Transportar agua con barcos desde Tarragona hasta el Puerto de Barcelona para abastecer el área metropolitana (CON) y combatir la sequía es una de las opciones que el gobierno catalán ha puesto sobre la mesa. Se trata de una de las medidas que ha despertado más polémica, puesto que trasladar el agua del río Ebro hasta Barcelona tiene un coste económico y medioambiental mucho más elevado que otras muchas estrategias para hacer frente a la emergencia hídrica. El pasado miércoles 29 de noviembre, el consejero de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, David Mascort, dejó muy claro, durante una visita a la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP) del Besòs, que «si es necesario, podrían llegar barcos con agua para combatir la sequía antes del verano», pero que esta es «la última opción» que contemplan. Aun así, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, aseguró el mismo día que mantiene «permanentes conversaciones» con el Ministerio para la Transición Ecológica para llevarlo a cabo si se tercia.
Varios expertos y plataformas de activistas en defensa del agua coinciden con la opinión del Departamento y advierten de que los costes, tanto económicos como medioambientales, que comporta paliar la sequía trasvasando agua con barcos es mucho más elevado que el de cualquier otro método. «Entendemos que el gobierno prepare todas las cartas posibles, pero no podemos olvidar el elevado coste económico y la poca cantidad de agua que se puede llegar a trasvasar técnicamente», asevera la portavoz de la Plataforma en Defensa del Ebro, Susanna Abella, en conversación con El Món. Para la portavoz, del mismo modo que lo ha expresado la consejería, «esta medida tendría que ser la última en contemplarse».
Lo mismo piensa el profesor y miembro del Departamento de Geografía y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) David Saurí: «Es una alternativa casi extrema. La puedes usar cuando ya no tienes más opciones», asegura el experto. De hecho, en esta línea, Abella considera que sería óptimo acelerar los escenarios de emergencia, es decir, endurecer las restricciones a pesar de que todavía no sea imprescindible, para «evitar necesitar la ayuda de barcos antes de llegar al mes de mayo».

Siguiendo este hilo, la portavoz de temas relacionados con el agua de la asociación de Ecologistas en Acción de Cataluña, Eli Forés, endurece el tono en conversación con El Món y asegura que la propuesta de trasvasar agua con barcos es «ridícula»: «Ya nos parecía ridícula en su momento cuando se hizo para hacer frente a la sequía del 2008, y ahora continuamos pensando exactamente lo mismo. No tiene ningún tipo de sentido», apunta. Según ha detallado la consejería a lo largo de la semana, los barcos que están valorando para llevar a cabo este escenario hipotético permitirían trasvasar entre 30.000 hm³ y 60.000 hm³, aproximadamente, por embarcación, cosa que no sirve ni para abastecer la capital catalana, que consume de media unos 250.000 hm³ por día. Por lo tanto, todavía menos toda el área metropolitana de Barcelona. «Es como coger un cubo, llenarlo, y tirarlo en medio de Barcelona», argumenta la portavoz de Ecologistas en Acción. Ahora bien, hay que tener en cuenta, también, que la consejería en ningún momento ha puesto esta solución como una estrategia única, sino como la complementación de un conjunto de acciones para paliar la sequía.
El elevado coste de transportar el agua con barcos
Para Saurí, el principal motivo por el cual transportar agua con barcos tendría que seguir siendo la última bala a gastar es la elevado coste económico. Mascort avanzó el pasado 22 de noviembre en una entrevista en
A pesar de este «elevadísimo coste», la Generalitat ha puesto la opción sobre la mesa. El principal puerto con el cual están trabajando para realizar este «escenario hipotético» es el de Tarragona, por lo cual el agua que se usaría es la del Ebro. A pesar de que en estos momentos, en comparación en otros ríos del territorio catalán, el Ebro se encuentra en una buena situación hídrica, Susanna Abella advierte de que «el río también tiene sus propias necesidades» y que, si se hace un uso desmesurado de su caudal y se trasvasa sin ton ni son, «el río podría llegar a quedar seco»: «Es esencial ver cómo se distribuye», asevera la portavoz.
Eli Forés se muestra más contundente en este aspecto. Para Ecologistas en Acción de Cataluña, apostar por utilizar el agua del Ebro es no valorar la situación que ha vivido el río durante todo el año: «Apenas hemos podido asegurar la cosecha de arroz y ha costado garantizar los sedimentos en el Delta [una de las principales preocupaciones de los activistas de la zona]. Extraer más agua del Ebro es inverosímil en cuanto al equilibrio territorial«, afirma.

La desalinizadora de Foix
Ahora bien, trasvasar agua de un punto a otro es un método que se ha usado anteriormente. Durante la sequía que golpeó el territorio catalán en 2008, Barcelona recibió una embarcación proveniente de Marsella (Francia) y una de Tarragona para hacer frente a la emergencia hídrica. La situación, sin embargo, no se prolongó excesivamente en el tiempo porque la aparición de lluvias cambió el curso de la sequía. Según explica la portavoz de la Plataforma de las Tierras del Ebro, trasvasar agua es factible pero se puede hacer de una manera más adecuada. Y para hacerlo hay que consolidar la desalinizadora de Foix, una instalación recogida en el Plan Fluvial 2022/27 que prevé instalarse entre Cunit y Cubelles, en la comarca del Garraf. Esta nueva instalación, que hace más de una década que se puso sobre la mesa con el Plan Hidrológico de Aznar pero que por ahora todavía no se ha llevado a cabo, permitiría interconectar la red de agua de la demarcación de Barcelona con la de Tarragona: «Es la pieza que falta al rompecabezas para evitar tener que recurrir a barcos para transportar agua», asevera Abella.
Así pues, con la construcción de una cañería que conectara los dos puntos se podría llevar a cabo este trasvase, pero con menos costes. Independientemente de la existencia de esta infraestructura, todos los expertos y ecologistas coinciden en que transportar agua del Ebro tiene que ser el último cartucho en dispararse porque es caro, es la medida menos sostenible y no permite cubrir todo el déficit hídrico. Sin reforzar el sistema de manera estructural, llevar agua con barcos es como tapar con una tirita una herida de bala.