Cataluña se prepara para entrar en la primera fase de emergencia. Tal como anunció hace unos días el consejero de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, David Mascort, con la llegada del nuevo año se decretará el estado de emergencia en el área de Barcelona, la más poblada del país. Hace más de 37 meses que una persistente sequía golpea el territorio catalán y la falta de lluvias no permite revertir la situación. Según los datos actuales de la Agencia Catalana del Agua (ACA), el nivel de los embalses se encuentra al 16,95% de su capacidad, un valor muy próximo al estipulado para decretar la primera fase de emergencia en la mayor parte del territorio (16%). De hecho, el director del ACA, Samuel Reyes, prevé que, con los datos pluviométricos actuales, el sistema Ter-Llobregat entre en emergencia la primera quincena de enero. Independientemente de la fecha, no obstante, Cataluña acabará entrando en emergencia, y esto tendrá repercusiones en la población.
Actualmente, hay 36 municipios, principalmente en la comarca del Alt Empordà, que se encuentran en la primera fase de emergencia, 202 municipios en estado de preemergencia y 297 en situación de excepcionalidad. Son todos estos municipios en preemergencia —los que se alcanzan de agua por el sistema Ter-Llobregat— los que entrarán en la primera fase de emergencia. Esto implica, pues, que las restricciones se endurecerán en todos estos municipios. Tal como queda recogido en el Plan Especial de Sequía que se aprobó el 8 de enero de 2020, cuando se entre en la primera fase, se restringirá el consumo de agua a 200 litros por persona al día, 10 litros al día menos que el tope actual. Este dato engloba todos los consumos urbanos de un municipio: Los estrictamente domésticos, es decir, a la cocina, a los lavabos, a los jardines particulares, etc., pero también otros como el de actividades turísticas y de restauración, gimnasios y comercios, el riego de zonas verdes y la limpieza de calles, entre otras. En definitiva, se refiere a la cantidad de agua que se distribuye en el punto inicial de la red de abastecimiento en baja.
Sin cambios sustanciales en la rutina
Según apuntan los expertos consultados por El Món, no obstante, esto no tendrá una afectación real en el día a día de la gente: «La gente no notará ningún cambio significativo en su rutina», argumento el profesor y miembro del Departamento de Geografía y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), David Saurí. Una idea muy similar a la que expresa el portavoz de la entidad ecologista IAEDEN-Salvem l’Empordà, Arnau Lagresa, donde ya hace tiempo que se ha aplicado el estado de emergencia de algunos municipios de la comarca donde actúan. En conversación con este diario, explica que la restricción del volumen de consumo «no está condicionando mucho el día a día» de la población, puesto que pueden seguir haciendo su rutina sin ningún tipo de inconveniente.
Ahora bien, a pesar de que las restricciones no supondrán cambios sustanciales, sí que afectará un poco la comodidad de algunas personas. Tal como anunció el mismo Mascort hace un par de semanas, entre la serie de medidas complementarias en el Plan Especial de Sequía hay el cierre de duchas a los vestuarios de las equipaciones deportivas, centrado en clubes de fútbol profesional y piscinas. El consejero asegura que cada club decidirá cuando cierra las duchas para poder continuar regando el césped o rellenando las piscinas: “Pueden decidir cerrarlas para los entrenamientos y abrirlas para los partidos. Será decisión de cada club teniendo en cuenta el tope de agua que pueden gastar«, argumenta Mascort. Esto, pues, obligará a algunas personas a tener que duchar en su casa después de hacer deporte.

Si dejamos de lado las personas, las restricciones también tendrán un impacto en la industria. Según apunta el presidente del ACA en una entrevista a la Agencia Catalana de Noticias (ACN), la entrada en emergencia haría crecer los porcentajes de los topes: para la agricultura seria de un 80%, para la ganadería seria de un 50% y para la industria, de un 25%. Ahora bien, ha subrayado que puede haber mecanismos de compensación si se utiliza agua regenerada, que es la principal alternativa, según indican los expertos, para afrontar la falta de lluvias. Para los expertos, es en este ámbito en el cual se notarán más las restricciones, puesto que la limitación de agua todavía tendrá más impacto en la producción.
Las consecuencias de saltarse las restricciones
El Plan Especial de Sequía también va acompañado de un régimen sancionador. En caso de no cumplir con el tope de agua marcado por el Gobierno, la Agencia Catalana del Agua tiene la potestad de multar en los ayuntamientos que sobrepasen el volumen permitido. De hecho, el ACA ha empezado a poner multas con cuentagotas Palau-saverdera (Alt Empordà), Begur (Baix Empordà), Matadepera (Vallès Occidental), Vallromanes (Vallès Oriental), Sitges (Garraf) y Cubelles (Garraf) han recibido sanciones por haber excedido el tope de volumen de consumo de agua fijado a 230 litros por persona en el día durante el mes de septiembre. Cada uno de los Ayuntamientos ha recibido una multa de un valor que oscila entre los 10.000 euros hasta los 55.000 euros: “Después de meses de demora del régimen sancionador y dos años del Plan Especial de Sequía activado, si no cumples, tenemos que poner una sanción, y entonces ahora todo el mundo se ha activado”, concluye Reyes.