El 4 de noviembre de 1926, una patada de los servicios de seguridad franceses en la puerta de Villa Denise, en Prats de Molló (Vallespir), frustró lo que debía ser una insurrección para lograr la liberación nacional de Cataluña. Este era el objetivo de quien, seis años después, sería presidente de la Generalitat, Francesc Macià. Había organizado un movimiento de base insurreccional armada para derribar la dictadura de Primo de Rivera y proclamar la independencia de Cataluña. Todo esto con cientos de patriotas vinculados a la organización abiertamente independentista fundada por el mismo Macià, Estat Català, y la colaboración de la CNT.

El complot fue desarticulado, pero la repercusión internacional del juicio a Macià tras su detención fue extraordinaria y, posiblemente, no tan inesperada como alguna tesis ha hecho creer. De hecho, fue la primera vez que la causa catalana se internacionalizó y llegó a la opinión pública de todas partes. Ahora bien, Macià hacía tiempo que había trabajado el campo internacional e incluso había pedido apoyo y financiación. Así lo acreditan dos documentos, a los que ha tenido acceso El Món, que detallan cómo Macià explicó su plan a la Unión Soviética para conseguir ayuda militar, financiera, política y diplomática, en un viaje iniciado el 24 de octubre de 1925, del que este viernes hace cien años.

Parte del encabezado del documento que el encargado de las relaciones internacionales del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista remite al Kremlin para defender la ayuda a Macià/QS
Parte del encabezado del documento que el encargado de las relaciones internacionales del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista remite al Kremlin para defender la ayuda a Macià/QS

25 páginas con el plan para declarar la independencia detallado

Un dossier interesantísimo de 25 páginas en el que detalla minuciosamente su plan, los motivos que lo justifican, la necesidad de armamento, la confianza en la victoria y la posibilidad de que, a través del golpe, la Unión Soviética pueda extender el comunismo o su revuelta social en Cataluña y en España. El documento fue entregado por Macià al Kremlin el 27 de octubre de 1925, tres días después de llegar a Moscú y un año antes de la detención. Sus explicaciones y su dossier originaron otro documento, por parte del responsable de Internacional, dirigido al secretario del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, el «camarada Zinovieff», donde apostaba por intervenir porque, a su juicio, «desentenderse de este movimiento» podía suponer «suicidarse políticamente».

El informe sobre el dossier que entrega Macià a las autoridades soviéticas subraya que lleva días rondando por Moscú y detalla su biografía como exmilitar español y diputado. Lo definen como un «elemento completamente serio como nacionalista-revolucionario», un «separatista catalán» con «gran influencia sobre las masas de pequeños campesinos y pequeños burgueses de Cataluña». El analista del Kremlin propone que se le otorgue la ayuda. Eso sí, «con una necesaria preparación política y técnica».

Francesc Macià, en su visita a Moscú donde pidió ayuda para la insurrección de Prats de Molló/Archivo Nacional de Cataluña/Fondo Macià
Francesc Macià, en su visita a Moscú donde pidió ayuda para la insurrección de Prats de Molló/Archivo Nacional de Cataluña/Fondo Macià

«Por la revolución en España»

El primer apartado del dossier, redactado en francés, que presentó Macià al gobierno socialista de la URSS se titulaba Por la revolución en España. En el texto, antes que nada, Macià hace una valoración de las fuerzas «contrarrevolucionarias», detallando minuciosamente las «unidades del ejército, la Guardia Civil, los agentes de la policía armada de las ciudades y los carabineros-aduaneros». Asimismo, hace un especial mención al sometent, pero dejando claro que no representan ningún peligro. Las descripciones que el informe hace de cada fuerza permiten hacerse la idea del carácter marcial y directo del futuro líder de ERC. Y no se está de criticar abiertamente el monopolio de la fuerza del Estado que dirigía Miguel Primo de Rivera y su directorio.

Así, del ejército español, indica que, descontado el personal exento de armas, los burócratas y los administrativos, solo tienen efectivos operativos entre 40.000 y 50.000 hombres. También afirma que tienen una «formación militar deficiente» y que los «soldados españoles se encuentran en el cuartel como en una prisión». Incluso, destaca la tendencia a «desertar» de la tropa española, sobre todo entre los «miles de catalanes y vascos». En este contexto, el informe especula con la posibilidad de que los soldados destinados a Marruecos «recibirían con alegría la noticia de una revolución en España», lo que debilitaría su capacidad de reacción. Asimismo, proponen llegar a un acuerdo con Abd el-Krim -el líder anticolonialista del Rif- para organizar una «fuerte ofensiva contra los españoles, o bien provocar el levantamiento de los españoles». En síntesis, el documento insiste en que el «valor efectivo del ejército español es casi nulo».

Sobre la Guardia Civil, tampoco se muerde la lengua, y los tilda de «mercenarios, muy bien pagados, severamente disciplinados y con una tradición tan brutal y siniestra que su presencia por España evoca el terror y el miedo». «Es muy odiada por todo el pueblo español», añade. El dossier calcula que el instituto armado cuenta con 25.000 efectivos, pero con una «capacidad combativa limitada», y que «solo son conocidos por su crueldad característica y su refinamiento criminal». En todo caso, recuerda que tienen los efectivos dispersos y no cuentan con «elementos de combate como ametralladoras, granadas de mano o artillería». Por lo tanto, no ve ninguna dificultad para reducir su fuerza y apoderarse de cuarteles y su armamento.

Francesc Macià, en su viaje a Moscú hace cien años/Archivo Nacional de Cataluña/Fondo Macià
Francesc Macià, en su viaje a Moscú hace cien años/Archivo Nacional de Cataluña/Fondo Macià

El porqué del sostenimiento del régimen de Primo de Rivera» y la «catalanofobia»

El documento también analiza por qué, «si nadie está a favor del Directorio de Primo de Rivera», el general aún se sostiene en el gobierno. Su conclusión es que se mantiene «por su propia debilidad», porque «toda España tiene el presentimiento de que alguien vendrá» para «dar la señal de revuelta que debe poner fin a esto». «Nadie cree útil, mientras espera, hacer un gesto violento», razona el informe. Por eso, Macià conviene que «es el mejor momento», porque calcula que, una vez se haga la revuelta, la gente se sumará. En este sentido, asegura que ha creado un «comité revolucionario que incluye a los separatistas de Euskadi y de Cataluña, el Partido Comunista Español y la Confederación Nacional del Trabajo».

En este marco, Macià ve «posibilidades de éxito de la revolución», incluso, por su efecto sorpresa. Además, el dossier expone uno de los peligros de la revuelta, que no es otro que la «catalanofobia» de los españoles. Por eso, reclama el apoyo soviético para que afecte a toda España. En caso contrario, si la revuelta la inicia de manera «separada» Cataluña –»como Irlanda ante Inglaterra», ejemplifica–, Primo de Rivera tendría una «solución simple». En concreto, «suscitar sentimentalmente España contra Cataluña». De ahí que reclame el levantamiento de los vascos, catalanes y elementos del Partido Comunista Español y la Confederación General del Trabajo para «garantizar que cualquier miedo al fracaso está completamente descartado». De hecho, escribe en el documento que con el éxito de la revuelta «se acabará de un solo golpe y para siempre con esta abominable España imperialista, reaccionaria y despótica, que era una vergüenza intolerable tanto para los españoles como para todo el mundo».

Parte del documento aportado por Macià a Moscú para reclamar ayuda a la revuelta de Prats de Molló/QS
Parte del documento aportado por Macià a Moscú para reclamar ayuda a la revuelta de Prats de Molló/QS

«Plan general del movimiento»

El informe relata cómo piensan llevar a cabo el golpe desde el norte de Cataluña y los materiales y la logística que necesitan. El plan prevé mil hombres en la frontera y romper los controles desde el Mediterráneo a Andorra, hasta llegar a Figueres. En este punto, explica cómo se dispondrán y concentrarán las fuerzas españolas y cómo han pensado hacerles frente con ataques sorpresa a cuarteles. A medida que avance el golpe, los revolucionarios prevén que se irán sumando «fuerzas populares» que detendrán los batallones militares que se encuentren de camino a Barcelona, uno de los objetivos principales del golpe y «donde se debe establecer el Gobierno catalán» que garantizará «material y moralmente la revolución, que no podrá ser sofocada de ninguna manera por el gobierno de Madrid».

La ‘petición’ que Macià hará a la Unión Soviética es muy clara: «1.500 fusiles, seis ametralladoras, un millón y medio de cartuchos para el primer golpe, 4.000 granadas de mano y 300 pistolas automáticas con su munición correspondiente». «También habría que pasar 500 fusiles y 2.000 granadas de mano con 200 pistolas automáticas a Barcelona», añade. «Hacer un depósito de 1.000 fusiles, un millón de cartuchos, cinco o seis ametralladoras y 100 pistolas automáticas con munición en dos o tres lugares de la frontera francesa», precisa el documento. Además de «dos aviones» para «lanzar manifiestos en las ciudades» para el «efecto moral». En cuanto a la salud de las tropas, el documento asegura que los «médicos, farmacéuticos y enfermeros de Cataluña son entusiastas separatistas».

Parte del documento aportado por Macià a Moscú para reclamar ayuda a la revuelta de Prats de Molló/QS
Parte del documento aportado por Macià a Moscú para reclamar ayuda a la revuelta de Prats de Molló/QS

«El separatismo catalán y el comunismo frente al obstáculo común»

El informe también admite que en Cataluña ha arraigado con más fuerza el anarquismo que el comunismo, y destaca el arraigo del individualismo. Sin embargo, Macià afirma que esto «no significa que Cataluña no pueda convertirse nunca en una probabilidad atractiva para el comunismo». De hecho, apunta que los jóvenes catalanes «desilusionados por el egoísmo de los más ricos» podrían apuntarse al comunismo. En esta línea, razona que no le extrañaría que si se «desintegrase territorialmente España llegaría el momento del comunismo» y que «es evidente que el comunismo solo puede apoyar su palanca en Cataluña». Así, se compromete a que cuando llegue al Gobierno de Cataluña facilitará la «propaganda» que se realice en territorio catalán.

En este contexto, defiende las «negociaciones con los dirigentes del comunismo internacional» para «colaborar activamente en la revolución catalana por la independencia política del país». Un escenario que permitiría dividir España en diversas zonas y poder «transmitir las consignas comunistas de manera diferente en cada lugar». De todas formas, Macià les recuerda que la dirección de la revuelta debe recaer sobre Estat Català, aunque hayan acordado luchar con los comunistas. Por eso propone crear un Comité Central Revolucionario y comités regionales para organizar la recomposición del poder institucional y la «implantación del ideal». Esta sí que, quizás, fue la famosa trama rusa del proceso independentista.

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