Cataluña es un país que destaca, entre otras cosas, por su belleza arquitectónica y paisajística. La enorme variedad de pequeños municipios y pueblos que conforman el entramado del territorio, sin embargo, dificulta elegir una población como la más bonita del país. Mientras algunos catalanes consideran que Cadaqués, el gran emblema de la Costa Brava, es el pueblo más bonito, otras personas se decantan por localidades del interior del territorio, como Siurana o Besalú. Teniendo en cuenta que se trata de una opinión completamente subjetiva, la prestigiosa revista estadounidense National Geographic elabora cada mes una serie de recomendaciones de pueblos y municipios que hay que visitar. Este mes de febrero, la recomendación del medio internacional es Cardet (Alta Ribagorza), en pleno Pirineo catalán.
Este pequeño pueblo, estipulado administrativamente como una entidad singular de población, forma parte del término municipal de la Vall de Boí. Concretamente, está situado en la parte meridional del término, que se alza sobre la ribera de la Noguera de Tor. Según los últimos datos censales del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), en Cardet solo habitan regularmente cinco personas -tres hombres y dos mujeres. Aunque se trata de una población muy pequeña, con poco menos de una veintena de casas, la revista National Geographic la recomienda como destino de fin de semana por su belleza paisajística, ya que su ubicación convierte a Cardet en un rincón ideal para disfrutar de las vistas de la Vall de Boí.

Un pueblo con siglos de historia
Más allá de los paisajes naturales espectaculares de la Vall de Boí, Cardet también destaca entre las publicaciones de la revista estadounidense por su larga historia, que se remonta a la época medieval. De hecho, los primeros documentos datan el antiguo castillo del pueblo a mediados del año 1096. Se trata de una construcción medieval que servía para defender la entrada al valle. Sin embargo, de aquel castillo ya solo quedan ruinas y algunos rastros documentales. La larga historia de Cardet, sin embargo, no se limita solo a los restos de la fortificación defensiva, sino que también ha perdurado a través de la iglesia románica de Santa María de Cardet, una de las joyas arquitectónicas del paraíso románico de la Vall de Boí. Esta iglesia data de los siglos XI y XII y está situada en uno de los puntos más elevados del pueblo. Es precisamente esta ubicación la que permitió construir una pequeña cripta en el interior de la iglesia, la única del conjunto de iglesias que forman parte del patrimonio de la humanidad de la zona.
Aunque se trata de un pueblo pequeño, formado por un breve entramado de calles empedradas y casas con un estilo rústico, el turismo es una de las principales fuentes de ingresos de la población, especialmente por los servicios derivados de la declaración de las iglesias románicas de la Vall de Boí por la UNESCO. De hecho, a raíz de esta declaración, se ha construido un Centro de interpretación del románico en Erill la Vall, a escasos kilómetros de Cardet, que ofrece una visita, que se puede hacer acompañado de un guía o libremente, a todas las iglesias incluidas dentro del catálogo. Además, la temporada de nieve también es uno de los mejores momentos del año para el pueblo, ya que duplican su actividad turística debido a la apertura de las estaciones de esquí.