El Ayuntamiento de Girona y el Consorci per a la Normalització Lingüística (CPNL) han comenzado a ofrecer clases de catalán in situ en los comercios de la ciudad para impulsar el uso del idioma en el trabajo y para que los comerciantes puedan atender a los clientes en lengua catalana con interacciones sencillas. La formación que se ofrece a Comercios aprendices, con sesiones de 30 minutos, es muy básica y está dirigida a trabajadores que no hablan catalán o solo lo chapurrean. Esta iniciativa consiste en la impartición de un total de 15 sesiones de formación básica de lengua catalana en el mismo comercio a cargo de un técnico del Centro de Normalización Lingüística del Servicio Local de Catalán de Girona. De momento, hay cuatro negocios de la ciudad que participan y se espera que en otoño se sumen dos más.
La concejala de Lengua Catalana, Núria Riquelme, ha explicado en declaraciones a la ACN que es un curso «exprés muy adaptado a cada persona», y también habla con Pedro Barbella, de la peluquería Rut’s Barberia & Tattoo, situada en el barrio de la Devesa. Él es venezolano, tiene 37 años y hace uno que llegó a Girona. En su lugar de trabajo, bajo el espejo, tiene colgado un cartel con la frase: «Estoy aprendiendo catalán. ¿Me ayudas?». Él es el primer participante en esta iniciativa de formación y durante dos meses, una vez por semana, ha tenido un profesor que durante media hora le ha enseñado palabras relacionadas con su oficio como ‘peinar’, ‘peine’, ‘silla’ o las típicas expresiones de bienvenida y despedida: ‘Bon dia’, ‘Bona tarda’.
Barbella, que entiende el catalán, pero todavía le cuesta hablarlo, explica que se encuentra con clientes que, «tan pronto como me dirijo a ellos en castellano, cambian de idioma porque piensan que no los entenderé; y es entonces cuando les pido que me ayuden». Por su parte, Riquelme destaca la importancia de esta iniciativa porque «es un curso exprés de catalán». «Son sesiones rápidas, muy adaptadas a la persona, y que se realizan cuando el establecimiento está abierto; de esta manera, el trabajador aprende aquel vocabulario que está más ajustado a su sector», subraya la concejala.

«Ayudar a los compañeros a integrarse»
Por otro lado, el negocio tiene siete trabajadores y su propietaria Rut Sánchez manifiesta que decidió sumarse a esta iniciativa del Ayuntamiento de Girona porque permite «ayudar a aquellos compañeros que no han nacido aquí a integrarse y atender a los clientes en catalán». «Lo que más me gusta de este programa es que se focaliza, precisamente, en la atmósfera de trabajo y en aquellos objetos que utilizamos cada día», añade, y destaca la «ilusión» que le hace presenciar cómo Pedro se esfuerza en hablar el idioma, un gesto que los clientes aprecian mucho.
Una veintena de establecimientos que no cumplen la ley
Por otro lado, el Ayuntamiento de Girona ha detectado «una veintena de establecimientos» que no cumplen el Código de Consumo en materia lingüística –rótulos o folletos y documentos que se entregan a los clientes–, pero Riquelme expone que la actuación municipal apuesta por la mediación y con visitas presenciales de los técnicos municipales. Si estos comercios hacen caso omiso del aviso del consistorio, entonces es cuando se lleva el caso a la Agencia Catalana de Consumo. «Nosotros siempre decimos que lo más positivo es que la gente se sume al carro del idioma, porque esto también contribuye al tejido comercial de la ciudad; pero si después de varios avisos no hay reacción, se acaba llegando a la denuncia», concluye la concejala de Lengua Catalana.

