Lo llaman Proceso de Garbí. Un nombre ciertamente idílico y que tiene como objetivo sacar a la CUP de una espiral electoral de resultados magros y recuperar cierto protagonismo político en la nueva etapa del Proceso. El objetivo es asear ideológicamente la casa y enderezar el rumbo. «La organización», nombre que utilizan los dirigentes y militantes para referirse al partido, ha decidido enfocar el rebranding a largo plazo. Un proceso de debate donde pueden participar satélites ideológicos cupaires y personas que quieran participar de la reforma de la izquierda independentista y anticapitalista. Un sistema que, a pesar de que no ha convencido parte de la vieja guardia militante y que ha despertado ciertos recelos en las estructuras orgánicas, ha comenzado el debate y ha despertado antiguas reticencias ideológicas.

En todo caso, la CUP ha iniciado un proceso de autopsia de sus resultados electorales, de diagnosis de la situación y de vista larga estratégica. Todo sin tocar los cuatro pilares fundamentales de la organización: independencia, socialismo, feminismo y ecologismo. Con trazo grueso se puede afirmar que hay tres vías que se plantean en esta «refundación»: el modelo Girona, el modelo ‘comunes pero más soberanistas’ y el modelo que quiere mantener la esencia de formación independentista y anticapitalista y expurgar de la discusión interna todo aquello que no se centre en políticas independentistas y sociales, conocido como «el independentismo de combate». Los resultados electorales y cierto chasco detectado en buena parte de la militancia han espoleado la reestructuración de la formación.

Los diputados de la CUP despliegan una bandera palestina y una estelada durante la intervención del cupaire Carles Riera a la sesión de control en el Gobierno en el Parlamento / Europa Press

El término «refundación» fue puesto negro sobre blanco por un auténtico tótem cupaire, el exdiputado en el Parlamento y en el Congreso, Albert Botran. Precisamente, Botran es el fedatario público de la historia del primer renacimiento de la CUP como partido a través del libro que explica la asamblea de Vinaròs (Baix Maestrat) del año 2000. Un cónclave con entidades como la MDT, TRONCO, el antepasado de Adelante Osan -la Plataforma por la Unidad de Acción (PÚA)- y la Asamblea Municipal de la Esquerra Independentista (AMEI), la protoCUP creada el 1986, porque la CUP como marca electoral había empezado como marca electoral el 1991. Eran formaciones que todo el día «se peleaban».

En Vinaròs acordaron una estrategia a largo plazo que, diez años después dio resultados. Los llevó a sacar la cabeza en las municipales y sobre todo, a las elecciones en el Parlamento del 2011, en qué obtuvieron tres diputados y marcaron la incipiente hoja de ruta del Proceso con la vista puesta al referéndum que acabó en la consulta soberanista del 9-N. La actual refundación busca parar la bajada de la CUP y recuperar un espacio «más ambicioso» lejos de posiciones “conservadoras”.

Lluc Salellas, dirigente del Secretariado Nacional de la CUP, entrevistado por El Mundo
Lluc Salellas, alcalde de Girona por la CUP.

Un largo proceso

La idea de la actual refundación ya se planteó después de las municipales del pasado mayo. La bajada electoral de 176.474 votos y 333 regidores a 133.403 votos y 313 regidores obligó a repensar la situación. Además, con la agravante que todo y los recursos invertidos, la CUP se volvió a quedar sin representación al consistorio barcelonés. La convocatoria de las elecciones españolas, pero, entrebancó el trámite y deprisa y corriendo la CUP decidó presentarse y dejar en espera la reformulación. En los comicios españoles, contra la esperanza de sacar diputados por la demarcación de Barcelona y uno por Girona, la CUP se quedó a cero. A partir de aquí, la refundación se volvió a poner en marcha pero, eso sí, de manera ‘controlada’.

La técnica del debate de recomposición empezó el pasado 28 de octubre. Un centenar de militantes, reunidos en Barcelona, presentaron el ‘Proceso de Garbí’. Un nombre en referencia, según los comunicados oficiales del partido, al «viento que sopla desde bajo y a la izquierda». La pieza clave de la reformulación es la creación «de un grupo motor» de 17 militantes con “diferentes sensibilidades políticas y territoriales de la organización”. El trabajo que tienen encomendada es elaborar un Documento de Propuesta de Debate «después de escuchar diferentes voces del partido». Otro de los puntos fundamentales será la asamblea convocada para el próximo 16 de diciembre a Girona, para celebrar varios “espacios de debate”.

El siguiente paso será la celebración de «encuentros territoriales y municipales» así como «encuentros nacionales temáticos». No será hasta la primavera del 2024 que se celebrará otra asamblea nacional para debatir y aprobar las ponencias estratégicas. La dinámica de trabajo, pero, no ha convencido muchos militantes activos, que consideran que este proceso participativo rechina con los estatutos que plantean asambleas con ponencias políticas elaboradas de otro modo.

La presentación del Proceso de Garbí del pasado 28 de octubre/CUP
La presentación del Proceso de Garbí del pasado 28 de octubre/CUP

Crisis y debate

Son diversas las voces de dentro que esperan en el mes de diciembre a Girona y a las asambleas territoriales para aportar su idea. «Hay que cambiar cosas», alegan parte de los que buscan una renovación pensante en «futuras alianzas» o estrategias de futuro. Una idea de la cual un sector más conservador desconfía con la pregunta de «¿hacer alianzas con quién y para hacer qué?”. Así mismo, hay un tercer sector que se muestra inquieto en el sentido que se pierda el «proyecto de independentismo de combate«. En definitiva, si el modelo a seguir sería el de Girona, que ha conseguido la alcaldía con alianzas con otros partidos independentistas, como su día fue Badalona, o bien un modelo de independentismo de combate, o una tercera vía que busque pescar votos del espacio de los Comunes donde, según espín doctores de la formación, habrían ido a parar muchos posibles votos de la CUP en las elecciones españolas del 23 de julio.

Uno de los documentos que ha aparecido en pleno debate es el manifiesto Por un proceso de refundación del independentismo de izquierdas’, donde firmas de o próximas a la formación defienden la vocación de gobierno. Lo firman históricos como Marc Sallas, Lluís Sales o Marcel Vivet, así como actuales pesos pesados de la formación como por ejemplo el alcalde de Girona, Lluc Salellas, o el diputado Daniel Cornellà, también de la demarcación de Girona. «Nos hace falta una organización con más militancia, con más red, con más pluralidad, con vocación de mayoría y de conquista del poder», enfatiza el manifiesto.

Botran, uno de los firmantes, asegura en El Món, que «el objetivo principal que tiene que tener la formación es crecer» e «impedir la bajada electoral y también de asambleas locales y militancia”. Otro de los manifiestos que han entrado en el debate es del PUIC, ‘Por un Independentismo de Combate’. Un espacio minoritario donde se encuentran militantes con horas de vuelo, como el exregidor de Reus Xavier Angelergues que, en conversación con El Món, recuerda que un «problema es que los objetivos políticos que transmite hoy la CUP a la sociedad no tienen nada que ver con los objetivos que políticamente queremos transmitir históricamente». Otro sector quiere mantener una línea de alianzas pero «elegidas». «La CUP no puede hacer inventos», remarcan dejando claro que no es necesario pactar con la derecha, aunque sea independentista. «Ahora es el momento del debate», insisten, «sin renunciar a los principios de Países Catalanes, Independencia, Socialismo, Feminismo y Ecologismo». Apenas ahora arranca el intento de revitalizar una formación que ha investido los tres últimos presidentes de la Generalitat.

Albert Botran, en un momento de la entrevista a la sede de la CUP/Jordi Play
Albert Botran, en un momento de la entrevista a la sede de la CUP/Jordi Play
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