Josep Boan Rosanes tenía 20 años cuando un conductor que superaba por mucho la velocidad máxima de la carretera por donde conducía lo embistió y lo mató. Quince días después, este conductor, un enfermero, publicó una foto sonriente con los amigos con la frase: «Cuando la vida te da una segunda oportunidad». Fue durante el mes de agosto del 2020, cuando Josep estaba haciendo una ruta por Galicia en moto con su padre, cuando este conductor, Asier G.S, que venía por el otro carril en coche, cogió una curva a 116 km/h –tenía que haber circulado a 70km/h como máximo– y perdió el control del vehículo. Se estrelló contra la moto de Josep, que murió en el acto. El «exceso de velocidad» que certificó la jueza no fue suficiente para aplicarle la pena máxima por homicidio imprudente. Y es por Josep, y «por todos los Joseps», que María Pilar, su madre, ha emprendido desde Cataluña una cruzada para cambiar la ley y que estos conductores no salgan impunes.
En el juicio, que se celebró en A Coruña meses después, el abogado de la familia y la Fiscalía pidieron que se le aplicara una pena de cuatro años de prisión y seis de retirada de carné, pero la jueza solo le impuso dos años de prisión porque no tenía antecedentes ni consideró que hubiera agravantes. Como la condena no superaba los dos años y el acusado no tenía antecedentes, no tuvo que cumplirla y ha continuado ejerciendo de enfermero. La madre de Josep, que lo considera una injusticia, ha iniciado una campaña de firmas en
Concretamente, la familia de Josep quiere cambiar dos artículos del Código Penal, el 142 y el 379, que, combinados, establecen como se aplican las penas superiores en los dos años de prisión en los homicidios imprudentes cometidos con vehículos. La circunstancia agravante clave seria que se superara de 80 km/h el máximo permitido a la carretera. Por lo tanto, el conductor que embistió Josep tendría que haber ido a 150 km/h –y no a 116 km/h– para que la pena impuesta fuera de la franja alta del tenedor de entre 1 y 4 años que hay para los homicidios por imprudencia.

A pesar de su reclamación, la María Pilar no tiene esperanzas de que la pena impuesta al conductor que puso fin en la vida de su hijo se endurezca, porque «en un principio ni siquiera las autoridades querían celebrar un juicio porque no veían ningún homicidio». «La fiscal incluso llegó a decir que es el único delito donde nos podemos poner del otro lado porque todos corremos», denuncia antes de añadir que la velocidad que tomó Asier G. S en aquella curva que no se puede sacar del jefe «no era una simple imprudencia», porque «esto no lo hace nadie». Actualmente, hay pendiente un recurso contra la sentencia al Tribunal Superior de Justicia de Galicia, pero la madre de Josep es consciente que «no servirá de nada».
«No contamos para nada»
«Sentimos indefensión, no contamos para nada«, lamenta la María Pilar, que denuncia que todas estas muertes «quedan en un segundo a los telediarios y después quedan en nada». «Lo tenemos normalizado a copia de ir diciendo cifras. Las víctimas no tenemos importancia, somos invisibles«, añade. La madre de Josep asegura que nadie se da cuenta hasta que le toca: «Cuando te toca té das cuenta, pero después no hay nada, es una caída libre para quien muere y para la familia«. «Del mismo modo que hay juzgados de violencia machista, hace falta que haya uno de violencia viaria», insiste.
La María Pilar subraya que no quiere endurecer las penas para que haya más prisión, sino que defiende que «entre todo y nada, no puede ser nada». Reclama una multa para los conductores como el que mató su hijo para que «devuelvan el dinero de todo el que han destrozado», así como la retirada del carné y la obligación de hacer trabajo social. En el caso del homicida de su hijo, la jueza lo desestimó porque como que es enfermero consideró que ya hace bastante por la comunidad. «En Francia el que ha hecho comportaría una multa de entre 45.000 y 75.000 euros y tres años de prisión. En Italia habría tenido una pena de prisión mucho más alta, de doce años como mínimo. Entre todo y nada, no puede ser nada», insiste. Su justicia, por ahora, es saber que la noticia ha tenido difusión a los medios y que el homicida de su hijo ha podido conocer como era la víctima y ponerle cara.

Imágenes y frases indignantes en la Instagram del conductor
La María Pilar ha sabido todo este tiempo como era el día a día del homicida de su hijo. Ha estado viendo su cuenta de Instagram hasta que, una vez recibida la confirmación que habría juicio, los abogados del conductor le recomendaron que lo pusiera como privado. Antes de esto, la María Pilar había hecho pantallazos de algunas imágenes y frases indignantes que escribía este enfermero. La primera, quince días después del siniestro, con el pulgar levantado y la frase «cuando la vida te da una segunda oportunidad».
Otra imagen que la madre de Josep tiene grabada en el ninguna muestra el conductor al gimnasio levantando pesos con un tatuaje muy significativo. El tatuaje es el número 116, una cifra que tiene especial significado en este caso, puesto que es la velocidad a la cual la policía estimó que conducía este enfermero en la curva donde puso fin en la vida de Josep. Hay que recordar que la velocidad estaba limitada a 70 km/h y que el conductor desestimó hasta tres señales que lo advertían.
«De este tatuaje también ha hecho ostentación en las redes Don Asier, el enfermero que, después de embestir mi hijo, no salió deprisa a auxiliarlo, que ni siquiera supo responder durante el juicio donde había ido a parar nuestro Josep después del impacto», escribe Maria Pilar en una piada de Twitter para denunciar la impunidad para el conductor que le arrebató la vida a su hijo.
El conductor declaró al juicio que iba a 70 km/h y que había embestido Josep porque había tenido que dar un golpe de volante al ver una sombra y pensar que era un animal. La peritación independiente que encargó la familia estableció que iba a 126 km/h, pero el de la Guardia Civil señaló 116 km/h, una cifra que el conductor mujer por válida indirectamente con este tatuaje tan doloroso para la familia de la víctima.
La familia de Josep y sus amigos lo quieren recordar por su sonrisa y un carácter que «enamoraba cualquier» y por eso reclaman justicia, «ya no para Josep, que es imposible», sino por las siguientes víctimas de accidentes viarios, que tienen que dejar de ser «víctimas de tercera». El caso y todo el dolor que compuerta ha sido recogido y analizado en un artículo por el colaborador d’El Món Carles Sirera este fin de semana.