«Nunca hemos vivido un maltrato y una manipulación tan grande por parte de la directora». Con esta contundente frase describen la situación compleja que está viviendo el profesorado del Instituto Abierto de Cataluña (IOC) durante el tramo final del curso, pero que viene de mucho más lejos. El IOC es un centro educativo con unas características específicas, puesto que se trata del instituto de enseñanza a distancia del Departamento de Educación, en manos de la actual consejera en funciones, Anna Simó. Con cerca de 20.000 estudiantes, se trata del único centro de enseñanza a distancia público de estudios no universitarios. Después de décadas de trabajo al IOC, 17 docentes de los 41 que conforman el equipo de bachillerato del centro han optado por no continuar el próximo año -algunos de forma no voluntaria- a causa de las «malas prácticas» de la nueva responsable del instituto, que asumió el cargo en 2021, según han denunciado en conversación con El Món, a pesar de que han preferido mantenerse en el anonimato. De hecho, algunos de los docentes afectados presentaron también una queja a la Inspección de Educación por hacerles conocedores de los agravios que consideran que están viviendo. Pero una queja que creen que quedó en «papel mojado».
Hay que tener en cuenta que la IOC, al ser un centro a distancia, es un instituto que funciona con un sistema significativamente a la enseñanza presencial. Antes que nada, cogiendo el ejemplo de bachillerato, en el IOC los alumnos no tienen que hacer primero y segundo de bachillerato del mismo modo que se hace en la educación postobligatoria presencial, sino que se imparten materias específicas que los alumnos pueden ir cursando a lo largo de los años hasta obtener la titulación deseada, que en este caso es la de bachillerato -y que tiene la misma validez que la que se obtiene en centros de educación presencial. En segundo lugar, otra de las diferencias del funcionamiento del IOC es que los profesores trabajan por comisión de servicios, es decir, que tienen que ir renovando sistemáticamente su plaza, que según la tipificación del centro es cada año, puesto que es la duración máxima de una comisión de servicios. A banda, buena parte del grosor del profesorado del centro es personal colaborador.
Despidos y renuncias
Es dentro de esta complejidad funcional que, según denuncian, a algunos de los profesores que actualmente formaban parte de la plantilla no los han querido renovar la plaza de cara en el curso que viene, alegando un «cambio en la comisión de servicios», es decir, en la especialidad. Una decisión por parte de la dirección que consideran «respetable», pero que avisan que se ha producido por motivos arbitrarios, como por ejemplo echar parte del personal con más antigüedad del centro: «Sin cambiar la especialidad de mi plaza justificada, me he presentado a múltiples concursos de vacantes que hay de cara en el curso próximo para continuar en el centro, pero no se me ha entrevistado en ningún caso. Considero, personalmente, que es motivo de acoso laboral«, espeta uno de los docentes que se ha querido mantener en el anonimato. Otras personas aseguran que no se los ha renovado la comisión de servicios en el centro alegando que se busca «rejuvenecer la plantilla»: «Es edadismo«, espeta. En este sentido, aseguran que el hecho de no renovar una plaza alegando motivos de antigüedad es contraproducente porque, con la singularidad del centro, la amplia experiencia dentro de la institución es un punto «positivo» para el buen funcionamiento de la institución.

Entre las situaciones que denuncian, algunos docentes explican que, a pesar de haber conseguido una plaza
La respuesta del Departamento de Educación
Ahora bien, mientras que los docentes denuncian que la dirección de la IOC ha actuado de manera «arbitraria», desde la consejería de Educación, a partir de información facilitada por el Instituto Abierto de Cataluña, aseguran que las personas que han optado por no seguir el próximo curso lo han hecho por motivos «muy diversos»: «La plantilla de docentes de la IOC está formada por un total de 146 personas [que engloba los docentes de bachillerato, formación profesional, escuela oficial de idiomas (EOI) y graduado en educación secundaria para personas adultas (GES)], de las cuales 15 han solicitado no continuar el próximo curso por motivos tan diversos como haber ganado una plaza de docente al extranjero o encontrado un puesto de trabajo más próximo en su domicilio», apuntan.
Desde la dirección del instituto también admiten que hay tres comisiones de servicios que «no se han renovado por motivos organizativos», uno de los aspectos que también ha despertado el malestar entre parte del profesorado. Hay que tener en cuenta, pero, que el artículo 6, que hace referencia al régimen de autonomía, del Decreto 57/2020 -el documento que marca las bases legales de la IOC- determina que la dirección del centro dispone de la potestad de decidir sobre la organización del instituto. Es decir, que tiene la capacidad para decidir qué plazas se mantienen cada año: «En todo caso, los 3 docentes pueden incorporarse el próximo curso en el Instituto donde tienen su plaza en propiedad [refiriéndose en la plaza que ocupaban antes de empezar su actividad a la IOC]», aseveran. Una opción, pero, que algunos profesores aseguran que no han tenido.

Trabajo «sobredimensionado» y discrepancias con la nueva dirección
Entre las quejas de los trabajadores -algunos de los cuales ya no formarán parte del centro el próximo año-, y que corroboran desde el sindicato, hay el volumen «sobredimensionado» de trabajo: «Se ha ido incrementando la plantilla de la IOC y los servicios que se ofrecen, pero no se ha dimensionado correctamente el volumen de trabajo que tienen que hacer los profesores. Y esto supone un agravio para el centro y la carga laboral de los docentes», argumenta Gabriel Ramírez, que advierte que no hay ningún documento que tipifique el trabajo que tiene que llevar a cabo cada docente. Lamentan que en el IOC no queda definido el tiempo que hay que dedicar a «elaborar materiales» -al ser una enseñanza en línea no se dispone de libros de texto, entre otros-, el tiempo que se tiene que invertir a «el matricular los alumnos» -otra de las tareas que recae sobre el profesorado. También denuncian que, durante el curso, se han producido «cambios significativos» sin planificación ni avisos con «suficiente antelación», cosa que supone un agravio para los docentes. Es por este motivo, pues, que reclaman directivas claras por parte de la dirección y, en consecuencia, del Departamento de Educación: «Hace muchos años que reclamamos una solución», aseveran.
En este sentido, los docentes aseguran en este diario que «el conjunto de profesorado se ha expresado varias veces sobre las problemáticas», pero sus quejas han sido «totalmente desatendidas». De hecho, consideran que, más allá de «desatender» sus peticiones, la nueva dirección también «desatiende» todo el trabajo que se ha hecho «en el pasado»: «El despotismo de la nueva directora está llegando a unos niveles perjudiciales para la institución», remachan algunos de los profesores que se han querido mantener en el anonimato. Según aseguran, son estas discrepancias con «alineación» de las directrices, y la falta de comunicación por parte de la directora, las que han ocasionado que una parte del profesorado se haya visto empujada a cogerse la baja laboral. De hecho, algunos docentes apuntan, que nunca habían visto «tantas personas» con lágrimas en los ojos por los pasillos de la sede del IOC: «Mucha gente no podía ni dormir por las noches. Ha estado insostenible«.
Ahora, pues, ante la marcha de buena parte de la plantilla de bachillerato y otros docentes de las ramas del IOC, según asegura Gabriel Ramírez, ha llevado a la dirección del centro a maniobrar para intentar reconducir la situación. Cada uno de los profesores del instituto han recibido una evaluación de riesgos psicosociales -un mecanismo del departamento para calibrar la salud laboral de los trabajadores- que tiene que responder anónimamente. Una herramienta que, en principio, permitirá detectar el malestar del profesorado, que ya lo ha expresado en reiteradas ocasiones sin obtener respuesta, pero que puede quedar en «papel mojado», según el sindicalista, si no hay un cambio real en el comportamiento de la dirección.