La decisión de Pedro Sánchez de dejar en suspenso la presidencia española a las puertas de la campaña electoral de las elecciones al 12 de mayo y de unas inminentes elecciones europeas ha sacudido el tablero político en Cataluña y en el estado. Un anuncio que Sánchez justificó arguyendo la apertura de diligencias contra su mujer a raíz de una denuncia del parasindicat¡do de ultraderecha Manos Limpias. Pero, la semana también ha tenido otros factores que han levantado suspicacias sobre los motivos más de fondos en la decisión de Sánchez. Motivos judiciales más que políticos, que la extrema derecha y la derecha extrema han espoleado donde mezclan Pegasus y los intereses del Marruecos. El sueño húmedo de la derecha española.
En concreto, se trata de la decisión del titular del juzgado central de instrucción número 4 de la Audiencia Nacional, José Luis Calama, de reabrir el caso Pegasus en cuanto al espionaje a miembros del gobierno español –no sobre el que sufrieron miembros del Gobierno catalán. Una reapertura después de un archivo por carencia de colaboración de las autoridades israelíes. Pero la ayuda que ha llegado ahora, en este caso de las autoridades francesas, ha dado suficientes pistas al juez para reactivar la intrusión a los móviles de Pedro Sánchez y los ministros de Defensa, Interior y Agricultura, Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska i Luis Planas, respectivamente. Un espionaje que costó el cargo a la entonces directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban.

Francia, Marruecos y Pegasus
El magistrado Calama ha podido encontrar la clave gracias a una Orden Europea de Investigación (OEI) emitida por las autoridades judiciales de Francia. Un verdadero archivo documental que incorpora una investigación de los servicios policiales franceses del año 2021 sobre múltiples infecciones de teléfonos de periodistas, abogados, personalidades públicas y asociaciones gubernamentales y no gubernamentales, así como miembros de gobierno francés, ministros y diputados, con el software Pegasus.
Siguiendo este hilo, uno de los puntos que más ha difundido la prensa derechista de Madrid a raíz del caso Pegasus fue difundir que los móviles del ejecutivo español fueron espiados con sistemas Pegasus por orden del Marruecos. De hecho, del móvil de Sánchez se habrían extraído hasta 2,5 gigas de datos. Una tesis que se habría alimentado por el cambio de rumbo en las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos. Como muestra principal, el cambio de parecer de España sobre la soberanía del Sáhara que: de repente, el gobierno español defendió abiertamente que el Reino del Marruecos era quién ostenta los derechos, partiendo un posicionamiento de años en que España defendía el derecho a la autodeterminación del Sáhara. Inversiones millonarias, acuerdos sobre el uso del espacio aéreo o bien fondos para parar la llegada de emigrantes han sido el detalla que ciertos sectores sociales y políticos necesitaban para volver a mezclar Marruecos con Sánchez.
Pero solo son datos
La documentación que habría recibido Calama desde Francia ha animado los defensores de la tesis del contubernio marroquí contra España y ven el motivo de fondo para el aviso de Sánchez de dejar la Moncloa después de un periodo de reflexión de cinco días. Y así lo han abonado los programas televisivos nocturnos de la biosfera mediática españolista, radios y medios digitales y de papel. Pero la realidad es que Calama, de momento, de la información recibida por parte de Francia solo puede extraer el que se denominan «indicadores de compromiso», es decir, datos que pueden indicar que un sistema ha sido comprometido por un atacante.
Estos indicadores pueden incluir direcciones IP, nombres de dominio, ficheros maliciosos, patrones de tráfico de red y comportamiento anómalo de usuarios, entre otros. Los IOC se utilizan en la detección y la respuesta a incidentes de seguridad informática. Nuevos datos que podrían conducir hacia los virtuales responsables del ciberespionaje. En todo caso, Sánchez visitó Marruecos el pasado 21 de febrero y resaltó que las relaciones entre España y el reino de Mohamed VI pasaban por su mejor momento.