El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, ha anunciado hoy, miércoles 7 de junio, un acuerdo con el presidente de la región Sur de Francia, Renaud Muselier, para aliarse entre gobiernos y marcar unos criterios comunes y compartidos para afrontar la contaminación a los principales puertos de las dos regiones. Hoy por hoy, esta unión significará que las medidas serán iguales para el Puerto de Barcelona y el de Tarragona en cuanto a Cataluña, y el de Marsella, Niza y Toló en cuanto a la región francesa.
Su objetivo, pero, no es quedarse aquí, sino extender este pacto «en toda el Mediterráneo». En este sentido, Aragonés ha animado al resto de países a remar juntos para hacer frente a esta problemática que afecta más allá de las fronteras catalanas: «Si cada uno de nosotros batallamos individualmente no nos saldremos: las operadoras buscarán puertos que sean menos exigentes», subraya. Con este acuerdo pretenden «fijar criterios» por evitar que el resto de instituciones portuarias «hagan competencia a la baja».
Ahora bien, en estos momentos, los detalles del acuerdo entre ambos presidentes no están definidos, solo han determinado los objetivos del rumbo a seguir. Ambos presidentes coinciden a decir que esta alianza es un «gran paso histórico» para combatir una problemática que comparten ambos territorios.
Lucha por la sostenibilidad
El acuerdo al cual han llegado hoy el máximo representante de Cataluña y el presidente de la Región Sur de Francia es un paso más en el objetivo de maximizar la sostenibilidad a los puertos de las principales ciudades del territorio, unas zonas por las cuales confluyen diariamente grandes cantidades de vehículos, sea de mercancías o de transporte de personas. En este sentido, también, el Puerto de Barcelona dio un paso adelante hace poco menos de una semana y ha dado el pistoletazo de salida en un plan piloto por proveer energía eléctrica a los barcos de la Terminal Ferri, una de las varias terminales del puerto marítimo de la capital catalana. Con este cambio, el puerto de la ciudad condal pretende que los barcos que estén amarrados no consuman energía del motor, sino que usen la energía de la red eléctrica general.