No hay manera. Después de años de investigación y de analizar de manera prospectiva el entorno de la Casa de la República y centenares de personas relacionadas con el Procés, la Guardia Civil todavía no ha encontrado indicios de financiación irregular o con dinero público de Waterloo. El último ejemplo, dos extensísimos atestados, de cerca de 2.000 páginas en total y con los títulos de Informe 137 e Informe 129, entregados la semana pasada al magistrado instructor de la causa Volhov, el titular del juzgado de instrucción número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre.

Son dos informes, a los cuales ha tenido acceso El Món, que se añaden a un tercero, donde tampoco, después de mirar las cuentas personales de varios investigados, encontraron ninguna pista que certificara la tesis prospectiva de los investigadores, según la cual el exilio se financiaba con dinero público a través de terceras personas o entidades. Las investigaciones llegan a averiguar cuánto han cobrado, por ejemplo, los abogados que han prestado servicio en el exilio, cuánto cuesta el servicio de limpieza o el alquiler de los pisos de los asesores o los menús de las comidas, pero en ningún caso pueden certificar ninguna financiación pública del exilio.

Los dos últimos informes escrutan todas las finanzas de empresas del Grupo Events y Arco Iris, sociedades dedicadas, y altamente especializadas, a la organización de acontecimientos. De hecho, sus administradores, Toni Fusté y Roc Aguilera, fueron detenidos en la razia de octubre del 2021, cuando la unidad de la policía judicial de la Guardia Civil confiscó ordenadores, teléfonos móviles, una ingente documentación mercantil y archivos de las empresas que sospechaban que financiaban la Casa de la República con fondos públicos e incluso, posteriormente, que habrían financiado el Tsunami Democrático. Los agentes no han podido encontrar ningún hilo que sea un nexo entre sus ingresos empresariales y el exilio. Al final, los investigadores solo han podido encontrar supuestas irregularidades administrativas entre la muchedumbre de contratos y adjudicaciones que han obtenido estas empresas en los últimos años.

Parto de los informes sobre la supuesta financiación irregular del exilio que la Guardia Civil no encuentra en ninguna parte/Quico Sallés
Parte de los informes sobre la supuesta financiación irregular del exilio que la Guardia Civil no encuentra en ninguna parte/Quico Sallés

«Actos independentistas»

A pesar de las pesquisas, ni con las continuas prórrogas solicitadas de la instrucción por parte de los investigadores, no han encontrado ningún nexo con la supuesta financiación del exilio. Las conclusiones de los informes están llenas de verbos en condicional que el único reproche que llegan a poner negro sobre blanco es alguna irregularidad administrativa en la adjudicación de alguno de los servicios prestados por las empresas investigadas. Sociedades que, por otro lado, tienen en su lista de clientes al Ayuntamiento de Barcelona y otros de Cataluña, la Generalitat, la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, el FC Barcelona, decenas de grandes, medianas y pequeñas empresas, entidades sociales como por ejemplo Òmnium o la ANC y agrupaciones que organizan fiestas mayores.

«Se podría suponer», «no sería descartable», «se podría inferir», «indicios de fraccionamiento», «habrían facturado servicios» o «parece difícil pensar» son los tiempos y las figuras verbales que utilizan los instructores con TIP I96642N y k47019K en las conclusiones de sus informes. De hecho, en el relato de las operaciones que han llevado a cabo las empresas del Grupo Events y Arco Iris destacan la organización de varios actos de carácter desacomplejadamente independentista. Así, subrayan la participación en la organización de la manifestación del 16 de febrero del 2019 en Madrid -el montaje de los escenarios y la logística- en «protesta por el juicio que acababa de empezar en el Tribunal Supremo contra los políticos catalanes» o el mitin en Perpiñán de Carles Puigdemont, el 29 de febrero de 2020, después de confirmarse su condición de eurodiputado.

También hacen ver al juez que estas empresas organizaron un acto con los presidentes Carles Puigdemont, Quim Torra y Artur Mas el 9 de octubre de 2020 en Perpiñán o la presentación del libro del presidente en el exilio. También aducen el acto en Estrasburgo del 2 de julio del 2018, cuando Puigdemont y Comín no pudieron recoger el acta de eurodiputados. Así mismo, otro de los instructores del caso, el agente A66914D del instituto armado, enfatiza al juez que Events fue el encargado de organizar la performance de la quema de un retrato gigante de Felipe de Borbón en una manifestación de la ANC. Un «servicio que se presupuestó en 800 euros», alertan los agentes investigadores. Curiosamente, los agentes también recogen otras licitaciones a las que las empresas investigadas se habían presentado pero en las cuales finalmente no les adjudicaron ningún contrato.

La crema del retrato del rey español por el ANC que tan preocupaba a la Guardia Civil/Jordi Borràs
La quema del retrato del rey español por la ANC que tanto preocupaba a la Guardia Civil/Jordi Borràs

Sospechas de irregularidades administrativas

La profusa investigación concluye que hay indicios de prácticas irregulares para concurrir con cierto éxito a varios concursos o adjudicaciones públicas. Ahora bien, la Guardia Civil admite que las tareas adjudicadas y cobradas se han ejecutado. Pero insiste en que cree que hay concertación con otras empresas para poder tener más facilidades para conseguir una licitación de un servicio determinado o un evento. El agente IP G88687T sospecha que hay un entramado empresarial con la «finalidad última de manipular el resultado de licitaciones».

«Se podrían estar concertando con otras empresas», apunta el investigador, cosa que implicaría que «no se estaría respetando el principio de competencia en la presentación de los diferentes presupuestos». Así mismo, dejan entrever que «podría estarse produciendo un fraccionamiento ilícito» en algunos de los contratos adjudicados. Todo ello, siempre en condicional, porque incluso estas deducciones se llevan a cabo a raíz de conversaciones y «documentos Word» que han localizado en los ordenadores o móviles.

Además, la Guardia Civil admite que algunas de estas sospechas ni siquiera constituyen hechos delictivos. En este sentido, recuerdan que las empresas investigadas fueron sancionadas por la Autoridad Catalana de la Competencia por prácticas restrictivas de la competencia. Es el expediente de incoación de sanción 108/2020 por las adjudicaciones para la organización de los actos institucionales del departamento de Presidencia de la Generalitat. Un expediente administrativo que ya se cerró sin ningún tipo de repercusión penal.

El buzón del Consejo por la República, a Waterloo
El buzón del Consell de la República, en Waterloo

Sin ningún nexo con Waterloo

A pesar de la investigación intensa, la decena de agentes que han elaborado los informes no pueden ofrecer al juez ningún vínculo, ningún nexo, ninguna relación entre la actividad financiera y mercantil de las empresas investigadas y el exilio. Ni siquiera ninguna incidencia administrativa con la relación cliente-proveedor del Grupo Events con Waterloo. Como prueba del algodón, la comunicación de Sergi Miquel con los administradores de las empresas donde les informa de las condiciones de pago y plazos de la Casa de la República según la normativa contable belga. En esta línea, los agentes no pueden dilucidar ninguna vía bisiesta de dinero público a través de las contrataciones públicas y privadas de estas empresas hacia Waterloo.

En resumen, los agentes se dedican a señalar posibles indicios de prácticas irregulares administrativas pero sin contundencia, porque, dada su narración, hay un profundo desconocimiento de la mecánica y normativa del derecho administrativo que rige la administración pública. Y, en cualquier caso, los atestados policiales respecto a las empresas se rinden a la evidencia de que en ningún caso el dinero recibido por los servicios prestados en diferentes administraciones o entidades han ido a parar a la caja de Waterloo. Una anécdota que lo resume todo es el caso del «reloj del presidente». Los agentes sospechan que han comprado un reloj de lujo para el presidente Puigdemont. Pero la realidad es muy diferente: es un reloj de lujo Rolex que se compra uno de los administradores de la empresa y sus socios, para burlarse, lo tildan de «reloj de presidente». Ni con esto han tenido suerte los guardias civiles.

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