Los partidos independentistas del Parlamento viven un proceso de transformación. ERC permanece inmersa en una guerra civil de cara el congreso que tiene que escoger la nueva dirección de la formación y Junts se prepara para un congreso que quiere institucionalizar formalmente Carles Puigdemont, como presidente de la formación. El tercer partido, pero, que ha decidido pasar por la ITV es la CUP. De hecho, ya hace más de un año que trabaja todos y las trabas de las continuas campañas por el adelanto electoral de los comicios en el Parlamento y en el Congreso así como por la sacudida que sufrió la organización a las elecciones municipales.

Después de un larguísimo proceso interno bautizado como Proceso de Garbí y una asamblea celebrada a Girona, el pasado mes de diciembre, este sábado, los cupaires tienen que decidir como tiene que ser su manual de instrucciones para afrontar la nueva etapa política en Cataluña por parte de los anticapitalistas. De hecho, este proceso ha servido para abrir en canal la organización sin tocar las vigas maestras, como por ejemplo la independencia, el feminismo y el ecologismo en uno en torno a los Países Catalanes. Ahora ha llegado la fase final, con más de 150 enmiendas vivas, a la asamblea del próximo 21 de septiembre a Sabadell, el escenario de la famosa asamblea del 27 de diciembre de 2015 donde se certificó con un empate la división de la CUP sobre si investir o no Artur Mas.

Pero las enmiendas, a las que ha tenido acceso El Món, muestran que todo y el intenso debate interno, todavía quién hay muchísimas cuestiones abiertas, de carácter estratégico y organización o de ambos a la vez. Por ejemplo, enmiendas de la CUP de nuevo Barrios que reclaman un cambio de «lenguaje» o la Nororiental que quiere sacar la CUP de la Tabla de la Esquerra Independentista; una del Penedès que reclama un sistema más eficaz de tomar decisiones. Todo ello en el marco de la ponencia política escrita por el grupo promotor que, antes de que rechazarla, transaccionarla o aceptarla, ha dejado mucha enmienda a votación para que sea la asamblea, como máximo órgano, la que decida. La CUP ha tenido que habilitar una votación por aplicativo del móvil para que las votaciones de las enmiendas no eternice el cónclave. La dicotomía entre el modelo Girona, implantado por Lluc Salellas, y la línea de asambleas de la demarcación de Barcelona, vuelven a marcar el debate.

Una entrada del Palacio de Ferias de Girona con el emblema del Proceso de Garbí de la CUP/Quico Sallés
Una entrada del Palacio de Ferias de Girona con el emblema del Proceso de Garbí de la CUP/Quico Sallés

«Incapacitado de hacer una propuesta política»

Una de las enmiendas a discusión está defendida por la CUP del Penedès. Un texto que reprocha la poca eficacia de los órganos de dirección internos de los cupaires y sobre todo de la creación de propuestas políticas de futuro. Así propone en debate que «en muchos momentos del último ciclo político y del actual, la CUP se ha encontrado paralizada por la incapacidad de hacer propuesta política propia dejándose arrastrar por una dinámica de confrontación interna a rueda de las propuestas políticas que otras organizaciones han puesto sobre la mesa».

«En masa ocasiones», continúa, «los órganos internos de la CUP se han convertido en un campo de disputa entre propuestas estratégicas antagónicas en que la CUP se adhería a una o a la otra o, en el mejor de los casos actuaba cómo facilitadora de consensos precarios». De este modo, insiste en la necesidad que la CUP se dote de las «herramientas para generar pensamiento político propio y de los espacios para formular propuestas estratégicas expresadas de manera genuina en el seno de la organización y al margen de las disputas tácticas». Por eso, la enmienda penedesenca defensa «espacios capaces también de formular estrategia política a largo plazo, poniendo la mirada más allá de una sola asamblea nacional o de la próxima cita electoral». Así, defiende potenciar el Centro de Estudios de Unidad Popular (CEUP) para que tengan «la legitimidad, la capacidad y la autonomía para llevar a cabo esta tarea».

En el mismo sentido, se expresa otra enmienda, en esta ocasión, de una de las más activas del proceso, la CUP de Nou Barris, que pide contar más con la militancia para generar discurso propio y no hacer tanto caso de los «agentes externos». Siguiendo este hilo, consideran que la CUP ha sufrido «la carencia de proyecto nacional propio cohesionado». Una carencia que a menudo «los ha dejado indefensos ante otros sectores políticos que nos han querido subordinar o anular». La enmienda también resalta que la dinámica diaria no tiene que impedir la creación «de un espacio de debate libre de la prisa que pueda trabajar para cohesionar nuestra cosmovisión-ideología en todos los niveles y ámbitos de intervención».

Lluc Salellas, en un momento de su intervención, a la clausura de la asamblea de la CUP a Girona en el marco del Proceso de Garbí/CUP
Lluc Salellas, en un momento de su intervención, a la clausura de la asamblea de la CUP a Girona en el marco del Proceso de Garbí/CUP

Vigilar con «el giro a la derecha del independentismo» y salir de la TEI

En el debate estratégico, también entra en juego la política de alianzas dentro del independentismo. Por eso, hay que hacer especial mención a la enmienda de la CUP del Eixample derecha de Barcelona. El texto a debate alerta del «giro conservador y la hegemonía derechista en el independentismo». Un escenario que reclama ser cuidadoso con «la política de alianzas». Unos pactos que, atendida la enmienda a la ponencia, «en clave nacional se limitarán exclusivamente al ámbito antirrepresivo, descartando cualquier posibilidad de alianza política y programática estable, o de gobernabilidad, con las fuerzas del independentismo conservador y reaccionario que representan Juntos y Alianza Catalana«.

Por otro lado, la CUP de Celrà y Castelló d’Empúries, Norte Oriental, mantiene viva una enmienda muy interesante que en caso de aprobarse puede determinar mucho la lucha entre los dos modelos cupaires coexistentes: el de las comarcas de Girona y el que se defiende desde Barcelona y el área metropolitana. En este sentido, esta enmienda reclama que la CUP salga de la Tabla de la Esquerra Independentista (TEI). «Para centrarse tanto en la misma reorganización como para demostrar la voluntad de unir, fortalecer y ampliar el movimiento, se deja de participar en la actual Tabla de la Esquerra Independentista (TEI), a la espera de construir entre todas y todos nuevas estructuras que nos encaminen a estos objetivos», relata el texto propuesto. Un cambio de paradigma con el argumento que la CUP, antes de sentar con otras organizaciones, es «necesario clarificar un primer posicionamiento propio» y más después de las «reticencias» que han generado «algunos de los posicionamientos de la TEI».

Miembros del TEI en la presentación de los actos de la Fiesta/CUP
Miembros del TEI en la presentación de los actos de la Fiesta/CUP

Cambio del «criptollenguatge»

Una de las enmiendas más destacables, y profundas, es precisamente la primera enmienda que será sometida a votación. La presentan los hiperactivos cupaires de nuevo Barrios y parte de la idea que lo «ciclo de movilizaciones de masas se ha cerrado». Por lo tanto, pide otras maneras de hacer, «revisar el discurso» y sobre todo «mejorar nuestra tarea de propaganda, agitación y comunicación con la demasiada». Por eso, la enmienda destaca el hecho que la CUP sea un «partido nicho de entornos activistas y asociativos», una característica que ha comportado que se haya «empleado un criptollenguatge de gran carga poética que cohesiona los adheridos, pero no se entiende o incluso crea rechazo a la mayor parte de la clase trabajadora».

«La hiperemotividad es un recurso útil a los mítines pero si los «vidas» y «gente bonitas» se convierten en el núcleo de nuestro discurso público no superaremos la «tribu» —para emplear nuestro propio lenguaje autorreferencial», añade con dureza. «El mismo pasa con las complicaciones del lenguaje en términos de forma que no aportan jefe significado sustancialmente nuevo, desde transformar la Soberanía en «soberanías» hasta «remunicipalizar» servicios que nunca han sido públicos», critican. En la misma línea, reclaman rebajar el «tono poético, útil inmediatamente, pero que no politiza en profundidad» y optar por un «lenguaje más planer».

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