Carles Puigdemont y Oriol Junqueras se reunieron el pasado 1 de julio, en medio de las negociaciones para la investidura a la presidencia de la Generalitat y antes de que Esquerra Republicana cerrara un acuerdo con el PSC para investir a Salvador Illa. Ese fue el primer contacto desde el año 2021, cuando Junqueras y el resto de presos políticos fueron recibidos por el presidente en el exilio tras recibir el indulto del gobierno español. Ese reencuentro se produjo cuando hacía años que los dos líderes políticos del Primero de Octubre mantenían una relación muy fría, incluso con reproches a través de los medios de comunicación –no tenían contacto directo– desde el inicio de la represión. Entonces, ni uno ni otro presidían Junts per Catalunya y ERC, respectivamente, pero ahora la reunión de hace unos meses se puede repetir ya con ambos al frente de los dos principales partidos independentistas.

Una vez ya han pasado los procesos internos para elegir las nuevas direcciones de Junts y Esquerra, el mismo Puigdemont ha asegurado que ha llegado la hora de reunirse con Junqueras para tener «un intercambio de opiniones» sobre cómo ven «las cosas del futuro, porque hacemos política para pensar en el futuro». Así se lo hizo saber a Junqueras cuando el sábado le llamó para felicitarlo por su victoria en las elecciones internas de los republicanos. “Su disponibilidad es total, así me lo ha expresado, y por nuestra parte no habrá ningún problema para hablar con el presidente y la secretaria general de Esquerra”, ha detallado Carles Puigdemont. Un punto que también confirman desde el entorno de Junqueras, que «siempre está dispuesto a reunirse con todos». De hecho, el mismo Junqueras ya ha dicho: «Es bueno que hablemos con el presidente Illa y con el presidente Puigdemont». La reunión, debido a la no aplicación de la amnistía, deberá celebrarse, en todo caso, fuera del estado español.

Ambos líderes independentistas han vuelto este otoño a ocupar el papel que ya tenían en el otoño de 2017. De hecho, de una manera u otra y a pesar de las circunstancias de represión, nunca han dejado de ser los referentes de las dos principales formaciones independentistas. A menudo, ambos líderes políticos, y sus respectivos entornos también, han aireado discrepancias estratégicas sobre el rumbo del Proceso, y más de siete años después del referéndum del 1-O vuelven a comandar, si es que alguna vez dejaron de hacerlo, las naves de los dos principales partidos independentistas, que tienen la estabilidad del gobierno español en sus manos.

¿Serán capaces de mitigar las asperezas? ¿Pueden acordar actuar de manera coordinada? Expertos consultados por El Món se muestran muy escépticos sobre la posibilidad de que Puigdemont y Junqueras puedan rehacer unas relaciones que quedaron muy deterioradas en el pasado y creen que no son las personas indicadas para plantear un proyecto de futuro para Cataluña, donde el contexto actual es muy diferente del de hace ocho años y la mayoría independentista de entonces ha quedado hecha añicos.

Carles Puigdemont i Oriol Junqueras a les escales del Parlament el 27-
Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en las escaleras del Parlament el 27-O

Un independentismo con los mismos líderes que en 2017

Andreu Paneque, doctor en Ciencias Políticas y profesor en la UOC, recuerda que es muy difícil separar lo político de lo personal y, en este sentido, evidencia que «los dos dirigentes de las formaciones independentistas con más fuerza se llevan fatal». Duda que puedan ser capaces de dejar los reproches de lado para «intentar encontrar encajes entre las dos formaciones». Además, apunta que «es difícil construir una unidad» si las formaciones no son capaces de tener unas bases bien estructuradas que les permitan «salir con un argumentario y una estrategia».

Mucho más contundente aún se muestra el profesor de Ciencias Políticas de la UAB Marc Guinjoan, que ve «muy difícil» que Puigdemont y Junqueras puedan lograr que el independentismo vuelva a ser hegemónico en unas elecciones al Parlament de Catalunya. Apunta que antes, como mínimo, deberían saber dónde están, redefinir el discurso y limar las diferencias personales, pero este último punto, a su parecer, es imposible porque considera que las relaciones entre ambos «son irreconciliables».

Guinjoan cree que tanto Puigdemont como Junqueras tienen una parte de «liderazgo mesiánico» que no ha permitido nuevos liderazgos en sus respectivas formaciones. Además, subraya que «el hecho de que estas dos personas sigan siendo líderes de sus partidos es una demostración de que aquella etapa no se ha cerrado satisfactoriamente». Lo ejemplifica con la «anomalía» de que no se haya aplicado la ley de amnistía y que «todavía tengan que estar luchando por su libertad personal».

El politólogo y profesor de la UPF Toni Rodon, por su parte, señala que el problema no es que repitan como líderes, que también, sino que son líderes que ya han tocado poder y la ciudadanía ya sabe cómo son y qué pueden hacer. «Y eso, si se valorara bien, tendría una parte positiva, pero también tiene una parte negativa muy importante en este caso», apunta.

«¿Serán ellos quienes hagan el nuevo discurso de país? Creo que no son las personas indicadas. Sea o no culpa suya, las cartas están marcadas en este caso», añade Guinjoan. Paneque también expone que «ver las mismas caras que recuerdan el Proceso» puede cansar a la gente. En todo caso, cree que Puigdemont y Junqueras deben ser hábiles y entender que «no pueden estar hablando con las mismas narrativas siete años después». «Si no se adaptan a las necesidades que hay actualmente y que preocupan a la sociedad, evidentemente los liderazgos acabarán desfasados«, y aún añade que «si no evoluciona el discurso, estamos muertos». Rodon, aunque es muy escéptico, también apunta otra posibilidad: que Puigdemont y Junqueras llegaran a una especie de pacto para dejar cuestiones en común fuera del juego político, y «establecer unos límites».

El líder d'ERC Oriol Junqueras i el líder de JxCat Carles Puigdemont a Waterloo, a Bèlgica, el 7 de juliol de 2021. / ACN
El líder de ERC Oriol Junqueras y el líder de JxCat Carles Puigdemont en Waterloo, en Bélgica, el 7 de julio de 2021. / ACN

¿Actuación conjunta en Madrid?

Los tres expertos consideran que uno de los mínimos comunes denominadores que podrían acordar Puigdemont y Junqueras sería un frente común en Madrid para defender los intereses de Cataluña, como la financiación, Rodalies y la lengua, entre otros. Pero también se muestran escépticos porque esto no ha ocurrido ni en los años más álgidos del Proceso. De hecho, Andreu Paneque pone sobre la mesa un dilema: «¿A Junts y ERC les interesa electoralmente hacer un frente común?». «Si el objetivo es tener el liderazgo del independentismo, esto no tiene sentido porque es una lucha entre ellos. Solo tendría sentido si el objetivo fuera recomponer el movimiento y su fuerza porque entonces el enemigo serían los socialistas», explica.

El politólogo de la UAB, por su parte, expone que esta unidad de acción sería «excelente», pero ve un hándicap por la experiencia del pasado porque desde gran parte de la opinión pública «se asume que los votos de Esquerra son más fáciles de conseguir que los de Junts», y cree que los de Junts no están dispuestos a dejar ir este privilegio. Sin embargo, Guinjoan subraya que, si no vigila, a la formación de Puigdemont «se le acabará este crédito». Por eso «han querido dar un golpe sobre la mesa con la cuestión de confianza». Finalmente, Toni Rodon recuerda que los intentos, sobre todo de entidades, para que hubiera una unidad de acción independentista en Madrid «han fracasado siempre». «Eso no significa que no colaboren ahora, aunque nunca han colaborado», sentencia.

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