Será a las once y media del mediodía del 13 de junio cuando un agente de la Brigada Móvil (Brimo) de los Mossos d’Esquadra tendrá que dar explicaciones ante el juez por haber pegado un golpe de porra en la mano del exvicepresidente del Parlament Josep Costa. El agente con el número operativo policial (NOP) D0E114 tendrá que declarar como imputado ante el titular del juzgado de instrucción número 29 de Barcelona, Santiago Garcia, por su actuación durante la concentración en protesta de la cumbre francoespañola en Barcelona del pasado 19 de enero.
La diligencia del juez, firmada el pasado 10 de mayo y a la cual ha tenido acceso El Món, también prevé que el mismo día declaren los tres testigos que vieron la acción del agente antidisturbios que lesionó los dedos del exdiputado. Así mismo, pide que aclare si llevará un abogado o bien si se tiene que asignar uno de oficio. En este punto, Costa, en declaraciones en este diario, asegura que espera que la consejería de Interior no se haga cargo de la defensa del policía.

Proceso lento en la tramitación de la denuncia del exvicepresidente del Parlament
El caso Costa no ha sido un camino de rosas, precisamente. En primer término, la denuncia se archivó porque el autor era desconocido. Pero una vez las imágenes fueron aportadas al juzgado, se reabrió la instrucción. El pasado veinte de febrero, el juez consideró que había suficientes indicios para “atribuir a personas determinadas la participación en el hecho punible”. El 10 de marzo, Costa prestó declaración y el juez lo envió al médico forense para hacer el pertinente diagnóstico.
Una vez que ha reunido todos los documentos, la declaración de la víctima y los partes médicos, el juez entiende que ahora ya es hora de tomar declaración como imputado al mosso d’esquadra. Según la denuncia, a las diez de la mañana del día de la cumbre, Costa se encontraba en las escalas de la plaza Puig i Cadafalch apoyando las manos -como otros concentrados- en una “fina” hilera de vallas ligadas con cadenas. Un escenario donde no hubo ninguna señal ni ninguna actuación violenta, como el resto de la manifestación. El relato de Costa asegura que, sin ninguna explicación ni palabra, el mosso denunciado le propinó “gratuitamente un golpe en la mano con la porra extensible”. El golpe del agente antidisturbios supuso para Costa tres días de baja y un tratamiento de cinco días con un dolor que todavía persistió semanas.