El 15 de abril de 2019 cambió la historia del monumento más visitado de Europa. La catedral de París ardía a orillas del río Sena y ante la impotencia de cientos de bomberos. Este fin de semana, Francia reabre Notre-Dame, que vuelve a abrir sus puertas acompañada de una treintena de jefes de estado y del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, quien pisará Europa por primera vez desde su victoria electoral. Todo ello, eclipsado por la inestabilidad política que vive Francia, sin primer ministro y con Emmanuel Macron muy cuestionado.
Las portadas de los principales diarios de Francia muestran cómo la inestabilidad política ha logrado eclipsar la reapertura de Notre-Dame. Solo Le Figaro, de entre las tres cabeceras principales, abre la portada con una gran imagen de la catedral. En El Libération, el hito histórico comparte protagonismo a partes iguales con la política, y en Le Monde los planes de Macron centralizan la primera página.

En cinco años, el escenario político de Francia ha cambiado y Macron gestiona ahora un momento de alta tensión política. Notre-Dame ardió en 2019 con una asamblea dominada con mayoría absoluta por Ensemble, el partido de Macron. Cinco años después, Francia no tiene primer ministro y el parlamento está dividido, casi a partes iguales, entre el Frente Popular de izquierdas, el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, y Ensemble.
El miércoles, el hasta ahora primer ministro, Michel Barnier, cayó en una moción de censura aprobada por la izquierda y la extrema derecha, que presiona a Macron para que deje el cargo. No lo hará. Al menos, el presidente de la república ha vuelto a insistir que no piensa dimitir a pesar de las presiones. Y los problemas internos en Francia se suman al cambio de paradigma en la Unión Europea, que también debilita a Macron. El último ejemplo, este mismo fin de semana; Bruselas ha cerrado un acuerdo con el Mercosur a pesar de la oposición del país francés.
Gran ceremonia inaugural
La gran ausencia en la inauguración de Notre-Dame es el papa Francisco, quien ha delegado la presidencia de la ceremonia inaugural en el obispo de París, Laurant Ulrich. La catedral abrirá ocho días a partir del lunes, aún con la duda de si las autoridades cobrarán o no entrada, y recuperará el día a día habitual a partir del próximo 16 de diciembre. Se espera que Macron intervenga en el acto, que presenciarán directivos y altos cargos franceses, y lo más alto de la diplomacia europea, africana y de América Latina. También se espera la visita del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el príncipe Guillermo de Gales.
París ha preparado un dispositivo de seguridad de primer nivel, similar al que se activó para la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, con más de 6.000 agentes de la gendarmería francesa en la calle. Macron ya ha visitado la catedral por dentro, durante dos horas, y ha destacado su capacidad para «transformar el carbón en arte». Las obras han durado cinco años y siete meses, con más de 2.000 trabajadores y 250 empresas. Los trabajos llegan a tiempo, dentro del calendario marcado por el Elíseo, a pesar de que se interrumpieron dos veces, primero por problemas de polución y luego por la pandemia.