Juan Carlos de Borbón ha cambiado de actitud radicalmente en la visita que está haciendo estos días en España. El año pasado fue recibido por aplausos y una fuerte presencia de mediados de comunicación, una bienvenida que no ha tenido este año. Si en aquel momento se acreditaron más de 200 periodistas para seguir sus aventuras por Sanxenxo, ahora han acudido bien pocos a un aeropuerto de Vigo desierto.

El emérito ha bajado del avión privado con cara seria y no ha sido recibido por ningún miembro de su familia, que vuelven a demostrar la frialdad existente entre ellos. Solo ha recibido el cariño de su amigo íntimo, quién lo alojará en estos días en Galicia. El show mediático que protagonizó en la última visita no se ha repetido y el motivo está claro, la Casa Real no quería volver a hacer el ridículo con unos vítores a Juan Carlos que los perjudicaban muchísimo.

Esta será una visita mucho más discreta, la que se ha demostrado también en la actitud de Borbón. Al subir al coche, no ha saludado nadie y tampoco ha hablado con los reporteros como sí que había hecho en aquella controvertida ocasión. Vanitatis ha podido saber que la familia real ha expresado el deseo que esta visita «no generara la misma curva que la del año pasado y que no hubiera imágenes incómodas para todos. El círculo más íntimo del emérito ha respetado la discreción solicitada«.

Joan Carles de Borbó, captado al volver a pisar suelo español - Europa Press
Juan Carlos de Borbón, captado al volver a pisar suelo español | Europa Press
Joan Carles de Borbó ha vuelto a Galícia un año després - Europa Press
Juan Carlos de Borbón ha vuelto a Galicia un año después | Europa Press

Bárbara Rey revela más secretos de la relación con Juan Carlos de Borbón

Mientras tanto, la visita del padre de Felipe VI ha coincidido con la emisión de un nuevo capítulo del documental de Bárbara Rey. La vedette ha explicado un episodio con el emérito que demuestra que sacó cosas a cambio de su relación, también un beneficio económico. Se refiere a la petición que le hizo hacia el final de su aventura, cuando le pidió ayuda al ver que la familia atravesaba problemas financieros: «Tenía mucha confianza con el rey y necesitaba dinero. Le comenté que estaba intentando vender una joya por 4 millones de pesetas, cuando en realidad valía 12. Le propuse que me la comprara él y me dijo que sí. Se trataba de un diamante, un River del máximo color que existe, que gané en un Bingo».

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