Un antiguo hotel modernista de lujo al que iban muchos aristócratas de principios del siglo XX y considerado Patrimonio Arquitectónico de Cataluña está ahora

La mansión fue diseñada y construida por el arquitecto modernista Josep Coll Vilaclara, reconocido también por otras obras como Can Crusellas, la Casa Anna Salvadó de Guitart, la Casa Antoni Serra Feliu, la Casa Enrique de Càrcer o la Casa Mateu Serra Buixó, repartidas en todo Cataluña. En concreto, esta enorme villa en Sant Andreu de Llavaneres tiene 3.325 metros cuadrados divididos en 32 habitaciones con baño y terraza particular con vistas en el mar -el que permitió que fuera un hotel-, varios cuartos de estar, entre las cuales algunas destinadas a conferencias, y una cocina completamente equipada. Está construida en una finca de 12.600 metros cuadrados y en una ubicación privilegiada, en pleno centro urbano, el que, además de la suya arquitectura modernista perfectamente conservada, contribuye a hacerla única.
La villa se divide en dos edificaciones, la Torre Grande, que tiene 3.325 metros cuadrados y es uno hay las habitaciones, y la masía, denominada La casa de los Masovers, que consta de 845 metros cuadrados y 14 habitaciones. Las dos construcciones se incluyen en el Patrimonio Arquitectónico de Cataluña y se vienen por ocho millones de euros.

El modernismo a cada rincón de la mansión
El modernismo está patente a cada rincón de esta enorme mansión. La arquitectura inspirada en Gaudí destaca especialmente en los tejados, a las ventanas que tienen contrapersianas de libreta y a la forja de las barandillas y rejas. También destaca en los arcos interiores y exteriores, las vigas a la vista y las escalas interiores. El objetivo del arquitecto era transmitir con la decoración la serenidad y bienestar de las casas grandes y de lujo. Contribuye a ello su ubicación, con vistas al mar Mediterráneo, y el suyo enorme jardín, donde hay pinos centenarios, cipreses, escalinatas modernistas y fuentes. Por último, una grande piscina olímpica con zona de bar le da el toque extra de relajación. Todo esto, a cambio de ocho millones de euros.
