Hay muchas maneras de vivir las relaciones: preferencias, límites y detalles íntimos que las personas establecen cuando comienzan a salir juntas. En Com si fos ahir, los guionistas han planteado una situación opuesta entre dos mujeres del grupo del instituto Reina Sibil·la. Eva (Alícia González Láa) busca desesperadamente un compañero de vida. Desde que comenzó la temporada lo ha intentado todo: aplicaciones, citas con desconocidos, ligar con clientes del gimnasio… No ha sido hasta que ha conocido a una mujer muy peculiar que la ha llevado al mundo de los clubs de intercambio de parejas que no ha podido sonreír un poco, pero esta revolución sexual traía sorpresa.
La cara opuesta la tiene Sílvia (Montse Germán) en casa. Las adversidades por los síntomas de la menopausia y una serie de cambios en su cuerpo la han hecho sufrir mucho. Su relación no ayuda y la doble vida de Francesc (Eduard Buch) es una carga más en la mochila. Hablando claro y directo: lleva unos cuernos gigantes y además su novio tiene la poca vergüenza de esconderlo y poner cara de pena noche y día.
Dos maneras de vivir las infidelidades
Los guionistas del Comsi innovan y temporada tras temporada abren las tramas y buscan temas actuales que puedan encajar con las vidas de los protagonistas. Eva ha hecho una amiga especial en el gimnasio, Sussy, su osteópata. Más allá de arreglarle un par de contracturas, ha descubierto la manera de deshacerse de los nervios. Abrir su sexualidad y probar cosas nuevas es una forma de conectar con ella misma y soltarse, y ella, a pesar de tener miedo, decidió lanzarse a la piscina sin pensarlo. Los resultados fueron de lo más buenos y de un día para otro su estado de ánimo había cambiado completamente. ¿Qué mensaje intentan transmitir los creadores de la serie?

Esta aventura digna de libro venía con sorpresa y por la reacción de la trabajadora, no parece nada contenta con el lío con Sussy. Resulta que en el club conectó mucho con un hombre, charlaron, tomaron una copa y acabaron liándose. Hasta aquí todo perfecto, una persona disfrutando de la sexualidad, pero hay una información que Eva no sabía. Resulta que el hombre con quien había pasado la noche era el marido de Sussy.

El matrimonio es muy abierto en estos temas y para animar a Eva a soltarse en el club acordaron que él ligaría con ella. Ahora, la trabajadora del Gim Rabbit se siente muy incómoda, sobre todo porque este señor se ha apuntado al gimnasio y sigue flirteando con ella sin parar. ¿Se considera infidelidad si Sussy y él tienen estos límites establecidos?
Sílvia pasa de verdugo a víctima
El otro extremo de una infidelidad lo protagoniza Sílvia, en este caso, una infidelidad cargada de dramatismo. Ella, que la temporada anterior chateó con Miqui (Adrià Collado), el cuñado de su novio, y se lió con él sin pensarlo dos veces, es la víctima de la traición de su pareja. Una traición lacrimógena, teniendo en cuenta los argumentos que la acompañan. Que Francesc no tiene ninguna consideración ni vergüenza está claro, pero justamente elegir a Ona (Carmela Poch), la persona con quien salió hace un cuarto de siglo –ya es hora de superar el pasado– y que lo abandonó cuando estaban a punto de casarse, es ir a hacer daño. Ella de todo esto no sabe nada, pero esta mentira tiene las horas contadas.

Además de sufrir y ponerse de morros porque hay algo en su cuerpo que no está bien, Sílvia tiene que soportar las caras de pena de Francesc, que solo espera el momento para salir corriendo y lanzarse a los brazos de su ex.

Parecía que esta semana había decidido que elegiría a Ona por encima de Sílvia, pero el capítulo del viernes ha vuelto a mover la balanza. Un nuevo susto de la mujer -supuestamente por culpa de la menopausia- ha interrumpido su declaración poco sensata. Si los problemas empeoran la próxima semana, ¿será capaz de dejarla sola?

Las relaciones personales son eso, personales y subjetivas, pero la serie diaria de TV3 no tiene ninguna vergüenza a la hora de plantear escenarios diferentes y opuestos para hacer reflexionar a sus espectadores.


