El escándalo estalló en Nápoles el pasado 27 de mayo. El partido de izquierdas Potere al Popolo denunciaba públicamente que un agente de la policía italiana había estado durante diez meses infiltrado en la formación. El implicado sería un joven de 21 años que se presentó ante el activismo napolitano como un universitario proveniente de Bari, capital de la región de Apulia. El supuesto estudiante comenzó a participar en diversas protestas en la ciudad italiana, desde concentraciones para evitar desahucios hasta manifestaciones estudiantiles. Y, por supuesto, no se perdía ninguno de los eventos y actividades organizados por el grupo político. De hecho, en este casi un año de trayectoria llegó a tomar parte en más de una reunión de ámbito nacional de la formación como si fuera un militante más.

Esta omnipresencia del joven fue la primera señal de alerta que detectaron algunos integrantes del partido de izquierdas. «Nos hizo sospechar que este chico estuviera siempre disponible para todas las iniciativas políticas o militantes, algo poco frecuente cuando eres de clase trabajadora, aunque seas estudiante, pero que nunca viniera cuando proponíamos tomar unas cervezas u otra actividad social. Esto durante casi diez meses», afirma Thomas Straus, consejero de la segunda municipalidad de Nápoles por Potere al Popolo y una de las personas que coincidió con el policía en las calles y trincheras de la capital de la región de Campania. Uno de los episodios que terminó de desatar las sospechas sobre el joven tuvo lugar durante la manifestación multitudinaria que tuvo lugar en Nápoles el pasado 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores. Tras la marcha, fue visto entrando en un restaurante de la ciudad y dialogando unos cuantos minutos con un grupo de hombres vestidos de etiqueta que le sacaban unos cuantos años.

Tras este episodio, varios militantes comenzaron a indagar en las redes sociales. Su sorpresa fue que su perfil en las diferentes plataformas estaba vacío, no había prácticamente información sobre su vida antes de esos diez meses. Entonces, elevaron la búsqueda a Google, poniendo nombre, apellidos y fecha de nacimiento. «Siguiendo este rastro encontramos fotos suyas uniformado de cuando estaba en la escuela de policía e incluso de cuando juró la constitución para graduarse en 2023», relata Straus. A partir de ahí, un grupo de activistas lo confrontó en público sin obtener una respuesta clara por su parte. Antes de desaparecer del todo, el joven hizo una llamada a un compañero universitario que también participaba del movimiento para pedirle explicaciones, pero, cuando se le informó de los resultados de la búsqueda por internet, colgó abruptamente.

Un manual exportado para desenmascarar agentes

«En cierta manera son buenas noticias. Quiere decir que finalmente nos están tomando en serio», ironiza Straus. Antes incluso de que se destapara el caso, el consejero municipal de Potere al Popolo ya había estado en contacto con movimientos sociales tanto de Cataluña como de Grecia que habían sufrido este tipo de infiltraciones, que en Italia hacía años que no se daban. «Es importante que a escala europea estemos organizados porque podemos aprender mucho de las experiencias de unos y otros», remarca. Conscientes de la problemática grave que han supuesto en los últimos años las infiltraciones policiales en nuestro país, especialmente en Barcelona, el activismo italiano ha decidido aprovechar la amplia trayectoria y experiencia de la izquierda catalana en este ámbito para reforzarse internamente e importar alguna de las medidas utilizadas para combatir estos casos.

Una de las más interesantes sin duda ha sido la traducción al italiano de un manual para desenmascarar agentes encubiertos elaborado a raíz de los casos detectados en los últimos años principalmente en la capital catalana. La responsable de esta iniciativa es la editorial Me-ti, un proyecto «independiente de información y formación» -tal como se definen ellos mismos en su página web- vinculado a los movimientos sociales y de izquierdas italianos. En esta especie de guía –Manuale per smascherare un poliziotto infiltrato– se dan varios consejos para poder identificar la presencia de un policía infiltrado, cómo investigar si las sospechas están fundadas y cómo actuar en caso de que el resultado de las indagaciones sea afirmativo. La versión italiana incluye una serie de pasajes técnicos que dan contexto sobre la situación en el estado español y la comparan con el escenario del país transalpino, en aspectos como los trámites para la recuperación de documentación o los procedimientos internos de los respectivos cuerpos policiales.

Portada del Manuale per smascherare un poliziotto infiltrato traduït per l'editorial Me-ti / Me ti
Portada del Manuale per smascherare un poliziotto infiltrato traducido por la editorial Me-ti / Me ti

«No queremos alimentar la paranoia ni la caza de brujas, sino simplemente proporcionar una herramienta útil para cualquier persona involucrada en la política y las actividades sociales en este país […] La represión tiene mil caras. Intentan reprimir y obstaculizar organizaciones, movimientos sociales, personas que luchan por la igualdad, la justicia y los derechos no solo con porras y denuncias, o mediante medidas liberticidas, como el decreto de seguridad, sino también con métodos más sutiles, como infiltrados y provocadores», anotan desde la editorial respecto al manual.

Sospechas por una desaparición repentina

En esta guía también se incluyen códigos QR con una recopilación de artículos que hablan de hasta nueve policías infiltrados en todo el estado español, principalmente en Cataluña y en los movimientos sociales barceloneses. Entre estos no figura, sin embargo, el caso de la Belén Hammad Gómez, la identidad falsa que adoptó una agente del CNP para introducirse en el movimiento por Palestina y en la izquierda independentista de la capital catalana entre el 2018 y el 2020. Este es el último episodio de infiltración detectado en nuestro país, que se destapó a principios del pasado mes de marzo a raíz de una investigación de La Directa. Siguiendo el mismo patrón que sus predecesores, esta joven de 26 años -que formó parte del Casal Popular 3 Voltes Rebel del distrito barcelonés de Nou Barris, de la formación independentista Endavant y participó en las movilizaciones contra la sentencia del procés del otoño de 2019, incluida la conocida como batalla de Urquinaonadesapareció de repente, alegando un cambio de destino del trabajo de comercial que hacía y la delicada salud de su madre.

A diferencia del caso destapado en Nápoles, su tapadera no saltó hasta pasados unos cuantos años desde su desaparición repentina. Esto hizo que la infiltrada pudiera mantener contacto telefónico con los diferentes sectores del activismo barcelonés en los que había militado hasta bien avanzado el año 2023. Como algunos de los otros agentes encubiertos, la mujer formaba parte de la 32ª promoción de la Escuela de Policía de Ávila y se graduó y juró bandera en junio de 2018. Un año más tarde, lo hacía Daniel Hernández Pons, la identidad falsa que adoptó un joven mallorquín para participar de diversas entidades del barrio de Sant Andreu de la capital catalana, donde habría llegado a mantener relaciones sexuales y sentimentales con algunas jóvenes activistas. Se da la circunstancia de que los apellidos bajo los cuales se presentaba el policía eran prácticamente idénticos a los del otro agente del CNP infiltrado en movimientos de la izquierda independentista barcelonesa y descubierto en junio de 2022.

El espacio lateral de la jefatura de la Policía Nacional, custodiado por agentes de los cuerpos catalanes y españoles / Jordi Borràs
El espacio lateral de la jefatura de la Policía Nacional, custodiado por agentes de los cuerpos catalanes y españoles / Jordi Borràs

Una versión oficial que está muy lejos de dar respuestas

La respuesta oficial del gobierno español a raíz del último caso destapado a principios de marzo fue cerrar filas con los cuerpos policiales. «Garantizan el ejercicio de nuestros derechos y libertades y actúan en el marco estricto de la legalidad bajo el control de los órganos judiciales […] No se investigan ni cuestiones ideológicas ni mucho menos organizaciones del tercer sector, que tanto ayudan a la convivencia, y menos aún aquellas no están bajo ninguna sospecha de comisión de delito«, señalaba entonces el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. En el caso napolitano, las autoridades italianas se han limitado a apuntar que la infiltración de este agente podría ser fruto de una iniciativa personal del mismo policía y que en ningún caso ha sido autorizada por las fuerzas de seguridad, tal y como recogen varias agencias del país.

«El Estado utiliza herramientas represivas porque no tolera la disidencia, es un ataque a la democracia que afecta a todos. El gobierno Meloni no procede solo con propaganda contra la disidencia, sino que utiliza las herramientas represivas del aparato de seguridad […] La democracia no existe si el Estado entra en tu casa, te espía y se infiltra. Esto no es democracia, son pasos hacia la autocracia y la dictadura real», advertía con contundencia hace unos días el portavoz nacional de Potere al Popolo, Giuliano Granato, en unas declaraciones al medio digital fanpage.it, donde se explica en detalle el caso de la infiltración en Nápoles. Straus afina más el tiro y hace un llamado a estar preparados para un escenario futuro nada esperanzador. «El caso se destapó cuando aún estaba en un plano muy local, pero quién sabe cuál era el objetivo final. Es muy importante que se sepa cómo ha ido la operación porque nosotros estamos plenamente seguros de que el joven estaba realizando tareas de prevención antiterrorista. Esta etiqueta que nos ponen es muy grave y parece que se esté queriendo silenciar todo», alerta.

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