El pasado lunes 13 de enero de 2025, el Departamento de Agricultura anunció que convocaría reuniones quincenales en las zonas declaradas en emergencia cinegética -las especies cinegéticas son aquellas que pueden ser objeto de caza, e intervienen decisivamente en la identificación de razones para el mantenimiento del equilibrio y la salud de los ecosistemas- para poder hacer frente a los retos que la sobrepoblación de conejos, jabalíes y corzos suponen para el campo catalán. Estas reuniones, según explicó la Generalitat, mejorarán la coordinación entre la administración, los campesinos y los cazadores, los tres actores implicados en el control de la sobrepoblación de estos animales para evitar los daños que causan.
Ramon Comes, responsable de Fauna Cinegética de Unió de Pagesos, explica a El Món que “las sensaciones son buenas” tras el encuentro del 13 de enero, pero advierte que desde el sindicato no quieren que “se queden en eso, en sensaciones, buenas palabras”. Este escepticismo lo lleva a exigir a la Generalitat que gestione mejor todas las capacidades que tiene la administración. “Ellos dicen que dotarán de recursos (a las administraciones, campesinos y cazadores), y nosotros lo que queremos es que el presupuesto se optimice”. El profesor del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales e investigador del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, Santiago Mañosa, también pide más implicación a la administración, ya que “le corresponde, sobre todo, el trabajo de coordinación y también de impulsar estudios y programas de seguimiento que permitan un buen conocimiento de la dinámica de las poblaciones y de los daños, y cómo se relacionan entre ellos”. “También debe impulsar los estudios y las herramientas legales y administrativas necesarias que faciliten el diseño y la implementación de medidas de reducción de las afectaciones que sean eficaces y eficientes, pero al mismo tiempo seguras y ambientalmente sostenibles”, añade el académico. Este entendimiento es el que también reclama el profesor de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona e investigador del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) Jordi Serra-Cobo, quien asegura que “encontrar la solución es una suma de actuaciones que implica administraciones, cazadores, campesinos y ciudadanía”.
El Món contactó con el Departamento de Agricultura para poder ofrecer su visión el pasado 13 de enero, pero 3 semanas más tarde aún no se ha obtenido ninguna respuesta por parte de los responsables de la Generalitat de Catalunya.
La burocracia como gran obstáculo
Unió de Pagesos, semanas antes de reunirse con la Generalitat, pidió que les dejen matar jabalíes durante las noches, cuando los cazadores no estén haciéndolo (en las comarcas de Girona) y que se incrementen las batidas de caza para controlar la sobrepoblación de conejos en Lleida. De hecho, Narcís Poch, coordinador de Unió de Pagesos en las comarcas gerundenses, aseguró que no entendía la “poca diligencia” desde Sant Jaume para dar permiso a los campesinos para matar jabalíes y corzos aunque haya decreto que lo permita.
Esta burocracia es la que desespera a la comunidad campesina en Cataluña, que asegura que “necesitamos hechos, hay muchos campos que tienen jabalíes, conejos, estorninos, y es necesario agilizar estos trámites para poder realizar las actuaciones”. Ramon Comes, a su vez, denuncia que “según qué lugares, por ejemplo hay zonas en la Cataluña central en las que los tiempos son mucho más lentos, queremos que sea más fácil, sin complicaciones, pero, ¡ojo!, no que estemos exentos de las responsabilidades que tocan, queremos que sean -la administración- más ágiles”. De hecho, el responsable de Fauna Cinegética de Unió de Pagesos asegura que “es muy difícil cuantificar cuántos campesinos se han cansado de avisar de los daños sufridos” y añade que “en muchos lugares hay daños y no lo dicen por este aburrimiento”.

Comes, sin embargo, no se fía del Departamento de Agricultura: “Todo son palabras, podría ser que todo siguiera igual” y asegura que “falta que la administración tenga la voluntad”. De hecho, el miembro de Unió de Pagesos señala que las administraciones deben ponerse manos a la obra también con la sobrepoblación de corzos, animales que están comenzando a proliferar y que también afectan al campo. “El problema se va extendiendo hasta que el agua llega al cuello y entonces nos tenemos que poner a nadar”, añade.
Una solución múltiple
Los académicos consultados por el diario El Món no definen una solución ‘única’ aunque sí señalan que puede haber diferentes medidas para poder controlar la sobrepoblación de jabalíes, conejos y corzos. Santiago Mañosa explica que “proteger los cultivos con cercados u otros elementos disuasorios es la medida más inmediata”, aunque sí cree que “las capturas pueden ser también una medida efectiva en puntos críticos”. El profesor del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales señala que «la sobreabundancia de conejos y los daños que ocasionan son en parte consecuencia de la simplificación y transformación de los paisajes agrarios». Mañosa explica que «adoptar prácticas agrícolas que proporcionen alimentos y refugios alternativos a los conejos, o que favorezcan a sus depredadores naturales, podría ayudar a reducir el problema, como han demostrado algunas investigaciones recientes».

Jordi Serra señala que uno de los pilares de los que debería preocuparse la administración es “restringir las áreas de alimentación y el exceso de alimentación, sobre todo en núcleos urbanos”, un hecho que favorece la subsistencia y proliferación de los animales. Serra califica esta restricción como una actuación “vital” y señala que el problema de los campesinos con los jabalíes, conejos y corzos “es complejo”; y en este aspecto advierte que “si cazas aquí te pueden venir de otros lugares”. “El problema es complejo”, añade Serra que, a su vez, señala que la caza debe acompañarse con otras formas de control de la población como pueden ser los métodos anticonceptivos.