Es la mitad del tándem que encabeza Alhora, el nuevo partido que lidera conjuntamente con Clara Ponsatí. Hasta esta semana eran aspirantes a ser el cuarto espacio independentista, en rivalidad con la lista cívica que impulsaba la Asamblea Nacional Catalana (ANC), en unas elecciones al Parlamento catalán que debían ser a principios del año que viene. Entre este miércoles y este sábado, Alhora se ha encontrado de repente en un esprint para llegar en condiciones a unas elecciones anticipadas para el 12 de mayo y sin rival, puesto que la lista cívica ha caído. Jordi Graupera (Barcelona, 1981) habla de todo en esta entrevista: se tenía que hacer el miércoles, se aplazó al jueves y se ha completado este sábado, una interioridad que no tendría ninguna importancia si no reflejara la coctelera que ha sido la política catalana esta semana. Graupera es el hombre que en 2019 quedó fuera del Ayuntamiento de Barcelona, por poco, con la candidatura de Primàries, y que fue señalado como culpable de fragmentar el voto independentista. Cuatro años y medio después, admite que se las hicieron pasar «un poco putas», pero asegura que se ha «levantado». Y se plantea lo que tenía que ser el acto de presentación de su proyecto, una conferencia en el teatro Borràs con entrada de pago –con las entradas para la primera sesión agotadas en dos días–, como el primer acto de campaña.
No solo cobran por un mitin, un tipo de acto que el tópico dice que se llena montando autocares y regalando bocadillos a los asistentes, sino que agotan las entradas enseguida y ya han vendido la mitad del aforo de la segunda sesión. ¿Por qué cobran entrada y por qué creen que la gente paga para asistir a la presentación de un partido?
Cobramos por tres motivos. Primero, porque esto es un movimiento político que tendremos que financiar entre todos. No hay ni subvenciones públicas ni grandes donantes privados. Esto ya pasó con Primarias, en que el 80% de las donaciones eran de menos de 20 euros. Este será la tónica de este movimiento político. Si hay bastante fuerza material de todo tipo para sacarlo adelante, saldrá bien, y si no, no. Segundo motivo, porque es una manera de saber si hay bastante apoyo o no. Si acabamos teniendo 1.400 personas, ya llevamos mil, que están dispuestas a pagar 12 euros por el acto, quiere decir que hay 3.000 o 4.000 que vendrían si fuera gratis. Es una manera de tener información sobre el compromiso disponible para la gente. Y tercer motivo, porque las ideas y los proyectos tienen costes. No solo los materiales, del momento, sino del esfuerzo. Está bien este cambio cultural de decir que la política no es una cosa gratis, es una cosa que hacemos entre todos. Ahora, admito que no pensábamos, ni en broma, que venderíamos las entradas tan rápido.
¿Pero por qué creen que pasa esto? Porque en los últimos años la política se ha devaluado, o la gente considera que se ha devaluado. En este contexto, ¿que significa que esté dispuesta a pagar 12 euros?
Significa que hay un tanto por ciento del país que tiene ganas de que aparezca algo nuevo. Y como nuestra propuesta está planteada en términos de escuchar, hay bastante gente en el país dispuesta a abrirse a la posibilidad. Yo hago una metáfora que a mucha gente no le gusta porque es un poco cursi, pero creo que políticamente la gente tiene el coro roto. Cuando te rompen el corazón, desconfías de todo, no te quieres volver a enamorar y quizás buscas opciones pragmáticas. Y nuestra misión es convencer a la gente de que merece la pena cerrar esta herida y que se atrevan a volver a comprometerse con algo. Esto cuesta mucho. Pero es evidente que si existe esta alternativa, si es robusta, hay bastante gente para lanzar el proyecto adelante. En los últimos 6 o 8 meses, Clara y yo nos hemos visto con mucha gente.
¿Ya con la idea de lanzar una candidatura para las elecciones?
Estábamos explorando. Yo estaba convencido de que hacía falta esto, desde hace mucho de tiempo. Pero queríamos saber qué material había en el país, qué voluntad. Y nos hemos encontrado con mucha gente que nos decía ‘hacedlo’. ‘Hacedlo vosotros’, no ‘hagámoslo’. Esto te hace plantear qué quiere decir liderazgo político. Abrir una opción nueva en Cataluña da cierto miedo a la gente, por muchas razones. Hay un punto de agresividad cuando intentas poner el pie, lo viví con Primàries.
De hecho, Alhora tiene un espíritu muy parecido al de Primàries.
En el sentido de que es una opción rupturista en los partidos, sin ningún tipo de duda. Pero también hemos aprendido de las cosas de Primàries que funcionaron menos, que se tienen que corregir.
¿Como por ejemplo qué?
De todas las cosas que no funcionaron en Primpàries, hay algunas que tienen que ver conmigo como candidato. He escuchado qué es lo que la gente no quiso y por qué. Pero en todo este proceso de vernos con gente, te das cuenta de que liderazgo quiere decir enviar la señal de que tú estás dispuesto a romperte la cara, que estás dispuesto a lanzarte la piscina sin saber si hay agua. Es la conclusión a la cual llegamos con Clara. Lo que tenemos que hacer es lanzarnos.
A mí me las hicieron pasar un poco putas después de las municipales. El sistema es muy bueno cerrándote puertas. Pero he aprendido que todas estas capacidades que a veces me dicen que tengo, que a veces me lo dicen para llamarme soberbio, y a veces para llamarme listo, quizás no sirven para liberar el país o para ganar unas elecciones por mayoría absoluta. Quizás no sirven ni para entrar en el Parlamento. Pero sirven para levantarme cuando me tumban.
Han pasado cuatro años y me he levantado. El miedo que tiene la gente se aguanta sobre la creencia de que le arruinarán la vida si fracasa. Y mi gran descubrimiento es que no, que no nos jugamos nada que no se juegue alguien que abre un diario digital, una librería o un bar. Es el clic mental de hacerlo porque es nuestro deber, porque el país lo necesita. La razón por la cual lo hacemos es para cambiarlo todo, pero es motivo suficiente que dentro de unos años miremos atrás y no se pueda decir que a todo el mundo ya le parecía bien lo que pasaba y nadie hacía nada. No nos gusta lo que está pasando y tenemos que hacer algo.
Falta que la gente responda.
Si la gente lo quiere, fantástico, el país empezará a dar el giro. Si la gente no lo quiere, esto es una democracia, nos vamos a casa.
¿Cuáles son las cosas de usted mismo que dice que ha cambiado?
Cuesta mucho de expresar. No son cosas tangibles. Por ejemplo, volví de los Estados Unidos y hacía 15 años que hacía periodismo político y creía que conocía la política catalana. Y no la conocía. Hay un submundo en la política catalana que no se ve de entrada. Y, después, he tenido que entender que, aunque a mí me gusta mucho discutir con la gente, la batalla dialéctica, porque es fácil para mí, respetar a los otros también es jugar en su campo, con sus armas. He tenido que darme cuenta de que no es tan importando ser el tío que tiene más razón o los datos más precisos, sino que es importante entender por qué hay grandes resistencias que tienen que ver con una intuición que es mucho más sabia que todos los argumentos que tengas.
¿Y será un candidato diferente?
Yo soy quien soy y estoy muy reconciliado con quién soy. Pero he entendido que lo que estoy planteando es muy agresivo. Vengo a decir que los partidos existentes tienen que desaparecer. No me puedo quejar cuando la respuesta es agresiva. El sistema hace lo que puede para defenderse. Y está bien que sea así. Mi trabajo es ganar a pesar de esto y no quejarme porque el campo hace subida. Yo he elegido jugar en un campo que hace subida. Podría haber elegido entrar en un partido político y he decidido no hacerlo. La manera como he planteado mis intervenciones políticas en el país en los últimos años siempre tienen más posibilidades de fracasar que de tener éxito. La ley electoral española está pensada para generar estabilidad. Por eso el PP y el PSOE son tan fuertes, a pesar de todo.

Se presentan a las elecciones y dicen abiertamente, al menos usted, que tiene claro que pueden sufrir un batacazo electoral. No es lo que suelen hacer las candidaturas políticas…
Pero es que no hay nadie idiota en este país. ¿Qué tengo que hacer? ¿Decir que seguro que lo conseguimos? ¿Por qué? Para demostrar que soy una persona optimista? La oferta que hacemos es muy clara. La gente me conoce bastante para saber qué quiere decir lo que digo. A Clara Ponsatí, la gente la conoce bastante para saber qué significa lo que dice. Si la gente lo quiere, entraremos en el Parlamento. Y si a la gente no le convence el proyecto, no entraremos.
Para ganar tiene que parecer que puedes ganar. En su caso, ganar querría decir entrar en el Parlamento.
Sí, pero que las posibilidades están ahí también lo decimos claramente. Nosotros, en 2019, sacamos un 3,8% de votos en la ciudad de Barcelona. El umbral de las municipales es un 5%. En las autonómicas, es un 3% en cada circunscripción. Si se diera el mismo resultado en la provincia que se dio en la ciudad, entramos con 4 o 5 diputados. ¿Qué precedente tenemos de una cosa similar? Solidaridad, con Joan Laporta, en su época de más prestigio. El 2010 sacó 3,01% la provincia, 3 diputados. En la ciudad de Barcelona sacó un punto menos que yo, 10.000 votos menos que yo en las municipales. No se puede trasladar una cosa a la otra. Pero estos resultados dicen que la provincia está más abierta a discursos nacionalistas de lo que lo está la ciudad. Hay el espacio, no nos lo tendremos que inventar.
Anunciaron el proyecto, sin concretar qué querían hacer, planteando una conferencia exploratoria el día de Sant Jordi, para empezar a calentar motores. Era un maratón y ahora se han convocado elecciones y tienen que correr los 100 metros de lisos. Esto cambia radicalmente el planteamiento.
Que hubiera elecciones anticipadas era una posibilidad. No habría dicho nunca el 12 de mayo, pero podía ser coincidiendo con las europeas [el 9 de junio] o quince días después. Porque una de las posibilidades que tenía Pere Aragonès era convocar elecciones en el periodo que va desde la aprobación de la amnistía hasta que se amnistíe a Puigdemont.
Esto es lo que dice Junts…
Es que esto es verdad. Además, el hecho de que el caso Koldo haya salpicado a Salvador Illa le quita un poco la brillo que podía tener su ‘maratón’ particular. Y si no hay presupuestos, el gobierno catalán puede plantear un relato en el cual ellos querían una cosa muy buena para el país y los otros no por razones partidistas. Cuando hace unos días lanzaron una campaña publicitaria explicando todo lo que ha hecho el gobierno, pensé que estaban convocando elecciones. Era una posibilidad. La otra era que quisieran alargar la legislatura al máximo, pero con la sequía se acerca un verano con restricciones y después la gente estará enfadada. El caso es que tenemos que correr. Pues lo haremos. Ahora necesitamos 500 voluntarios para recoger firmas. Si no los conseguimos, querrá decir que algo falla. Pero en las primeras siete horas del llamamiento ya teníamos casi 300. Necesitamos las firmas de un 0,9% del censo de cada provincia. Esto en Barcelona quiere decir 4.000 y pico, unas 5.000 y pico en todo Cataluña, sumando las otras demarcaciones. Nos presentaremos allá donde llegamos, sin dramas. Esto es un proyecto a largo plazo.
¿Y el objetivo?
La ambición es liderar el independentismo en Cataluña. Y gobernar. No queremos ser un ariete, queremos ser el partido central, el primer partido fundado para hacer esto. Poner el gobierno catalán y las instituciones al servicio de liberar el país de los españoles.
Si no entran en el Parlamento esta vez, ¿continuarán?
Ya lo veremos, depende de qué quiera decir no haber entrado. Depende de por cuántos votos nos hayamos quedado fuera, depende de por qué…
Hasta ahora, parecía que el cuarto espacio independentista sería la lista cívica de la ANC, que este sábado ha caído de los planes de la entidad porque el ‘no’ ha ganado la consulta. Desde el principio, ustedes han dicho que en ningún caso se fusionarían con la lista cívica…
Desde hace muchos meses digo que es una mala idea. Primero porque la idea de lista cívica se aguanta sobre el concepto de que los políticos son demasiado profesionales y que necesitamos que la gente cívica entre a las instituciones y haga una DUI. Yo creo que el problema es que los políticos son demasiado poco profesionales. Y segundo, porque la ANC tiene una misión que no está cumpliendo. La ANC es el lugar donde los independentistas de varios partidos políticos tienen que poder encontrar para hacer activismo. Y para digerir la actualidad política y proponer cosas que sirvan para todo el mundo, sin condicionar la militancia de nadie. La ANC tiene un trabajo que hacer, que es este, y no lo puede hacer hasta que no haga autocrítica del apoyo que va dando los partidos del Procés durante el Procés.
Y ahora que los mismos asociados han tumbado la propuesta, ¿se plantean unir fuerzas con la ANC de alguna manera, como hicieron en su momento con Primàries Barcelona?
En el caso de Primarias, la ANC acordó internamente extender la idea de Primàries a todo el territorio y firmamos un acuerdo por el cual la Asamblea velaba para que el proceso de Primàries en Barcelona fuera neutral, sin que ellos intervinieran ni en la campaña ni en su financiación, contra lo que mucha gente piensa. De todas maneras, no creo que la ANC ahora tenga que intervenir en ningún instrumento político y nosotros no haremos ningún acuerdo con la Asamblea. Pero queremos animar a la gente que creía que hacía falta otra lista para las elecciones, y que ha votado que sí en la consulta, que se sumen a Alhora individualmente y que trabajen con nosotros. Y la gente que ha votado que no porque creía que la ANC no era el lugar donde hacer esto, también, que vengan con nosotros a construir un espacio independentista que pueda cambiar la situación y hacernos salir del callejón sin salida.

Hace un momento ha dicho que el problema no es que los políticos sean demasiados profesionales, sino que lo son demasiado poco. Se suele hablar de políticos profesionales para referirse a personas que tienen toda o casi toda su trayectoria laboral en partidos e instituciones políticas. Pero no debe de ser este el perfil que quieren…
No necesitamos que hayan trabajado en la política o en la administración. Quizás es un poco confuso, pero internamente decimos que buscamos gente que pueda tener vidas interesantes fuera de la política. Que la vida que sea, de agricultor, de carpintero, de tendero, de librero, de escritor, de académico, ya les dé una vocación, una motivación. Gente que no necesite la política para tener una vida interesante. Porque si alguien necesita la política para tener una vida interesante, se avicia, renuncia a las convicciones y a los compromisos para continuar enganchado a la adicción, que es uno de los problemas que tiene claramente nuestra política. Y, por lo tanto, lo que queremos es gente profesional en aquello que hace.
Junts está jugando la carta de Puigdemont desde que se han convocado las elecciones. No está claro si será su candidato, pero podría ser que lo fuera. ¿Hasta qué punto cree que movería el tablero?
Puigdemont tiene una gran virtud y un gran defecto. La gran virtud es que es el presidente depuesto ilegal e injustamente por el gobierno español. Por eso la gente le llama el presidente legítimo. Esto hace que, como catalán, tengas ganas de decir a los españoles: ‘No, lo ponemos nosotros y lo sacamos nosotros, no vosotros’. Él es la institución depuesta por el Estado. En este sentido, hay cierto deber de proteger la institución. Ahora, tiene un gran efecto, que es el presidente que ha tenido la oportunidad más clara de liberar al país de España en toda la historia de Cataluña y la derrochó. Y no basta con que diga ‘me equivoqué’. No hay bastante. Me equivoqué tiene que querer decir ‘dejo paso ’. A una nueva generación. Él ya tuvo su oportunidad y pretender que tiene que tener otra indica que no ha aprendido de sus errores. Todo lo que hemos visto los últimos años es a Puigdemont intentando conservar su espacio político, que ya es lo que hizo que tomara mal aquella decisión. ERC y el PDeCAT competían por no ser los traidores, y Puigdemont declaró una independencia que no tenía ninguna intención de proteger.
¿Qué tenía que haber hecho?
Un acto de honestidad con el país y decir ‘no nos esperábamos que pasara esto, no nos esperábamos que la gente saliera a votar así, no nos esperábamos que hubiera 3 millones de personas en la calle, no estamos preparados. Vamos a elecciones, cogemos esta fuerza y la llevamos todos juntos a intentar hacerlo’. En vez de ser honesto y hacer esto, fue deshonesto. No solo se equivocó, fue deshonesto. Y una vez que declaró la independencia, en vez de defenderla, se fue y dejó que el Estado hiciera lo que le diera la gana en el país. Y lo que está haciendo desde entonces es proteger el espacio político del cual es responsable. Lo entiendo, pero esto hace que su discurso cada vez esté más desgastado, cada vez hay menos gente dispuesta a votar este discurso. Cada vez estos partidos tienen más ex votantes que votantes. Si ahora presentan a Puigdemont, prometiendo que vendrá para la investidura cuando no pueden saber si esto será posible, una cosa que ya prometieron diciendo ‘Si quieres que vuelva presidente, vota al presidente’, tiene un punto de ridículo. E indica que el espacio postconvergente no tiene capacidad de generar liderazgos nuevos con ideas frescas. Presenten a Puigdemont y es su gran carta. Pues mucha suerte, pero no es ninguna solución para el país.
Las encuestas dicen que volverá a ganar Salvador Illa y por más margen que en 2021.
No sé qué pasará, puede pasar cualquier cosa. Todo indica que el PSC ha hecho el trabajo de aparecer como un partido anodino que pueda votar la gente que tiene ganas de votar cosas anodinas, que debe de ser mucha ahora mismo, en la parte españolista del país. Porque ya está todo cerrado. Una vez aprobada la amnistía, la rendición es total. Y Illa es el candidato de ‘que se note el efecto sin que se note el cuidado’. Ha sido el peor ministro de Sanidad de la historia de España. Gestionó la pandemia infernalmente, no solo por el número de muertes, sino que salía a las ruedas de prensa con los militares al lado. No hay individuo más autoritario en España. Pero es un señor que ha salido mucho en la tele y calculan que hay cierto electorado un poco pasivo, que vota de una manera desapasionada, que lo votará. Y creen que sobre este desapasionamiento pueden construir un espacio para pactar con ERC y los comunes.
Pere Aragonès ha dicho abiertamente que no harán Illa presidente.
Es igual lo que digan. No hay una sola cosa que hayan dicho que después no hayan contradicho, en los últimos diez años. La promesa cumplida es el gran unicornio de la política catalana. El día que la encuentre, aplaudiré. Esquerra Republicana ha construido un discurso ideológico que compra los discursos progresistas norteamericanos. Yo lo llamo la izquierda de Netflix. Una versión del feminismo, una versión de la diversidad, etc. Nada de esto está anclado en la tradición del país, en las luchas del país, en la izquierda del país, en el republicanismo del país, sino que está anclado en las series que ve la gente a Netflix o a HBO. Y esto ha degradado tanto su discurso que prácticamente no sirve para hablar del país. Lo único a lo que pueden aspirar es a conservar un espacio que, de tan vacío, les sirva para hacer una cosa y la contraria, según los intereses más inmediatos.
Una de las cosas de las que se quejan los partidos independentistas con representación es que las candidaturas que van surgiendo, como era la lista cívica y ahora la suya, fragmentan el independentismo y que esto puede provocar voto perdido.
Si algo demuestran los últimos 10 años de política catalana es que todo voto que ha ido a los partidos independentistas es un voto perdido.
Voto perdido en el sentido de que no entre en el Parlamento. Es lo que pasó en 2019 en el Ayuntamiento de Barcelona. La CUP y Primarias quedaron fuera por poco, unos y otros.
Los partidos independentistas han secuestrado el voto independentista y lo han metido en el Parlamento a hacer nada, en el mejor de los casos. Y, en el peor de los casos, a hacer lo contrario de la intención de este voto. Todo voto que fue a otras opciones y que no entró en el Parlamento es un voto ganado para el país. Es un voto de gente que no está dispuesta a aceptar el chantaje de los partidos para no hacer nada. Cada voto arrancado del processisme, es un voto salvado.
¿Aunque no entre a la institución?
Si entra, mucho mejor. Si entra, seremos imparables. Si abrimos esta grieta, no la cerrarán nunca más. La gente habla del cuarto espacio. Y aquí hay dos espacios. Uno, que es el de dentro, y el otro, que es el de los que somos afuera. Y los que estamos afuera estamos haciendo un esfuerzo con muy pocos medios para entrar, con la voluntad de la gente. Si entramos y hacemos una grieta en este sistema, no lo superarán.

Es obvio que los partidos independentistas con representación institucional no han hecho la independencia. Ustedes aseguran que Alhora se ha creado expresamente para esto. ¿Cómo se hace? Hace seis años que ellos buscan la manera…
Ni lo han intentado. Se puede fracasar, no hay nada seguro. Pero ellos no lo han intentado.
¿Pero como se hace?
La independencia no es ningún misterio de Lurdes. Los países que se han independizado no es que tuvieran un laboratorio con físicos cuánticos buscando una fórmula mágica. La independencia tiene 3 o 4 retos logísticos complicados, que requiere gente muy competente y muy profesional detrás, como recaudar los impuestos. Y en el caso de Cataluña, que no es una independencia aceptada por España, tienes un problema que es la violencia. Este es el problema.
Relevante…
Mi tesis sobre esto es que la independencia en el caso de España es un problema de orden público, no es un problema militar. No estamos en un escenario en el que España pueda hacer una intervención militar en Cataluña y le salga bien. Esto no puede pasar. Esto que se dice de que tenemos que controlar el territorio es otra de las falacias del Procés. El territorio ya está controlado.
¿Cómo?
El territorio es de la población. Cataluña es un país con 8 millones de personas, orográficamente complicadísimo. El problema que tienes es para irlo a controlar. Por eso, cuando enviaron 20.000 policías el 1 de octubre se tuvieron que ir con el rabo entre las piernas. No había manera de controlarlo. Y la idea de que puede haber una intervención militar en Cataluña es una idea que está en el inconsciente catalán para que tengamos miedo y no hagamos nada. ¿Pero qué intervención militar puede haber en Cataluña?
Es la idea de los tanques entrando por la Diagonal, la imagen del 39.
¿Contra quién disparan en la Diagonal? ¿Contra el 3.º 2.ª porque hay la bandera de Òmnium y no contra el 3.º 1.ª porque hay la bandera del aguilucho? Cataluña es una sociedad demasiado diversa y plural. Y en el momento en el que se atrevieran a hacer una intervención militar, se ha acabado el juego. La posibilidad de que España gobierne nunca más Cataluña se ha acabado. Y, además, España es una democracia. No nos la creemos, es deficiente, autoritaria, todo lo que quieras. Pero es una democracia, también sociológicamente. Los españoles son como nosotros. Son europeos occidentales, tardocapitalistas. Les gustan las croquetas, tienen el colesterol alto y un iPhone. En los años 30, las desigualdades económicas que había en España eran de país al cariz de la guerra civil. Con las migraciones de entre los años 50 y 70, con los andaluces, murcianos y extremeños que vinieron a Cataluña, se rompieron las desigualdades y España entró en el grupo de sociedades que pueden tener una democracia. Y ahora llevamos 40 años de un tipo de prosperidad muy determinada, un poco degradada y
Por lo tanto, ¿un problema de orden público y nada más?
Es un problema de orden público en el sentido de que habría una serie de gente en Cataluña leal al Estado español, que no estaría cómoda con lo que pasaría y querría hacer algo. Y aquí la gran responsabilidad del gobierno que haga la independencia será mantener el orden público. Si tú puedes mantener el orden público suficiente tiempo, has ganado. Si no puedes y tiene que venir España a mantenerte el orden público, has perdido. Todas las teorías de la autodeterminación serias del mundo te dicen que lo que hace la soberanía, lo que hace la autodeterminación es la autodeterminación. Es decir, que tú seas capaz de gobernarte a ti mismo. Y si tú enseñas al mundo que te puedes gobernar a ti mismo, no hay vuelta atrás. Lo que no puede ser es que continuemos viviendo con la idea de que la única razón por la cual no somos independientes es porque no nos atrevemos a declararlo porque nos bombardearán. Esto es un delirio. Este miedo es una herencia de nuestros abuelos. Tenemos que organizar democráticamente nuestras instituciones para poder declarar la independencia. ¿Es fácil? No. ¿Es rápido? No. ¿Con el material que ahora mismo hay a la política catalana se puede hacer la independencia? No, rotundamente no.
¿Y el apoyo internacional que siempre se ha dicho que haría falta?
Es mentira. La autodeterminación siempre es una molestia para todo el mundo, excepto si alguien tiene un interés muy particular para desestabilizar una zona. Los países europeos estarán en contra, y está bien que estén en contra. No solo digo que estarán en contra y que se tiene que hacer contra la opinión de todo el mundo, que es como se hacen las autodeterminaciones, sino que digo que está bien que sea así, porque los países tienen un deber de mantener la estabilidad. Nadie quiere que las cosas caigan en espirales difíciles de controlar. Eres tú quien tienes que demostrar que eres capaz de generar una inestabilidad contra su voluntad y después una nueva estabilidad que devuelva la zona a la normalidad. Y esta es nuestra misión. Es dificilísima, pero se tiene que poder hacer a sabiendas de todo esto, porque a veces la historia te pone ante una oportunidad a trancas y barrancas, que es lo que pasó en 2017. Y lo fundamental es que la gente que está al frente del proyecto, si le aparece el botón de la historia delante, lo sepa apretar.
Pero no hablamos de, en la próxima legislatura, ir día en el Parlamento y proclamar la independencia…
No hay nadie serio que pueda decir esto. Pero nunca tienes que descartar esta posibilidad. Para mí, el referéndum está celebrado. Si alguien quiere un referéndum más legítimo que el de 2017, que lo organice. Si España quiere un referéndum más legítimo, que nos haga una propuesta. Discutámoslo. Pero el referéndum para mí ya está hecho. Y siempre tienes que tener el derecho, la posibilidad, de declarar la independencia. No puedes renunciar de entrada, no puedes decir que esta legislatura no estamos preparados y no lo haremos. Ya lo veremos.