La dirección de Junts per Catalunya se ha desmarcado de la decisión de sus regidores a Ripoll de “no impedir” la llegada de la extrema derecha a la alcaldía de la ciudad. Reunida de urgencia esta mañana, la ejecutiva del partido ha asegurado en un comunicado que “no comparte” la postura de Junts per Ripoll, que en el pleno de investidura ha preferido votar a su candidata, Manoli Vega, en lugar de apoyar a la republicana Chantal Pérez, que contaba con los votos del PSC y la CUP.
El partido de Jordi Turull y Laura Borràs también ha repartido culpas con el resto de partidos y han cargado contra el “partidismo” y el “sectarismo” de ERC y el PSC por negarse a hacer un pacto con Junts. “El partidismo se ha impuesto por encima de la necesaria unidad contra el fascismo”, han dicho en un comunicado. “Los intereses de partido, el sectarismo y la miopía política han impedido un gobierno central, estable y fuerte”.

Un fracaso anunciado y vetos cruzados
La clave del fracaso de las negociaciones han sido los vetos. Junts per Ripoll, que después de las elecciones aseguró que no se sentía legitimado para encabezar ningún pacto de gobierno, se ha negado a construir un acuerdo que contara con la CUP, mientras que los tres partidos de izquierdas habían llegado a un acuerdo para hacer alcaldesa a la cabeza de lista de ERC y esperaban que los juntaires les apoyaran desde fuera porque la ciudad había votado “cambio”.
Con este panorama, las conversaciones han estado encalladas desde hace días. Junts asegura que tenía un pacto con ERC y el PSC para encabezar un “gobierno central” y les ha acusado de desdecirse. “Esta propuesta fue acordada ayer por la mañana y rota la misma tarde, por razones que no conocemos y que han conducido a los hechos que se han producido hoy”, han criticado.