamente al público. Quizás escriba algo. Supongo que lo que haré todo el día es lo que hago ahora en mi vida cotidiana. Con todo el tiempo y con mucha más tranquilidad. Supongo, ¡eh! Quizás llega un momento en que me dicen: “Escucha, ¿quieres hacer esto de aquí?”. Y quizás lo haré.

Dice que hay gente que lo mira con recelo porque es millonario. Pero, ¿usted es millonario?

Este concepto hoy no tiene sentido. Adjudicamos a la gente un valor en euros que no es real. Por ejemplo, yo tengo acciones de Mediapro. El valor de estas acciones es variable. En una época valían mucho, en otra valían poco, y al final, en otra época, no valen nada. No es que no valgan nada, sí que valen, pero quizás nadie te las quiere comprar. Si nadie te las quiere comprar, quiere decir que no valen nada. A mí me hace gracia toda esta gente que te dice: “¡Hoy he ganado un millón de euros en la bolsa!”. –“¿Sí? ¿Por qué?”. –“Porque las acciones de Tesla han subido un diez por ciento y yo tengo no sé cuántas”. –“¿Y qué has hecho? ¿Has vendido esas acciones?”. –“No, no las he vendido”. –“Entonces, no has ganado nada, porque, si mañana bajan, estarás en el mismo lugar. Para ganar te las habrías tenido que vender…”. Se confunde a veces el patrimonio de una persona con el concepto monetario, con la liquidez que pueda tener para hacer algo. Hombre, yo tengo que reconocer que vivo mucho mejor que la inmensísima mayoría de la gente. Eso lo tengo que reconocer. Pero llamarme millonario… Yo no me llamaría así.

Usted ha comentado que había llegado a un acuerdo con el accionista mayoritario de Mediapro, Tang Hao…

Mi contrato era de cinco años.

Y ahora se ha acabado.

Sí.

Pero, por el contrario, hay quien ha relacionado su salida de Mediapro con el hecho de que no se haya renovado el contrato de derechos con la Liga de Fútbol Española…

Es que eso no es cierto. No es cierto que no se hayan renovado esos derechos. Lo que no hemos renovado nosotros son los servicios de producción de los partidos de fútbol. Es decir, lo que no hacemos ahora que hacíamos antes es producir las imágenes de los partidos. Los de la Liga española internacionalmente, los seguimos teniendo. Es un contrato vigente hasta 2029. La Liga hizo un concurso, y nosotros pensábamos –yo lo sigo pensando– que hacíamos la mejor oferta. Aunque no conozco las otras, creo que la mía era muy buena. Ellos decidieron adjudicarlo a otra gente. Ahora, este contrato supone, más o menos, el cuatro por ciento de nuestra facturación. No es que quisiéramos perder este contrato, ha sido un golpe muy fuerte, pero no es…

¿No ha sido el detonante de la no renovación de su contrato?

No. No ha sido el detonante. Lo que pasa es que la gente… Mira, por ejemplo, creo que he tenido una actitud muy positiva ante esto e hice una despedida con la gente de Mediapro en la que les pedí que nadie se entristeciera y les dije que la vida tiene estas etapas. Llevo treinta años aquí. Y llevo trabajando cincuenta y tres años de mi vida. Tengo sesenta y ocho y empecé a trabajar a los quince. ¿Qué pensaba alguien? ¿Que esto sería para toda la vida hasta que me muriera? ¿Que haría como mi abuelo, que le llevaban a firmar los talones en la cama donde murió? No se fiaba ni de sus hijos…

Esto no es así. Las empresas tienen estas renovaciones. Es normal que tengan estas renovaciones. La renovación significa que una empresa está viva y que los máximos accionistas son ambiciosos, porque nadie hace un cambio pensando que irá a peor. Hace un cambio pensando que esto será un revulsivo y que será para mejor. Yo estoy satisfecho, porque todo lo que he hecho ya me ha quedado y ha llegado un punto en que el hecho de que yo me retirara de Mediapro era incluso normal. Ha terminado mi contrato, podía dar por terminada una etapa y viene una nueva, con otros gestores. Esto es un ejemplo de normalidad.

Pero la gente… Unos me dan el pésame, otros me dicen que no me preocupe, que volverá a salir el sol. Yo te aseguro que no tengo nada de esta visión. A uno que me dijo que lo sentía mucho le contesté que no tenía que sentirlo, porque yo estoy feliz y satisfecho. Estoy feliz porque creo que el cambio siempre es positivo y satisfecho, porque, cuando miro atrás y veo qué he hecho en mi vida laboral, me satisface.

Muy bien, pero le podrían haber renovado el contrato, ¿no?

Pudieron, pero no tenían por qué hacerlo. Y también faltaba que yo lo quisiera renovar.

Pero usted sí que lo quería renovar…

A ver, yo no tenía tampoco una voluntad de renovarlo a cualquier precio. Me siento ligado a la gente que trabaja en Mediapro. Cada uno, todos –yo también– tiende a pensar que él lo sabe hacer muy bien y que es indispensable. Pero la realidad te dice que nadie lo es, de indispensable. Nadie. Ahora estamos en este despacho tan grande y parece que la persona que lo ocupa sea la que lo dirige todo, la que lo hace todo… No. Lo que hace que una empresa sea grande o pequeña es la gente que trabaja en ella. El equipo. Y que el equipo trabaje como un equipo de verdad. Los que estamos en los lugares rectores podemos dar una visión un poco más estratégica, podemos influir más en la filosofía, pero al final es la gente que trabaja ahí, toda la gente, la que hace que el grupo tenga éxito o no.

Tatxo Benet, periodista, empresario y coleccionista. Barcelona 24.10.2025 | Mireia Comas
«Nosotros hemos tenido el descaro de decir lo que pensamos, y eso crea muchas aprensiones». Barcelona 24.10.2025 | Mireia Comas

¿Por qué Mediapro despierta tanta expectación, tanta especulación, tanta animosidad?

Esta es una sociedad, la catalana, muy estratificada. Es curioso, porque al final la sociedad catalana se ha hecho a sí misma. Los famosos burgueses catalanes se hicieron a sí mismos, no nacieron así. Fue gente emprendedora que comenzaron a menudo de cero. Unos eran menestrales, otros tenían una pequeña fábrica y aprovecharon determinadas situaciones y, con inteligencia, fueron creciendo y creciendo. Pero, aun así, hay como un cierto recelo ante gente que, como yo, venga de comarcas, de pueblo, de campesino. O ante dos personas, como Jaume y Gerard, que no eran conocidas. Un cierto recelo ante el hecho de que comenzando de cero estas tres personas hagan algo que tenga el éxito, el impacto y la dimensión que ha tenido. Es esta una dimensión mundial. No hablamos de una empresa que vende aquí en Cataluña y que va muy bien, sino de una empresa con un impacto mundial. Esto lo sabemos hacer en Cataluña en diferentes sectores, pero el audiovisual es uno muy específico y es raro que lo hayamos conseguido aquí.

Nosotros, además, hemos tenido eso que en castellano se llama desfachatez, el descaro, de decir las cosas como nos ha parecido y de posicionarnos como nos ha parecido también. Yo personalmente me he posicionado en aquello que me ha parecido y mis socios, también. Uno, no tanto, pero el otro, sí. Esto te crea muchas aprensiones. Mucha gente que te lo valora y que le gusta, pero también mucha gente crítica. Sí que pasa en este país –digo este país y quizás esto pasa en todo el mundo– que se confunde decir las cosas como las piensas, como si tú a partir de ese momento fueras el enemigo de todos los demás. Esto no lo puedo entender. No tengo por qué comulgar al cien por cien con la gente que piensa que soy de su grupo. Puedo estar de acuerdo con algunas cosas y en otras, no. Pero yo tengo un pensamiento, una ideología, y tengo una forma de ver el mundo y mi país. Y a mí me gusta poderlo expresar, porque el ciudadano debe tener la libertad de expresarse. Debe tenerla. Unos tendrán un altavoz más grande y otros más pequeño. Es muy extraño en el caso de la empresa catalana –no tanto en el de la española, donde está bien visto que tú endulces la píldora al gobierno de turno– que los empresarios digamos lo que pensamos.

¿Eso le extraña? Aquí no lo hace nadie. Recuérdese de los dichos tradicionales: “Nuestro mal no quiere ruido”, “La ropa sucia se lava en casa”… En Cataluña un empresario es discreto por obligación y no debe hacer ninguna ostentación.

¡Sí! Una vez un empresario con quien tenía un lío bien grande me dijo: “Escucha, esto lo tenemos que arreglar a la catalana”. De inmediato entendí lo que me quería decir. Pero yo nací en el 57, cuando murió Franco tenía dieciocho años. Si contamos que la dictadura duró, como poco, hasta el 78, estuve desde los 13 o los 14 años hasta los 20 luchando por la libertad. Eso es lo que pensábamos: “¡Tenemos que luchar por la libertad!”. Yo me lo creí. Quizás otros no lo hicieron, pero yo, con la inocencia de los quince, dieciséis, diecisiete años, me creí que realmente la nuestra era una lucha por la libertad, por los derechos fundamentales, por la libertad de expresión, por poder decir cosas, por poder hacer cosas… Luchábamos contra el franquismo dentro de nuestras escasas posibilidades. A mí me influyó mucho el mayo del 68. Me esforzaba por encontrar los hechos, qué pasaba. Tenías que buscar revistas francesas o el Triunfo de la época para buscar, no ya el trasfondo filosófico o político de las cosas, sino qué pasaba exactamente.

Yo venía de esa época y pensaba que íbamos hacia un mundo donde todos debían ser más tolerantes y donde tú podrías decir lo que piensas. Esto me ha quedado y siempre he dicho lo que pienso.

Usted es una excepción.

Quizás soy una excepción, pero no debería serlo. Yo entré en un diario de Barcelona, El Periódico, y llego a la redacción y digo inocentemente que soy independentista. La primera cosa que me dijeron fue: “Xiiiist, calla, calla, calla”. Mi jefe me dijo que, si quería triunfar en esta profesión, no lo podía volver a decir. Me quedé de piedra. Pensé: “¡No lo entiendo! Tú no debes ser independentista y yo, sí. Y aquel será esto y el otro, aquello”. Me encontré con un clima extraño. En la redacción de un diario donde en teoría debía haber gente de todas las ideologías, pero donde había en realidad un clima diferente. “No, no, aquí somos de una determinada tendencia y, si eres de otra, no entres, no estarás bien”.

Eso mismo me pasó a mí en TV3 en el año 89.

Quizás. Yo en TV3 trabajé y toda la vida dije que era independentista. Y te diré otra. La redacción de TV3 deportes eran todos abiertamente independentistas.

Otra excepción. Ya le doy fe que la redacción de informativos, ni mucho menos. Cuando alguien se reconocía –más o menos tenían tres localizados–, la reacción general era como la de El Periódico con usted.

De acuerdo. Pero en cuanto a la redacción de deportes, era de esta manera. Recuerdo que en un momento en que se había constituido el Canal Olímpico, en el año 92, vino gente de Televisión Española. Al final de los Juegos se jugó el último partido de la selección de waterpolo, España contra Italia. Fue un partido con varias prórrogas, porque empataban una vez tras otra. Los redactores de Deportes de TV3 celebraban cada gol de Italia. El equipo de TVE se enfadó tanto, que se fueron. Por la noche, que hicimos una fiesta, se fueron a hablar con Joan Granados y le dijeron exactamente que yo era un hijo de puta y un dictador, y que la redacción de deportes de TV3 era un nido de independentistas. Yo todo eso lo veía con libertad. Ellos lo veían de una manera y nosotros, de otra. ¿Qué problema había que ellos animaran a España y nosotros, a Italia?

¡Todos!

La reacción del Granados fue muy buena. Vino hacia mí y me dijo, muy serio: “Tatxo, han venido a hablar conmigo los de Televisión Española y esto… Tengo que decirte algo muy grave”. –»Dime, dime.» –»Me han dicho que tú eres un hijo de puta y un dictador, y después me han dicho que la redacción de deportes es un nido de independentistas. Y yo ante esto lo único que puedo hacer es darte un gran abrazo”. [Ríe]. En el fondo, los catalanes… La inmensa mayoría somos independentistas. La inmensa mayoría. Pero lo somos de una forma cómoda. “No lo digo, porque no vaya a ser que… pero si me siento cómodo para decirlo, lo digo”.

No es el caso de los ambientes periodísticos.

Tienes razón. No.

Y en TV3 yo no estuve entonces en la redacción de deportes, pero la redacción de informativos no era eso de ninguna manera.

No lo sé. Yo era muy inocente. Vi que entraba gente de todo tipo, pero a mí me pareció positivo.

Yo no digo si era positivo o negativo. Solo digo que en aquella redacción los independentistas –incluso los nacionalistas– se contaban con los dedos de una mano. Reconocerse como independentista era un estigma negativo.

Sí, pero yo lo decía sin ningún problema.

En Deportes debía ser fácil.

No, antes. Estuve cinco años en informativos. Fui jefe de Asignaciones y no tenía ningún problema en decirlo. Lo decía siempre. No tenía ningún problema. Quizás lo decía demasiado, porque ahora pasa que cuando hablan de mi esposa le dicen “la mujer del independentista”. [Ríe].

¿Eso les ha perjudicado a usted o a Mediapro?

Sí. Yo creo que sí. Pero hay problemas con los que tienes que aprender a vivir. Eso me lo dijo un día Antonio Franco, el director de El Periódico, y tenía toda la razón del mundo. Me lo dijo cuando yo tenía veintipocos años. En ese momento yo pensaba que todos los problemas se tenían que resolver. Cuando lo escuché pensé que tenía razón, que hay algunos que no se pueden resolver y tienes que adaptarte. Nosotros somos así. ¿Nos ha perjudicado que seamos una productora catalana? Es posible. Si hubiéramos estado en Madrid, ¿habríamos tenido más ayudas, más no sé qué? ¡Seguro! Pero esos son problemas con los que tienes que aprender a vivir. Nosotros somos así, estamos aquí, pensamos de esta manera, nos gusta decirlo…

Si cambiáramos, si yo hubiera dejado de decir lo que digo, si Jaume hubiera dejado de decir lo que ha dicho, si Gerard hubiera dejado de ser como es, si nos hubiéramos ido a Madrid, habríamos salido ganando con unas cosas y habríamos salido perdiendo en otras. Por lo tanto, como nosotros lo que queremos hacer es lo que hacemos y queremos ser como somos, nos tenemos que adaptar a nuestra situación y seguir adelante tal como somos. No puedes hacer nada más. Porque si estás solo pendiente de hacer las cosas que agradarán a los demás, nunca acabarás haciendo nada positivo ni para ti ni para los demás.

Pero usted ha tenido la certeza de que esta significación tan clara –política en el caso de Jaume Roures y nacional en su caso– ha perjudicado a la empresa?

Como empresa… Creo que hemos tenido la suerte de que somos tan buenos y hemos tenido tan éxito, que hemos podido superar todo esto. Nosotros hemos trabajado y trabajamos para televisiones gobernadas por el PP, por el PP y VOX, por el PSOE… A nosotros a veces nos han dicho: “¡Ahora cuando cambie el gobierno y venga el gobierno de no sé quién, ya veréis!”. Y hemos continuado trabajando después para esa televisión. La realidad cae por su propio peso. Por mucho que venga un gobierno así o asá, lo que quiere es hacer una televisión con cara y ojos. Cuando van y vienen y preguntan a sus profesionales, les dicen: “Escuche, estos son los que lo hacen bien”. Nosotros hemos trabajado para todos. Aquí y en todo el mundo. Hemos trabajado en países con regímenes de todo tipo. Estamos en Argentina, con mil y pico trabajadores, y estábamos antes con los peronistas y ahora con Milei. Nos adaptamos a todas las situaciones. Es que si no… Una empresa tiene que adaptarse a la situación.

¿Y personalmente?

Personalmente, seguro que me ha perjudicado, pero no me gusta decir las dificultades que yo he pasado o que estoy pasando, porque es como si dijeras a la gente que no se signifique porque entonces te vendrán a buscar. Por eso prefiero decir las ventajas que me ha supuesto a mí. Son ventajas personales, que me han permitido sentirme bien conmigo mismo. Y esas ventajas superan los problemas que me haya podido suponer en cualquier otro aspecto.

Se ha referido antes algunas veces a Jaume Roures. Usted y él no quedaron bien cuando tuvo que dejar la empresa. Usted se quedó y él se enfadó…

Yo eso no lo he hablado con él.

¿No lo ha hablado con él?

No.

¿Sabe qué se llega a decir? Llegan a decir incluso que si Mediapro ha perdido la producción de la imagen de los partidos de la Liga española, es porque él tiene influencia. Y que lo ha hecho para hacerle daño a usted.

No lo sé. Quizás. Yo creo que no, pero. Eso sería ir contra la empresa que él fundó hace treinta años. Yo dije el otro día a los más de mil trabajadores conectados desde todo el mundo: “Nunca, nunca, nunca haré nada contra Mediapro. Haga lo que haga, nunca haré nada que compita con ella”.

Tatxo Benet, periodista, empresario y coleccionista. Barcelona 24.10.2025 | Mireia Comas
«Creo que Jaume Roures tiene la misma visión que yo»| Mireia Comas

El hecho de que usted no lo haga no excluye que lo pueda hacer otro.

Creo que con esto Jaume tiene la misma visión de Mediapro que yo. Me sorprendería mucho que él hiciera algo que perjudicara a Mediapro. Y, por otro lado, tampoco lo podría hacer porque ha firmado un pacto de no competencia. Me extraña que sea así.

¿Han vuelto a hablar desde su salida?

No, no. Nunca más.

Dice que Mediapro es una empresa que hace muy bien las cosas. Explique cuál es el secreto. ¿Cómo es posible que tres personas de la calle montaran un pequeño imperio similar?

Yo había montado una empresa por mi cuenta en el año 97, cuando regreso de Madrid, donde trabajaba en Audiovisual Sport, y tres años después la fusiono con la de Jaume y Gerard, y hacemos Mediapro. Me incorporo en el año 2000, lo que no quiere decir que no colaboráramos antes, porque hacíamos cosas juntos hasta que al final aquello cayó por su propio peso…

¿Y cuál fue el milagro que los proyectó?

El milagro es que nos encontramos en TV3 en el año 83 en una cadena que estaba absolutamente por hacer. Yo en TV3 he hecho absolutamente de todo, de reportero, de periodista, de jefe de Asignaciones, he presentado un informativo, un programa, he pasado el Teleprompter, me lo han pasado a mí, he vendido publicidad. Un día hace poco vino Ferran Rodés y me dijo: “No te debes recordar, pero tú y yo negociamos las extraprimas de TV3”. Se ve que en un momento determinado en que estaban enfrentados Havas-Mediaplaning y TV3 sobre las extraprimas me pidieron a mí si podía hablar con ellos y llegamos a un acuerdo. He sido jefe de Deportes, he hecho transmisiones, de productor, absolutamente de todo…

Cuando Jaume, Gerard y yo nos encontramos fuera y nos ponemos a trabajar en un momento en que comienza a haber un proceso de externalización de los servicios y ya han salido las privadas –que poco a poco abandonan la idea de hacerlo todo ellas–, está muy valorada la especialización. Hay una productora que hace comedias de situación de media hora, hay otra que sabe hacer programas de entretenimiento o de entrevistas para programas femeninos de la tarde… Son casi empresas personales. Nosotros nos preguntamos qué sabíamos hacer. “Nosotros sabemos hacer televisión, sabemos hacer de todo”. Y entonces comenzamos a ofrecer servicios a las televisiones que van desde la compra de derechos deportivos hasta cualquier cosa: te busco ENGs y te hago los informativos, tengo unidades móviles y te produzco los partidos, te hago programas, te puedo transmitir señales…

Poco a poco esto hace que la empresa no se quede pequeña con un programa o dos y vaya subsistiendo, sino que exponencialmente cada división vaya creciendo. Y al final también decimos: “Escucha, aquí el mercado son cinco televisiones. De inmediato nos lo acabaremos. Abramos una delegación en Portugal, busquemos una persona adecuada para hacerlo”… También abrimos en Buenos Aires y en Miami. Y esto hace que la empresa vaya creciendo.

Esto de un lado, pero del otro también está el conocimiento de la gente que trabaja en las televisiones. Nosotros nunca fuimos a buscar cazatalentos. Contratábamos gente a punta pala, pero gente que nosotros ya conociéramos, gente que supiéramos que eran buenos. “Escucha, tenemos que enviar a alguien que abra Mediapro en Portugal, y esto lo podría hacer aquel…” Aquel era un técnico que trabajaba en la Forta [Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos], Francisco José de la Fuente… Todavía ahora es nuestro jefe de producción internacional. “En Estados Unidos había aquel tío que podría hacer aquello”… Es decir, el conocimiento de la gente y el hecho de no tener que depender de que una empresa te busque la gente cobrando nos sirvió de mucho. Por eso la gente se pregunta cómo es que tanta gente de TV3 va a parar a Mediapro. Porque es la gente que nosotros conocíamos. Nosotros conocíamos a Jaume Ferrús y cuando deja TV3, deja Canal+, le decimos que venga con nosotros, porque lo conocíamos y sabíamos cómo trabajaba…

Las malas lenguas habituales dicen que aquello fue un intercambio de favores, puertas giratorias, quid pro quo

Porque no saben lo que dicen. Jaume Ferrús nunca fue director de TV3 con Mediapro en funcionamiento. Yo todavía trabajaba en TV3 cuando fue sustituido por Lluís Oliva. Él se fue a Canal+ y estuvo unos años. Uno puede decir lo que quiera, pero la realidad es la realidad. Y no solo vino el director de TV3. Venía gente como Dani Margalef, que era ayudante de producción cuando yo estaba en Deportes. Ahora es un cargo importante dentro de Mediapro. O Joan Úbeda, que hacía reportajes: “Oye, tráelo para acá”. Y esto también en Madrid. Quim Brotons era un tío que estaba en Madrid y que llamamos para que trabajara con nosotros. Buscábamos gente que conociéramos y que les tuviéramos confianza. De esta manera, fuimos capaces de transmitir a toda la compañía una filosofía, un espíritu, una manera de hacer. Este al final ha sido el gran secreto de Mediapro. Todo el mundo trabaja en equipo, todas las piezas se interrelacionan. Tenemos divisiones diferentes de negocios, pero todo el mundo sabe qué hacen las otras. Todo el mundo se involucra.

¿Cuánta gente son ahora?

Unos seis mil.

¿Y cree que todo el mundo sabe qué hacen los demás?

Tenemos redes internas de información que lo permiten. Tenemos un comité ejecutivo donde van los directivos más importantes, pero al mismo tiempo tenemos un comité de dirección donde van treinta personas que reciben información quincenal de todo lo que hacemos. Cada área informa a todas las demás de lo que hace. En este comité de dirección no hay gente por su cargo, sino por su posición. Quizás hay gente por encima de sus integrantes que no están. Pero estas personas nos interesa que estén, porque nos interesa que escuchen qué hace todo el mundo.

Por lo tanto, el secreto de Mediapro sería una cultura de empresa muy definida y muy participativa…

Es una cultura de empresa muy diferente, absolutamente alejada de lo que hacen muchas empresas, que practican el secretismo. “Escucha que no se sepa qué hacemos aquí, que no se entere aquel de allá, porque aquel de allá…”.

No se fomenta la competencia ni la competición entre cargos internos.

Procuramos no hacerlo. Y cuando ha pasado he tratado de detenerlo inmediatamente. Lo que intentamos fomentar siempre es que la información fluya entre todas las divisiones. Nosotros necesitamos que la división de servicios audiovisuales esté muy en común con la del estudio o la de derechos. Todos aportan sinergias.

Ustedes tres comenzaron con la propiedad de una tercera parte de la empresa cada uno. ¿Por qué fueron vendiendo acciones hasta convertirse en minoritarios?

Porque fuimos haciendo ampliaciones de capital. Nosotros éramos ambiciosos y queríamos hacer cosas nuevas. Hicimos una, por ejemplo, muy importante cuando creamos La Sexta. Entre Televisa y nosotros nos gastamos 700 millones de euros. Me hace mucha gracia que nos reprocharan que el gobierno nos había regalado un canal de televisión…

Eso se dijo, sí. Que José Luis Rodríguez Zapatero se la había regalado a Jaume Roures, concretamente…

Ya, pero nosotros invertimos 700 millones de euros. Regalo a quien quiera una frecuencia de televisión con la condición de que invierta 700 millones de euros. Con aquella operación nosotros fuimos reduciendo nuestra participación en Mediapro. Después tuvimos un problema muy grave en el año 20 en Francia…

Perdieron los derechos de la liga de fútbol francesa…

No es que los perdiéramos, es que los tuvimos que devolver porque no los podíamos pagar. Así de sencillo. Perdimos casi 300 millones de euros en Francia y otros 100 en Italia. Además, nos agarró la época del covid y tuvimos que necesitar la aportación de capital nuevo. Vino este capital nuevo, 600 millones, y aún se redujo más nuestra participación.

Pudieron haberse decantado por no crecer o no expandirse tanto y controlar siempre ustedes la mayoría de las acciones. ¿Está satisfecho con el hecho de haber perdido el control?

Sí. No habríamos podido hacer todo lo que hemos hecho. Nuestra valentía también es eso. Dejo de tener el 33 por ciento y paso a tener el 20, pero el valor de ese 20 será más grande que el del 33 que tenía. Porque con ese dinero que me entrará haré una inversión en La Sexta o donde quieras, la empresa valdrá más y mi 20 por ciento, también. Yo seré más pequeño, pero la empresa valdrá más, daré más trabajo, tendré una empresa más potente, con más trabajadores…

Estas operaciones, además, no terminaron bien. El caso de La Sexta no acabó nada bien…

El de La Sexta, si lo miras desde una cierta perspectiva, es un caso de éxito…

Pero ustedes perdieron la propiedad, que pasó a Antena3.

Pero recuperamos una parte del dinero que habíamos invertido.

Tatxo Benet, periodista, empresario y coleccionista. Barcelona 24.10.2025 | Mireia Comas
«Después de la segunda caída de la crisis no tuvimos más remedio que fusionar La Sexta con Antena 3» | Mireia Comas

Perdiendo la propiedad…

Perdiendo la propiedad, sí. Lo cambiamos por acciones de Antena 3, que después vendimos. Sea como sea, el caso de La Sexta profesionalmente es un caso de éxito. Cuando la hicimos, mucha gente nos cantaba las absoluciones. Recuerdo concretamente que José Manuel Lara vino y me dijo: “Te lo digo como amigo, no tienes ninguna posibilidad de colocar tu canal. Es imposible. No hay espacio, no hay lugar en el mercado”. Y por el contrario, La Sexta se posicionó de inmediato y consiguió en poco tiempo un 8 o un 9 por ciento de audiencia. Tuvimos suerte… Bueno, mala suerte… Nos vino la crisis de la doble V, la del 2008. Teníamos un muy buen socio, que era Televisa, que había puesto tanto dinero como nosotros. Estábamos en un momento casi de break-even, pero llegó la crisis y cayó todo.

Aquella crisis hizo una doble V. Era aquel momento en que el presidente de la reserva federal y el ministro Pedro Solbes hablaron de “brotes verdes”. Precisamente en aquel momento de “brotes verdes” invertimos más dinero. Recuerdo que el de Televisa, Alfonso de Angoitia, que ahora es presidente, me decía: “Tatxo, yo os seguiré, pero que sepas que esto ya lo he vivido. Aquí no lo habéis vivido, pero yo ya lo he vivido”. Y yo le contesté: “Alfonso, estamos tan cerca del break-even… Pongámosle un poco más”. Llegamos, pero entonces vino la caída de la segunda V y ya no tuvimos más remedio que buscar la fusión con Antena 3.

Con el mismo José Manuel Lara, que ya le había advertido que no tenían espacio…

Sí. Él mismo. Se quedó con La Sexta y yo negocié con él la fusión.

Negociar con José Manuel Lara no era moco de pavo…

Lara es uno de esos personajes que te marcan en la vida. Yo tuve una relación extraordinaria con él. Tanto de negocios como personal. Me he peleado mucho con él, pero solo puedo decir cosas positivas. Cuando yo era jefe de Deportes de TV3 en el campo del Espanyol me hicieron una pañolada, contra mí y contra TV3. Entonces Lara entró en la directiva del Espanyol y dijo que él se encargaría de la relación con TV3. Me llamó y me dijo: “Soy José Manuel Lara. Quisiera almorzar contigo”. Desde ese momento fuimos a almorzar una vez al mes. Nos entendimos muy bien.

¿No intentó nunca contratarlo?

No. No lo intentó nunca. Yo ya estaba bien en TV3 y después ya tenía una carrera muy definida, ya tenía una empresa y era muy difícil… O no. O quizás pensaba que yo no valía para su empresa. No lo sé. Pero, mira, el día que murió, el lunes siguiente, habíamos acordado hacer una reunión. Uno de sus hijos me lo dijo. Teníamos una relación muy buena. Me gustaba mucho, porque, siendo tan diferente, era un poco como nosotros. Una persona con ambición, con ganas de hacer cosas nuevas, con valentía… Después cada uno es como es y él no tiene nada que ver conmigo desde el punto de vista del carácter, pero tengo que decirte que yo, siendo como soy y habiéndome pronunciado tan claramente sobre tantas cosas, tengo muchos amigos que piensan todo lo contrario. Los tengo y los mantengo. Y me gusta mucho eso. Que haya gente que, a pesar de la etiqueta que te adjudiquen, después te pueda valorar por otras cosas.

Ha hablado de La Sexta. Me gustaría hablar del diario Público. Se decía la maldad en aquellos momentos que, como Zapatero no estaba nada contento con El País, les cedió un canal de televisión a cambio de que ustedes editaran un diario para hacerle competencia al de Prisa…

¡Vaya! En primer lugar, Público no era de Mediapro. Nunca lo fue. Público era de Gerard, de Jaume y mío. Y eso no es lo mismo, porque quien ponía el dinero no era una empresa, sino nosotros tres.

De acuerdo, pero eso no invalida la teoría…

Yo nunca estuve en la cocina, puse el dinero y di también una visión periodística junto con Quim Regàs. Nunca estuve en la discusión sobre una cosa u otra. Lo que sí sé es que a Zapatero eso no le parecía bien. No vino, por ejemplo, a la presentación del diario. Envió a María Teresa Fernández de la Vega. Yo creo que él no quería que saliera Público. Esa fue una de las razones por las que no fue Mediapro quien lo sacó. Para no perjudicar a la empresa. Los otros socios dijeron que no a la inversión. Esta leyenda de que si Zapatero tal o cual creo que es justamente al revés. No le convenía nada, porque lo que él quería era una buena relación con el grupo Prisa.

El diario tampoco salió adelante…

No, porque eran momentos muy difíciles para la prensa. El momento en que los diarios comenzaban a caer, con una indefinición muy grande sobre si papel o digital. Todo era muy complicado y cometimos algún error, lógico también. Por ejemplo, quisimos competir en precio, fijando uno muy barato. Recuerdo que tenía un amigo en Lleida, propietario del Segre, Robert Serentill, que me decía: “Tatxo, te equivocas en esto del precio. Por el precio no ganarás más lectores”. Y tenía razón. No ganas con eso. De ventas íbamos bien, pero de publicidad íbamos fatal, porque la publicidad se había muerto. Al final subimos el precio y lo nivelamos con el de los demás. Las ventas no bajaron. Intentamos fichar un tipo bueno para publicidad, pero no había nada que hacer…

¿El hecho de ser un diario identificado con la izquierda perjudicó la entrada de publicidad que se mueve en los circuitos que se mueve?

Es posible. Pero el proyecto de Público no nace porque nosotros quisiéramos hacer un diario de izquierdas. Nace porque a nosotros nos ofrecen el Avui. A mí me lo ofrece José Manuel Lara, que me dice: “Me dicen que me tengo que quedar el Avui.” Así de claro. Y continúa: “Pero yo no quiero. ¿Por qué no te lo quedas tú y yo me quedo un trocito?”. Yo le respondí que encantado de la vida: “A mí el Avui me parece estupendo”. Al final, no sé por qué razón le propuse que yo fuera mayoritario y que se lo diría también a Javier Godó, que me dijo que sí. En la nueva empresa teníamos que ser nosotros como mayoritarios y ellos dos. Cuando hubo elecciones y ganaron los socialistas, me llamó Lara y me dijo: “Me han llamado de la Generalitat y me han dicho que me harán responsable de lo que se publique en el Avui, porque no se fían de vosotros. Por lo tanto, si tengo que ser responsable, quiero tener yo la mayoría”. Le respondí: “Mira, si quieres tener la mayoría, yo no me quedo con la minoría. Me voy y te lo quedas tú”. No sé si te acuerdas de la época en que en el Avui entraron Lara y Godó…

Hombre si me acuerdo… ¡Es que eso lo articulé yo!

¿Lo ves?

Y no fue así.

¡Ah! [sonríe]. Pero procuro mantener al entrevistador al margen de la entrevista.

Y yo, por eso no iré más allá, aunque eso fue de otra manera desde mi perspectiva.

En todo caso, esto es lo que viví yo. Como el Avui fue un fiasco, miramos si podíamos sacar un diario en catalán en Barcelona. Hablamos con Quim Regàs y Toni Casas, su socio, que se habían dedicado a hacer diarios en todo el mundo. Hicieron un estudio de mercado aquí. En Barcelona y en Madrid. En Barcelona les salía que no había espacio para un diario nuevo en catalán.

Tatxo Benet, periodista, empresario y coleccionista. Barcelona 24.10.2025 | Mireia Comas
«Dije a la gente del ‘Ara’ que habían hecho el diario que yo habría querido hacer» | Mireia Comas

Años después los impulsores del Ara no hicieron mucho caso…

Sí, señor. Yo se lo dije a los del Ara: “Mirad, habéis sacado el diario que a mí me habría gustado sacar y que no saqué porque los estudios de mercado me decían que no había lugar. Os felicito porque habéis tenido la valentía de sacarlo”. En cambio, los estudios de mercado nos decían que, si tú tomabas un cuadrado entre diario más popular y diario más serio –lo digo así para que se entienda–, de aspecto más lector, como El Periódico, o de aspecto menos lector, como El País, que es más duro, y lo cruzabas entre un diario de centro izquierda y otro de centro derecha, había un espacio vacío: el diario popular y de izquierdas.

No hacía falta mucho estudio de mercado para llegar a esa conclusión. En Madrid solo había un diario de centro izquierda, un ladrillo, El País, por tres de derechas. El espacio, de entrada, podría parecer bastante claro…

En todo caso, lo hicimos y nos daba que había muchos lectores de El País que esperaban un diario de este tipo. Por eso lo hicimos. Y después yo no sé si Jaume hablaba con Zapatero o quién sabe qué. Yo no entraba en eso. Yo no hablé nunca con él, te lo aseguro. Lo que sí sé es que aquel, que era un proyecto inicial de Mediapro, terminó siendo un diario de nosotros tres, porque Zapatero estuvo en contra.

Y perdieron hasta la camisa…

Perdimos mucho dinero. Personal, además, que es lo que más duele.

Por eso usted ahora no es millonario.

Bastante menos de lo que habría sido, sí, sí. [Ríe]. O ya no lo soy por culpa, entre otras cosas, de eso.

Mientras hablábamos, para no perder el hilo de la conversación, he dejado dos temas para el final. El primero es TV3 y Alfons Quintà, el paradigma de la maldad…

Yo lo conozco en la delegación de El País en Cataluña, porque hacía de corresponsal en Lleida. Allí conocí a Enric Canals y Alfons Quintà. Quintà era una persona muy peculiar. Creo que él tenía una visión en la cabeza de cómo quería hacer TV3. Sobre todo, de cómo debían ser los informativos. Pero creo también que él era incapaz de llevarlo a la práctica, porque no tenía la capacidad de liderazgo. Entiendo capacidad de liderazgo por ser simpático cuando debes serlo y duro cuando debes serlo. Lo que no puede ser es ser imprevisible. Con salidas fuera de tono en el momento en que no es necesario. Él no tenía esa capacidad. Efectivamente, dejó una impronta en el sentido de ir por donde él marcaba, pero la gran suerte que tuvo TV3 es que al lado de Alfons Quintà siempre estuvo Enric. Enric Canals estuvo desde el primer día y tenía la misma claridad sobre qué tipo de televisión quería hacer, pero la diferencia es que Alfons estuvo unos meses y Enric, cinco años. Enric Canals llevó a la práctica el proyecto, porque sí que tenía esa capacidad de liderar a la gente. Se habla mucho de Alfons Quintà y yo le doy el porcentaje de importancia que tuvo en la historia de TV3, pero para mí fue mucho más importante el personaje de Enric Canals, aparte de que fuera amigo mío. Porque él lo llevó a la práctica, fue capaz de llevarlo a la práctica.

Alfons, sí, fue la maldad absoluta. Mató a su exmujer y se suicidó él. No se puede ser más malo en esta vida que cuando quitas la vida a otro. Pero, si quitas eso, es cierto que él sí que tenía una idea de cómo hacer las cosas. Y tuvo una idea también muy clara en el sentido de hacer algo que no tuviera nada que ver con Televisión Española. Huir del modelo de TVE. Y él lo llevaba tanto al pie de la letra, que incluso no quería que viniera nadie de Televisión Española. Eso era algo bueno en aquel momento. “Yo soy ambicioso, me voy a Francia a ver cómo hacen los informativos. Traigo unos asesores norteamericanos”. Porque, si no, podríamos haber caído donde cayeron otras autonómicas: “Escucha, es que esto vosotros no lo sabéis hacer”.

Eso pedía el director general de RTVE del momento, “una televisión antropológica”…

No hacía falta llegar ahí. Aunque no la hagas, traer a gente de Madrid, que venga aquí, porque son ellos los que saben cómo se hacen las cosas… Nosotros las sabemos hacer y las sabemos hacer con ambición.

¿Usted quiere a TV3?

Sí, sí, claro.

El otro día hizo una entrevista con Ricard Ustrell y se mostró absolutamente partidario de la marca 3Cat. Yo le pregunto si no se puede combinar una plataforma así con dos marcas históricas y populares tan potentes como TV3 y Catalunya Ràdio…

Hombre, continúan utilizando TV3…

Después de las protestas, sí. Hubo un momento en que se perdía incluso en el cubo del edificio de Sant Joan Despí…

Mira, yo creo que de aquí a tres días, si aún lo mantienen, esto de TV3 y de Catalunya Ràdio estará desfasado completamente. No es una televisión. No lo será. De aquí a cuatro días será una plataforma donde podrás ver contenidos de todo tipo. Y entonces que uno sea televisión y que el otro sea radio no tendrá ninguna importancia, porque los consumirás en la misma plataforma. Identificarlos de una manera antigua no te llevará a ningún lado. Los cambios son muy complicados, la gente es muy reticente a ellos. Por eso me envían mensajes de condolencia, porque piensan que el cambio es malo. Entonces piensan: “¡Pobre Tatxo!”. Pasa igual aquí.

A mí no me parece mal el briefing que les han hecho. ¿Qué problema tengo? Tengo el problema de que la televisión como electrodoméstico se está quedando desfasada, porque mis productos cada vez se consumirán más dentro de una plataforma. No puedo llamarlo televisión, porque nadie lo llama así. Antena 3 se llama Atresmedia. Los de Telecinco apostaron por un nombre horroroso, Mitele, que ahora han tenido que cambiar…

Pero la plataforma, que se puede llamar como quieran llamarla, ¿es incompatible con la pervivencia del nombre TV3?

Si están implementando la idea bien o mal, yo no lo sé, porque no lo sigo tanto. Mira, tarde o temprano la marca TV3 nos parecerá tan antigua, que nos parecerá imposible que la hubiéramos estado defendiendo.

Como el Danone…

Como el Danone, no, porque el Danone no ha cambiado, pero fíjate bien. Yo compro el yogur en el Valle de Arán, pero cuando compro en Barcelona me traen uno que se llama Oikos. Ya no se llama Danone.

Eso es una marca concreta de Danone.

Primero Danone quiere hacer un yogur griego y ven que no pueden venderlo como un yogur griego. Entonces buscan una marca que lo permita.

En todo caso, cuando usted pide un yogur sigue pidiendo un danone, aunque sea Oikos o La Fageda.

Pero el cambio de marca está ahí, porque la otra ya no identifica lo que tú eres. La marca TV3 ya no identificará lo que realmente eres, porque eres una plataforma donde hay contenidos de todo tipo. Contenidos audiovisuales y escritos.

Los 200 extrabajadores que han firmado un manifiesto para mantener la marca, paralela al 3Cat, deben estar muy contentos con usted…

Me da igual. Ya se lo harán. Es como si me dijeras que yo no estoy contento con esos 200 extrabajadores. Estoy encantado con ellos. Estoy encantado de que den su opinión y que cada uno dé la suya.

La segunda cuestión era el tercer socio, Gerard Romí. Se fue por la puerta pequeña a raíz del escándalo del caso Fifagate…

A ver, el Fifagate tampoco fue un escándalo… Fue un escándalo en general, pero nuestra parte fue muy pequeña.

Tuvieron que llegar a un acuerdo con la fiscalía.

Y todo quedó resuelto. A Gerard, en estos momentos, que yo sepa, nadie le reclama nada. No tiene nada pendiente. Tampoco me quiero meter, pero Gerard lleva un año y medio trabajando en Mediapro como asesor mío. Ahora se irá porque yo me voy, pero tampoco se puede decir que salió por la puerta pequeña…

Salió por la puerta pequeña y ahora había entrado por la grande…

Ha salido por la grande porque anteayer hicimos una despedida mía y suya donde había más de mil trabajadores. Él pudo dar unas palabras de despedida y todos lo aplaudieron. Porque se lo merece. Porque es una de las personas que más cosas ha hecho por Mediapro.

Al final de todo esto, ¿ha valido la pena?

¡Siiiií! ¿Sabes qué pasa? Yo vivo el día a día. Disfruto del momento. Desde hace unas semanas me ha dado por bajar caminando. Vivo en el Puget, bajo caminando y llego hasta Verdaguer, donde tomo el tranvía, que me lleva hasta aquí. Pues, no sabes cómo disfruto caminando por la ciudad. Esos momentos son fantásticos. Quiero decir que me gusta mucho vivir el momento que vives. Soy un fan.

¿Qué dicen los estudios de mercado de hacer una librería de libros en catalán?

Dicen que estás loco si lo haces [Reímos]. Que estás locuísimo si lo haces. La venta del libro en catalán es de un treinta por ciento. Por lo tanto, perdemos el setenta. Pero, escucha, de librerías que vendan todo tipo de libros, ya las hay, no hace falta que la haga yo. Yo he querido hacer una librería con mucha ambición, muy grande. Demostrar que la cultura catalana es sólida, grande, y que se merece un espacio como Dios manda. Cuando alguien entra en la librería Ona sabe que el 100 por ciento de libros que encontrará están en catalán. Por lo tanto, el 100 por ciento de las ventas en la librería están en catalán. No el 30. Porque eso quiere decir que en las otras librerías sobre los mostradores solo el 30 por ciento de los libros están en catalán. Es una espiral que se va retroalimentando. Estoy orgullosísimo. Y además, tiene una directora fantástica, Iolanda Batallé, que la hace cada día más grande.

¿Cuánta gente ha venido a proponerle estos días un proyecto inaudito, fantástico, para que lo financie?

Cada día, dos. Y ahora no sé por qué, como hice el Museo del Arte Prohibido, les ha dado por pensar que soy un experto en arte. No lo soy en absoluto, pero me piden que haga charlas sobre el mundo del arte. Ahora me habían propuesto una sobre coleccionismo y economía.

¡Gran tema!

Pero yo no sé de eso.

Usted es coleccionista…

Les he hecho cambiarlo. Le llamaremos “coleccionismo y economicismo”, porque en estos momentos, en esta vida –y esto también se lleva al coleccionismo–, la gente piensa que todo se hace desde un enfoque económico. Y el coleccionismo no tiene por qué estar marcado por eso. Es todo lo contrario. Tú coleccionas algo y cuando compras esa plancha no piensas que ahora te cuesta diez y que dentro de diez años la venderás por veinticinco. Pero la gente piensa que es eso. La gente piensa que yo hago coleccionismo porque después ese cuadro lo venderé por no sé cuánto. Nunca he vendido ninguno. Ni me interesa. Y no recuerdo cuánto me ha costado cada cuadro. No tengo ni idea. No me interesa. Una vez ya lo he pagado, me olvido. Lo tengo, me gusta y punto y final. Por eso he querido llamarlo economicismo. En este mundo no todo es economía.

Durante el proceso tuve una discusión con una persona del Círculo de Economía: “Es que con el proceso perderemos no sé cuánto”. –“Escucha, en esta vida no todo es economía”. Le dije que tenía una visión economicista de la vida y me dijo: “Claro que sí, porque no hay otra cosa”. Yo creo que no. Creo que primeramente está la moral, la amistad, muchas otras cosas. Si tú solo miras a corto plazo, quizás tienes razón tú. Pero si yo miro a largo plazo, quizás tengo razón yo.

Es esto que decíamos antes del independentismo en este país. Le gusta estar cómodo, saber que tiene mucha gente alrededor. Por eso cuando las manifestaciones son grandes la gente se acerca y se mete. ¿Por qué? Porque la gente es independentista. Cuando me dicen que Pujol no lo era, eso no es verdad. Claro que lo era. Claro que lo es. Al final siempre hago a la gente la misma reflexión: “¿Tú estás a favor del autogobierno de Cataluña? Sí? Muy bien. ¿Y dónde pones el límite? ¿Qué crees, que los catalanes no podemos llevar los asuntos exteriores? ¿Por qué no?”. –“Es que la Constitución española…”. –“Deja la Constitución española a un lado. ¿Que tenemos un gen que nos impide llevar los asuntos exteriores? Si Cataluña se puede autogobernar, se puede autogobernar en todo. Autogobernarse quiere decir que quieres la independencia. Si no, dime tú por qué tenemos que ceder los asuntos exteriores a un tercero. No tiene ningún sentido”.

¿Cataluña será independiente?

Yo creo que sí. Depende de muchas cosas. Algún día. Pero no gracias a nosotros. Quizás no será gracias a nuestras virtudes, sino a los defectos de los demás.

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