Las primeras encuestas a pie de urna de las elecciones alemanas apuntan a un panorama muy similar al que dejaban los últimos sondeos de la campaña. Con las urnas cerradas hace escasos minutos, las televisiones públicas del país comienzan a publicar unos datos que históricamente han sido precisos a la hora de estimar el resultado final. Así, según los datos de salida elaborados por el canal ARD, los conservadores del favorito para ser nombrado canciller Friedrich Merz acumularían un 29% de los apoyos, seguidos de la ultraderecha de Alternativa para Alemania, con un 19,5% de los votos. Cabe decir que hay una diferencia de cinco décimas entre las dos primeras fuerzas, en tanto que la encuesta de la también pública ZDF sitúa a la CDU/CSU en un 28,5%, mientras que elevan a la AfD hasta el 20%. En cualquier caso, se confirma el descalabro histórico del partido socialdemócrata del canciller Olaf Scholz, que recogería el peor resultado de su formación en tiempos de paz en siete décadas, con entre el 16 y el 16,5% de los apoyos; seguido de los verdes del actual ministro de Economía y Clima Robert Habeck, que se moverían entre los 12 y los 13 puntos y medio. En la parte baja de la tabla, los postcomunistas de Die Linke confirmarían su recuperación, y rondarían el 9% de los votos después de meses coqueteando con el umbral del 5% que los podría convertir en extraparlamentarios. Por debajo, tanto la socialconservadora Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) como el partido liberal del exministro de finanzas Christian Lindner están cerca del acceso al Bundestag, con previsiones de entre el 4,5 y el 5%.
Esta estimación, pues, estaría en línea con los resultados que habían ido apuntando las últimas encuestas; si bien dejarían atrás las expectativas más optimistas de la CDU/CSU, que en las últimas horas había incluso filtrado la posibilidad de superar ampliamente el 30% de los votos, un crecimiento que les habría permitido, con toda seguridad, formar un ejecutivo bicolor más estable que la alianza semáforo que terminó estallando bajo el liderazgo de Scholz la pasada legislatura. Finalmente, el aumento del voto a los democristianos rondaría el 5%, después de haberse quedado en el 24% en los últimos comicios. Cabe esperar, sin embargo, a la distribución de escaños, que dependerá en gran medida de la entrada o no de los dos partidos más pequeños, los liberales y la BSW, en la cámara legislativa, hecho que dependerá de superar el umbral del 5% de los sufragios o de varias victorias en un mínimo de tres circunscripciones. Por su parte, AfD cumple los pronósticos de sus líderes, que esperaban anclarse al 20%. Ya con la celebración activada, los de Alice Weidel ondean banderas alemanas, asegurando que «nunca han sido más fuertes». Serían, de hecho, el partido que más votos habría ganado en estas elecciones, de acuerdo con las encuestas a pie de urna elaboradas por ARD, con un avance del 9,1% respecto de 2021. Similares serían las pérdidas de los socialdemócratas, que se quedarían en el 16% después de haberse impuesto hace cuatro años con un 25,5% de los votos; un resultado que sentencia el proyecto de Scholz al frente del partido.

Revitalización de la izquierda
También parecen haber activado sus fiestas electorales los izquierdistas de Die Linke, herederos del Partido de los Socialistas Democráticos de la República Democrática Alemana. Tras un declive histórico en las generales de 2021, cuando quedaron por debajo del umbral del 5% y entraron en el Bundestag por un puñado de victorias individuales en circunscripciones especialmente progresistas de Berlín, y después también de la derrota en su feudo de Turingia, que habían llegado a gobernar bajo el mandato del histórico Bodo Ramelow; los postcomunistas recuperan el ímpetu y confirman la recuperación de la mano de sus nuevos líderes, Ines Scherdtner y Jan van Aken. También han escalado sobre el impulso de la joven líder en el parlamento Heidi Reichinnek, punta de lanza del giro de la formación en busca del voto de profesionales liberales progresistas y clases medias universitarias; y una verdadera estrella en las redes sociales. Así, la izquierda confirma la tendencia de las últimas encuestas, que la levantaban de entre los muertos -el último sondeo de la empresa de demoscopia INSA para el diario Bild, de hecho, ya anunciaba la ruptura del umbral del 8%, mientras que los británicos YouGov los dejaban cerca de los 10 puntos, en competencia incluso con los Verdes de Habeck-. Unos logros como estos, de un 4% y algo respecto de hace cuatro años, supondrían una importante victoria para las nuevas tesis al frente de la formación; y aún más si Sahra Wagenknecht, escindida a finales de 2023, queda fuera de los escaños en disputa.

Baile de números
Tras el cierre de los colegios electorales, sí se ha podido confirmar la histórica participación de los alemanes en los comicios, con un 84%, impulsada por la intensa crisis económica, el advenimiento de la extrema derecha y la centralidad del discurso migratorio. Con estos datos, los medios alemanes ya comienzan a hacer las primeras previsiones de reparto de escaños, si bien la asignación tambalea según la entrada de la BSW y los Liberales en el parlamento. La encuesta de ARD, que deja fuera a las dos formaciones minoritarias, apunta a un grupo conservador de 210 diputados, por los 143 que acumularían los de Weidel. La reducción socialdemócrata los dejaría con unos 117 escaños, que sumarían con los de Merz para alcanzar la mayoría absoluta y formar un ejecutivo bicolor, con la ya más que conocida grosskoalition que ya alzó a Angela Merkel al poder en varias ocasiones. Ahora bien, los sondeos de ZDF, que sí otorgan diputados al FDP y los populistas de Wagenknecht -33 a cada uno en concreto- dejarían la suma de centroderecha y centroizquierda en unos 296 escaños, a veinte diputados del 50%+1, hecho que les obligaría a depender de los Habeck o de Lindner para formar gobierno -dado que el cortafuegos de la derecha tradicional también excluye a Die Linke de la política de pactos-.
La extrema derecha, cabe decir, ya ha abierto la puerta a negociar con la CDU. Lo ha hecho su líder, Alice Weidel, que ha declarado que un pacto entre las derechas es la única manera de que «haya un cambio político en Alemania». Un movimiento como este, cabe decir, rompería el histórico cordón sanitario que se ha impuesto a los ultras desde su aparición en el Bundestag, una opción que el mismo Merz ha descartado a menudo durante la campaña. Cabe decir, sin embargo, que CDU y AfD ya sumaron sus votos en apoyo a una polémica iniciativa legal para limitar la inmigración a finales del pasado diciembre, una táctica que provocó una lluvia de críticas contra la Unión Demócrata Cristiana y sus aliados bávaros de la CSU.
Noticia en ampliación

