«No entendemos cómo ha podido pasar. Nos quedamos muy sorprendidos, no nos lo esperábamos». El pasado 12 de febrero, casi una treintena de familias que tenían a sus niños inscritos en la escola bressol Les Manetes, situada en el número 38 de la calle de l’Abat Odó del barrio de Sant Andreu, recibieron un comunicado por parte de la dirección de la guardería en el que les informaban que, a partir del mes de marzo, el centro cerraría definitivamente y ya no volvería a abrir sus puertas. «Ahora tenemos que encontrar algo para nuestros hijos, porque los niños se quedarán en la calle», lamenta Cristina Pinar, madre de un niño de infantil 1 del centro, en conversación con El Món. La dirección de la guardería Les Manetes -un centro privado- cierra por motivos económicos, como han confirmado fuentes del Consorcio de Educación de Barcelona a este diario.

«El sector de las guarderías en Cataluña atraviesa actualmente una grave crisis que ha provocado la inviabilidad del negocio, motivo por el cual durante el último año ha sido un goteo de noticias de cierre de varias guarderías. Desgraciadamente, Les Manetes no es ajena a esta crisis, encontrándonos desde hace tiempo en una situación de pérdidas continuadas sin que haya previsión de que la situación cambie en un corto-medio plazo», apuntaban desde la dirección del centro educativo de Sant Andreu en el comunicado dirigido a las familias. Al cierre de Les Manetes se añade, también, el punto final de la actividad educativa de la guardería El Cau, un equipamiento privado situado en la calle de Vilardell, del barrio de Hostafrancs, que esta semana ya no ha abierto. Estos dos casos, aunque han cerrado por motivos muy diversos, evidencian la crisis que golpea al sector de las guarderías catalanas, que sufre «complicaciones económicas» debido a la configuración de la red de centros en todo el país.

Una niña cuelga su mochila en el pasillo de la escuela en una imagen de archivo / Europa Press

La falta de plazas en la red pública

Cataluña cuenta con guarderías públicas –municipales– y privadas en todo el territorio, que representan cerca del 40% de la oferta. «Son proyectos educativos [los centros privados] llevados por mujeres que han ido pasando de generación en generación, y muchas familias optan por esta opción», recuerdan desde la Asociación Catalana de Guarderías. Los centros públicos tienen precios más asequibles y, además, están inmersos en el paso progresivo hacia la gratuidad, tal como establece el objetivo de la Generalitat de universalizar la etapa educativa de los 0 a los 3 años. De momento, la gratuidad de los centros públicos –con la educación financiada íntegramente por la Generalitat– solo se aplica a infantil 2, desde hace tres cursos. A partir del curso que viene, también se hará extensiva a infantil 1, tal como aprobó el gobierno de Salvador Illa el pasado mes de diciembre. La oferta se completa con centros privados, que reciben una subvención de la Generalitat para paliar la insuficiencia de la oferta pública. El problema es que algunas familias recurren a una guardería privada, de pago, porque no encuentran plaza en ningún centro público, y no porque lo quieran. Aquí aparece el primer agravio.

Este es el caso, por ejemplo, de Cristina Pinar, que asegura que se vio «obligada» a llevar a su niño al centro privado Les Manetes porque «no había plazas en la pública»: «En el barrio de Sant Andreu, la oferta pública solo cubre el 55% del número de niños que entrarían en esta etapa de la enseñanza», argumenta. Para la presidenta de la Asociación Catalana de Guarderías, Conxita Pericó, el problema es complejo. Más allá de las complicaciones «económicas» que sufren los centros privados, la falta de plazas públicas afecta negativamente «la conciliación familiar». «Las familias deberían poder decidir dónde quieren llevar a sus hijos. Debería ser equitativo», argumenta Pericó. Desde la entidad recuerdan que también hay muchas familias que desearían poder llevar a sus niños a un centro privado, ya que se adecua más a sus necesidades horarias, pero que no lo pueden hacer por motivos económicos. Y este también es un gran agravio.

Para la presidenta de la asociación, «tenemos un gran problema, ya que tenemos niños que no entran en la pública porque no hay suficientes plazas y no se aprovechan desde la privada». De hecho, desde la asociación recuerdan que a principio de curso había cerca del 40% de plazas de media vacías. La falta de oferta pública genera una clara desigualdad entre las familias. Albertina Albiñana, de la Coordinadora de Guarderías de Cataluña, recuerda que muchos padres y madres se ven abocados a la privada porque no pueden acceder a la pública. «El Departamento de Educación debería subvencionar completamente estas plazas privadas», añade.

Imagen de un alumno pintando en una guardería / Europa Press

Problemas con la subvención a las guarderías privadas

En esta línea, Albiñana asegura que la «gratuidad» de infantil 2 también provoca que «muchas plazas» de las guarderías privadas queden «vacías», ya que no todas las familias pueden asumir el elevado coste económico que supone llevar a los hijos a un centro de estas características. Ahora bien, a pesar de las cuotas elevadas, muchos de estos centros también están sufriendo económicamente. De hecho, de la misma manera que las dos guarderías barcelonesas, muchas escuelas infantiles se ven forzadas a bajar la persiana por problemas económicos. «La Generalitat solo da una subvención de 800 euros anuales por persona a los centros para que apliquen descuentos a las familias«, argumenta Conxita Pericó desde la Asociación Catalana de Guarderías. Es decir, la subvención permite reducir solo 72 euros la cuota mensual de las familias que van a una guardería privada. Unos dineros que son «insuficientes», para la patronal de guarderías.

Pericó también se queja de que «la administración catalana es muy lenta y tiende a pagar las subvenciones más tarde de lo previsto». Según la presidenta de la Asociación Catalana de Guarderías, estos centros no recibieron el 75% de la subvención del curso 2023-2024 hasta julio -con el curso terminado–, y no recibieron el 25% restante hasta el «mes de diciembre» de 2024. «La parte final de la subvención llegó casi con un año y medio de retraso», lamenta. Esta situación, pues, empuja a las guarderías a hacer malabares para mantener sus negocios en marcha: «Algunas han tenido que pedir préstamos o despedir personal. Otras han tenido que cerrar», argumenta Pericó. Para Albertina Albiñana, de la Coordinadora de Guarderías de Cataluña, este problema se podría resolver «municipalizando» algunos centros privados: «En Cerdanyola del Vallès ya se ha hecho en algún caso y ha funcionado muy bien», recuerda. De momento, sin embargo, la legislación actual y la configuración de la oferta de guarderías en Cataluña, con una clara falta de plazas públicas, hace muy desigual esta etapa escolar.

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