Escribo en EL MON cada dos semanas. Repaso ahora todo lo ocurrido desde mi último artículo, el 11 de marzo, y me espanto: en este breve período de tiempo, mucho, pero mucho, es lo que ha cambiado. Yo diría que se han puesto los cimientos de lo que será una importante mudanza política en el Estado, sin que me atreva yo a pronosticar de una manera detallada por dónde irá tal mudanza, aunque algo sí osaré avanzar.

Simplemente, ocurre que, tras unas mociones de censura absurdas y, como todo lo artificioso, fallidas; tras una convocatoria ‘in extremis’ de elecciones en Madrid; tras el increíble salto del vicepresidente del Gobierno desde el Ejecutivo hasta la cabeza de una candidatura electoral que todo indica que fracasará, constato que esto ya no da más de sí. Que, como decía un amigo diplomático acreditado en Madrid, España es uno de esos países donde se fabrica mucha más política (y encima, mala) de la que se puede consumir. E intuyo que, por tanto, va a llegar un golpe de timón, lo quieran o no quienes capitanean el barco, o los barcos, en los que todos viajamos.

Qué duda cabe de que la salida de Pablo Iglesias del elenco gubernamental va a provocar consecuencias importantes en la marcha de la coalición que compone el Gobierno central; parece difícil de creer que esta coalición se prolongará, tal como está, hasta el final de la Legislatura (invierno de 2023). Más bien, mucha gente se inclina a pensar, y así lo han manifestado, por ejemplo, portavoces del Partido Nacionalista Vasco, generalmente bien informados por ser interlocutores privilegiados de todas las partes, que son probables nuevas elecciones generales dentro de un máximo de un año. Básicamente por lo ya dicho: que esto no da más de sí.

Al tiempo, parece evidente que la estructura partidaria está cambiando rápidamente: no solo Ciudadanos se hunde por sus propios errores, sino que también Unidas Podemos, la otra ‘fuerza emergente’ en 2014, va, poco a poco, empequeñeciéndose, y la figura de Pablo iglesias pierde relevancia política.

Una hipótesis muy posible, avalada por varias encuestas, es que la candidatura del aún secretario general de Unidas Podemos en las elecciones madrileñas del 4 de junio sufra un considerable revés que situaría a Iglesias en un segundo plano político. Y ello tendría sin duda consecuencias directas sobre esa ‘coalición dentro de la coalición’ que ha consolidado hasta ahora una cierta alianza de gobernación entre UP, ERC y Bildu. E, indirectamente, tendrá consecuencias sobre esa ‘Mesa de negociación’ entre el Gobierno central y la Generalitat, cuya continuidad no está concretada, entre otras cosas porque sigue sin formarse el Govern catalán…y porque tal vez la voluntad negociadora de La Moncloa, a la luz de cómo se configuran las cosas en Catalunya, esté apagándose.

La gran cuestión, ahora que tantos cimientos que parecían escasamente movibles se están resquebrajando, es saber qué pasos dará a continuación Pedro Sánchez. Un nuevo acercamiento a Ciudadanos parece simplemente utópico, porque Ciudadanos está haciéndose añicos, hundiéndose en una ciénaga de la que le resultará difícil salir. Por otro lado, mantener el actual equilibrio del Gobierno central, en base a los apoyos al PSOE de Unidas Podemos, Esquerra, Bildu y pequeñas formaciones regionales, se me antoja extremadamente complicado. Ni Unidas Podemos va a ser lo mismo sin Pablo Iglesias en la vicepresidencia segunda del Ejecutivo –Yolanda Díaz no es, desde luego, equiparable a Iglesias en ningún sentido–, ni, presumiblemente, las relaciones entre el PSOE y Esquerra van a mantenerse inalteradas tras la formación de un Govern presumiblemente integrado con la CUP y Junts per Cat.  

En este marco hay que volver a la pregunta ya señalada: ¿por qué camino va a decidirse Sánchez? ¿Un acercamiento al Partido Popular, en busca de propiciar un ‘centrismo’ que aleje a Casado de los abrazos ‘ultras’ de Vox? Este paso es difícil, pero no puede descartarse del todo: al fin y al cabo, los dos principales partidos nacionales ya llegaron a un acuerdo para nombrar un nuevo Consejo de RTVE y un nuevo presidente de la radio televisión pública, el periodista y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona José Manuel Pérez Tornero, que hoy precisamente inicia su labor al frente de la Corporación.

Es posible que Pedro Sánchez se vea forzado a intentar acuerdos puntuales y transversales, fundamentalmente con el PP de casado,  para prolongar su mandato lo más posible, aplazando al máximo la convocatoria de las elecciones. Una vez más, Sánchez buscará las salidas viables, sean o no las lógicas, las más convenientes o las dictadas por el sentido común. Para él, la situación se está volviendo ardua de gobernar. Quién sabe lo que habrá ocurrido cuando, dentro de dos semanas, el 8 de abril, vuelva a escribir mi artículo para El MON. A mí, desde luego, ya no me sorprenderá nada. O casi nada, quién sabe.

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