Vive y trabaja en Madrid y la familia de su padre es de aquellas
En conversación telefónica con El Món, asegura que su caso no es «tan excepcional como puede parecer desde Cataluña». «En Madrid hay mucha gente que estudia catalán por razones personales, por ejemplo porque su pareja es catalana o porque tiene familia en Cataluña, o bien porque quiere hacer unas oposiciones y le dará puntos, o porque sí», explica. Este último, el «porque sí», por «amor a una lengua y una cultura», es su caso. «Quizás mi punto de vista no es lo más común, pero es más frecuente de lo que parece, porque los otros hacen más ruido», admite. «Los otros» son los que, en su hilo, se atrevió a vincular a la «
Una avalancha de mensajes de agradecimiento de catalanes
Contra todo pronóstico, su hilo no le ha comportado una avalancha de críticas, sino al contrario. «Mis amigos me dijeron que Twitter es una locura y que se me comerían vivo. Pero yo veía que pasaban las horas y el 99% de los comentarios eran positivos«, subraya. A estas alturas, su mensaje tiene más de 3.300 republicaciones, más 9.500
El resto de reacciones fueron «de gran agradecimiento». Cosa que corrobora una de las observaciones de su hilo. «Los catalanes me parecéis gente amable y educada siempre, pero cuando alguien muestra interés por vuestra cultura o habla vuestra lengua ya es una locura«, remarca. Sobre la causa de esta reacción, aventura que quizás es porque habitualmente los comentarios que llegan son hostiles. «Una de las usuarias de Twitter que me respondieron decía que los catalanes andáis escasos de afecto. Quizás sí, porque lo que os llega del resto del estado suele ser hostil, de gente que no entiende que hay otra cultura. Pero esta reacción, de hecho, también la tenemos a Madrid si vemos a un japonés que habla español. En el caso del catalán, como es una lengua que habla menos gente, la reacción de los catalanes cuando hablas catalán y se dan cuenta de que eres de fuera es de flipar«, explica.

Por qué ha estudiado catalán hasta el nivel superior
De hecho, una conversación con Carlos Crespo revela que habla un catalán correctísimo, solo con pequeñas marcas fonéticas de castellanoparlante de origen y alguna vacilación en el uso de lo que él mismo define como «nuestros amigos los pronombres débiles». «Es una de las cosas más difíciles del catalán, pero cuando entiendes para qué se usan y aprendes a hacer combinaciones de dos pronombres o incluso de tres, ves que tienen todo el sentido del mundo, son una manera muy inteligente de usar la lengua«, describe con admiración. «Lo que pasa es que a veces los pones en todas partes, incluso cuando no hacen falta, te obsesionas», reconoce.
El debate específico sobre los pronombres débiles es en parte gracias al nivel hasta el que ha querido estudiar, el mismo que la Generalitat pedirá a partir de ahora a los docentes. «Empecé con el B1 y he ido subiendo, subiendo. Un poco por orgullo personal. Cuando acabé el C1, pensé en hacer el C2. Ya sé que difícilmente necesitaré el C2, tengo la vida muy arraigada en Madrid, a pesar de que no se sabe nunca. Pero creo que la razón principal fue para poder continuar el contacto constante con el catalán, porque si no desde Madrid es difícil. Quería continuar aprendiendo y mejorar mi catalán», argumenta.
«No aprender catalán viviendo en Cataluña es muy difícil»
Con esta actitud, le cuesta entender que haya gente que vive en Cataluña que tenga mala relación con el catalán, hasta el punto de no entender frases simples. «Que te hablen en castellano de entrada y que no cambien de lengua cuando les hablas catalán no me molesta especialmente, pero me sorprende y me preocupa que no te entiendan. Me parece increíble que no te entiendan cuando pides un café con leche [cafè amb llet]», añade. A la pregunta de si ha probado pedir un café con hielo [cafè amb gel, muchas veces confundido con el cafè amb llet por quien no domina la sonoridad del catalán], dobla la apuesta: «De hecho, yo muchas veces pido un café con leche con hielo [cafè amb llet amb gel, que puede sonar a trabalenguas si no entiendes bien el catalán], imagínate si me complico la vida», dice riendo.
Bromas aparte, para el madrileñísimo Carlos Crespo –»mi padre siempre dice que, si fuéramos catalanes, seguro que hablaríamos catalán, y yo añado que si hubiera una segunda lengua a Madrid, en casa hablaríamos esta lengua, y no castellano»– es difícil de comprender algunas actitudes. «Si yo viviera en Cataluña, en Francia o en Japón intentaría aprender la lengua del lugar donde vivo. Por eso me sorprende tanto que haya gente que haga un esfuerzo tan grande por no aprender la lengua. Si eres castellanohablante, hablante de otra lengua románica, no aprender catalán viviendo en Cataluña es muy difícil. Me parece imposible. Cuando estoy una semana de vacaciones en Cataluña vuelvo a Madrid hablando mucho mejor catalán. Creo que los que no lo hablan hacen un gran esfuerzo en la dirección contraria», insiste.
Aprender todas las lenguas del estado en la escuela
Para Crespo, esta actitud está vinculada a la politización de la lengua. «Desgraciadamente, todo está politizado y la lengua no debería estar politizada», se queja. Y defiende que el éxito de su hilo es, precisamente, porque evita esta politización. «Creo que tuvo una recepción tan buena porque no se hablaba de política, sino de amor por una lengua, una cultura y un lugar», enfatiza.
Aun así, y a pesar de que sea fruto de una negociación política, celebra que ahora que todas las lenguas del estado se hablen en el Congreso: «Ayudará a que la gente las vea con más normalidad y que se acostumbre a oírlas, que la gente vea que son lenguas de nuestro estado». Y lanza una propuesta: «Creo que se tendrían que estudiar todas en la escuela, sería una idea buenísima. Los primeros años de escolarización, los niños tendrían que tener un año de cada lengua, catalán, gallego, euskera, y después elegir una para estudiarla los años siguientes. Así todos acabarían la secundaria con un buen conocimiento de una de estas lenguas».