Gerard Furest, coordinador de lengua del sindicato La Intersindical, es todo un activista por la lengua. Lo demuestra en sus intervenciones en medios de comunicación y en los libros de divulgación que escribe. A raíz del caso de la enfermera que ningunea el catalán en un video viral, en esta entrevista Furest lamenta que parte del problema del uso social del catalán viene de los catalanoparlantes que no denuncian las situaciones en las que ven sus derechos pisoteados porque rehuyen el conflicto. Carga también contra los políticos, que no actúan con suficiente contundencia en la defensa de la lengua y son “el reflejo de la mediocridad general”. 

¿El catalán en la administración está en la UCI?

La situación no es nada buena porque son muchos años de dejadez. Cada vez el conflicto lingüístico es más grande, no solo en el ámbito privado, sino en un ámbito donde creíamos que lo teníamos solucionado. La principal empresa de este país es la Generalitat de Cataluña, tiene 200.000 trabajadores. El problema es que, como no ha habido formación lingüística previa ni vigilancia posterior, sí que se puede decir que el catalán está en la UCI. Esto se ve claramente en un caso como el de la enfermera del video. 

¿Por qué el caso de esta enfermera ha tenido más repercusión que otras situaciones de desprecio?

En el caso de ayer hay varios problemas. El discurso de esta chica tiene que ver con el hecho de que la catalanofobia es estructural en el estado español, en el ámbito social y en el ámbito político. El nacionalismo lingüístico español, de derecha y de izquierda, está creando un marco discursivo preconstitucional que quiere negar derechos que estan en las leyes para cambiar, a medio plazo, el marco legal y dejar los hablantes de las otras lenguas totalmente desamparados en cuanto a sus derechos lingüísticos. Este nacionalismo lingüístico, que es lingüicida, necesita negar los derechos de los catalanoparlantes, de los galegofalantes y de los euskalduns, y por eso hace una cosa muy perversa, ver en la diversidad una discriminación. Esto es el que hace la enfermera cuando se pregunta por qué tiene que aprender catalán. Los derechos de los pacientes son sus obligaciones, el problema es que nadie se lo ha explicado ni le ha hecho una acogida lingüística. 

Además, uno de los rasgos de identidad de la españolidad es la catalanofobia, igual que el principal rasgo de los catalanes es el victimismo. Todo nos lo hace Madrid… Ya sabemos que nos quieren liquidar, la cuestión es qué haremos nosotros. Los políticos catalanes no hacen su trabajo y si no hubiera habido esta polvareda en las redes no habría salido el consejero a decir que se abriría un expediente. 

Gerard Furest durante la entrevista con El Mundo / Jordi Borràs
Gerard Furest durante la entrevista con El Mundo / Jordi Borràs

¿En qué consiste lo que la enfermera denomina «el puto C1 de catalán«? 

El C1 acredita un nivel medio de conocimiento de la lengua. La primera herramienta de trabajo no es ningún utensilio, es la lengua. El C1 acredita que en el ámbito oral y el escrito se tiene un nivel más que aceptable de catalán. A los conserjes muchas veces se les pide un B2, porque no hacen informes, como sí que hacen los docentes o los sanitarios. El trabajo de una enfermera requiere más competencias lingüísticas, por eso se tiene que exigir un buen nivel oral y escrito. Después, la realidad pasa por encima de la teoría, porque la gran mayoría de informes médicos se hacen en castellano. 

¿La falta de sanitarios contribuye a estas situaciones?

El problema del sistema sanitario es muy concreto, porque faltan médicos y enfermeros. Ante todo tenemos que focalizar aquí, porque no tendríamos este problema tan gordo si los datos del Colegio de Médicos no mostraran que un 47% de los nuevos colegiados son extranjeros. Y de este 47%, un 80% son sudamericanos y, por lo tanto, hablan castellano. Un 23% son del resto del estado y un 29% de Cataluña, pero esto no garantiza que sean hablantes de catalán. Este es el gran problema y hace que estemos en una tormenta perfecta. Esta situación obliga a trabajar para que los profesionales que se han marchado vuelvan, pero esto solo se puede hacer con mejores condiciones laborales. Podemos reclamar mejores condiciones, pero no podemos obviar que este país tiene entre un 8% y un 10% de déficit fiscal, cosa que muchos sindicatos olvidan. La Generalitat no invierte suficiente en los servicios públicos, pero el presupuesto es de 40.000 millones y el déficit fiscal de 20.000 millones anuales. Con este dinero se podría mejorar la situación.

¿Mientras la situación no se revierta, hay bastantes cursos para garantizar que los trabajadores conocen el catalán?

Si se mantiene la situación, lo que se tiene que hacer es un seguimiento y una formación antes de entrar al sistema. Por ejemplo, me pregunto, ¿les han hecho firmar una carta de compromiso profesional que incluya la cuestión de los derechos lingüísticos y el respeto al paciente? Se puede entender que en un mes no domines el catalán, pero es una cuestión de voluntad. Por ejemplo, hemos visto muchos refugiados ucranianos que en poco tiempo hablan un catalán perfecto. Cuando se hace la contratación se tienen que dejar las cosas claras, los derechos son de los pacientes y es la obligación de los profesionales públicos atenderlos en su lengua. 

¿Por lo tanto, antes de entrar en el sistema haría falta que se garantizara que los trabajadores lo aprenderán una vez estén dentro?

Sí, el problema es de control. A pesar de que después les pidan el C1, este título también lo tienen muchos profesores de secundaria, pero el problema es que no se garantiza el uso del catalán más allá de esto. Estas enfermeras no tienen la obligación de tener el C1, porque no están estabilizadas, pero sí que tendrían que tener nociones de catalán. Si no hay seguimiento, ni el C1 es suficiente, lo importante es que se cumpla. Tampoco hay suficiente formación lingüística en el mientras tanto, en el limbo hasta la estabilización. La administración cubre el agujero de la atención sanitaria, que se tiene que garantizar, pero omite la parte del acompañamiento lingüístico. 

¿El problema es más acusado en el ámbito de la salud o solo tiene más visibilidad porque están en contacto directo con los usuarios?

Los profesores, por ejemplo, también están en contacto directo, pero los alumnos no se quejan porque no son adultos. En el caso de la sanidad, la situación es más acusada porque es donde hay menos gente que domina el catalán. Esto crea ficciones más visibles. La ley dice que por principio tienes derecho a ser atendido en catalán y en castellano, y esto crea ficciones porque cuando el material humano no acompaña es mucho más difícil cumplir las leyes. Además, uno de los problemas es que los catalanoparlantes nunca quieren conflicto. 

¿Qué quiere decir?

Hay conflicto lingüístico, pero el catalanoparlante medio es un picha fría. Evidentemente, sin conflicto el catalán está muerto. El conflicto de ayer fue virtual, no directo. Ya me gustaría ver a mí cuál sería la capacidad de conflicto de un catalanoparlante que viera pisoteados sus derechos y que se le dijera que no lo piensan atender porque habla en catalán en el mundo real. Ayer todo el mundo estaba muy orgulloso de la respuesta al video, pero me da miedo que quede en agua de borrajas. El catalanoparlante medio es una babosa, tiene muy asumida su subordinación. Tenemos un problema con nuestra mentalidad y los políticos son un reflejo de la mediocridad general. 

¿Ha echado de menos la condena de alguna persona o entidad?

Sí. Mientras hay entidades que se han posicionado claramente, como por ejemplo la Plataforma por la Lengua, en otras han faltado reacciones. Primeramente, de los tres partidos independentistas. Ninguno de ellos hizo un posicionamiento a escala nacional. Entre la clase política hay mucho miedo a visibilizar el conflicto lingüístico. Esto hace que el catalán no pare de retroceder. También he echado de menos que entidades de defensa de la lengua sean más claras cuando se producen vulneraciones de derechos lingüísticos y cuando hay retrocesos en la legalidad vigente en la escuela. 

¿La respuesta del consejero, Manel Balcells, fue suficiente?

Me gustará ver por qué motivos abren el expediente. A veces no es por la catalanofobia de un servidor público, sino que argumentan que se abre el expediente porque desprestigia la bata. También me gustará ver como acaba este expediente, la sociedad civil tendrá que estar pendiente. Podría ser que el anuncio fuera una manera de salir del paso. A priori han hecho lo que se pedía, pero habrá que ver si saben ejercer el poder y hacer lo que no pueden dejar de hacer, sancionar esta conducta xenófoba, a pesar de la presión estatal que recibirán. 

Otro problema es que la administración no recuerda los derechos de los catalanoparlantes, y por tanto estos no los exigen y ellos no los tienen que hacer cumplir. Es un pez que se muerde la cola: la administración tiene que empoderar a los catalanoparlantes para que se quejen siempre que vean violados estos derechos. Esto exige una proactividad que la administración no tiene porque no quiere problemas. Quieren mantenerse en sus cargos muy bien retribuidos y esto se ve mucho en la consellería de Educación. 

¿Quiere decir que la actitud de Balcells le recuerda a la del consejero de Educación, Josep González Cambray?

No querría poner nombres propios porque esto es un problema que transciende a los consejeros. Implica al sottogoverno. Yo mismo me entrevisté con la subdirectora general de Inspección Educativa y llevábamos cuarenta y cinco minutos y ya quería irse a tomar un café. Hay consejeros que querrían presionar más, pero los de debajo no los acompañan. Por ejemplo, la subdirección general de Inspección Educativa no ha hecho su trabajo con la lengua nunca porque los inspectores se ponen de culo. Un funcionario no puede desobedecer, como subdirectora tienes que asumir el conflicto con los funcionarios que no quieren cumplir con su obligación. Entonces es cuando me dicen desde la consellería que no impondrán la lengua a los profesores. Esto el que quiere decir es que ellos creen que los docentes tienen derecho a imponer una lengua a los alumnos en contra de las leyes que lo regulan. Es muy fuerte, lo que están diciendo. Prefieren que los profesores elijan la lengua y no que sean las familias quienes decidan si quieren la inmersión. 

Gerard Furest durante la entrevista con El Mundo / Jordi Borràs
Gerard Furest durante la entrevista con El Mundo / Jordi Borràs

¿En la concertada el problema lingüístico es peor?

La administración no tiene ningún tipo de control sobre los profesionales de la concertada, a pesar de que cobran un sueldo público. Cuando estuve en el hospital para tener a mi segundo hijo, en ninguna parte me atendieron en catalán. Era concertado y en ningún momento tuve derecho a ser atendido en mi lengua. ¿Por qué? Porque no hay ningún control de la administración. De hecho, desde la administración me han llegado a decir que como sindicato lo tenemos que poner sobre la mesa para que ellos puedan actuar. Esto no funciona así. Ellos tienen unas competencias y las tienen que ejercer. Son ellos quienes tienen que cumplir sus obligaciones, y si no lo hacen, o tienen que dimitir o cambiar de modelo. 

¿Cree que este cambio de modelo es lo más adecuado?

El modelo actual, tanto en el ámbito sanitario como en el educativo, es un fracaso. Los mismos líderes independentistas dicen que sus hijos hablan más castellano que catalán en la escuela. Si ellos mismos lo dicen en privado, ¿por qué en público dicen que es un modelo de éxito? Saben que es mentira porque lo ven en sus familias. Si no lo hacen cumplir al 100%, con inspección y formación sociolingüística, es obvio que lo tienen que cambiar. 

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