«Proclamamos Arenys de Munt primer municipio que ha votado libremente y democráticamente la independencia de la nación catalana». Con estas palabras se cerró un día histórico para el independentismo, donde el municipio del Maresme se convirtió en el epicentro de Cataluña, y que acaparó las miradas de mediados de comunicación de todo el mundo. El 13 de septiembre de 2009, ahora hace quince años y unos días, se celebró una fiesta histórica en Arenys: la primera vez que los catalanes eran consultados sobre la independencia. El resultado, con un 41% de participación, fue abrumador: el ‘sí’ a la independencia arrasó con un 96,3% de los votos, ante el 2,2% del ‘no’ (61 votos), el 1,1% de votos en blanco (29 votos) y el 0,4% de nulos (12 votos). Con el gesto tan sencillo, pero simbólico, de introducir una papeleta dentro de una urna, Arenys de Munt cambiaba el rumbo de todo un país y se convertía en la punta de lanza de todo un movimiento. Aquel día representa el chispazo que encendió el movimiento, y que dio lugar a oleadas de consultas celebradas en todo el territorio, a la consulta del 9-N en 2014, y que ocho años después culminó con el referéndum del Primero de Octubre.

Para recordar el día que el independentismo se puso en marcha, El Món ha hablado con algunos de los protagonistas de aquella jornada pacífica, lúdica y también histórica, que recuerdan de una manera «muy entrañable», que definen como «una fiesta de la democracia». Carles Móra, que en 2009 era el alcalde de Arenys de Munt, destaca la «complicidad» de muchas entidades del municipio, que se implicaron e involucrar en la organización de la consulta impulsada por el Movimient Arenyenc per a l’Autodeterminació (MAPA), para dar una «respuesta popular colectiva, y estratégicamente palabra muy diseñada». «Era un tipo de acto de desobediencia, un tipo de acto de convencimiento total y absoluto que un pueblo unido y organizado lo puede todo». Mora añade que «fue un intento de solucionar a los muchos problemas que arrastramos desde que nos expolian y nos reprimen, una manera de visualizar esta actitud de rebeldía e inconformismo». «Nos convertimos en la punta de lanza del independentismo», sentencia. Una opinión que es compartida por el notario y exdiputado Alfons López Tena y la expresidenta de la ANC Elisenda Paluzie, que formaron parte de la junta avalista de la consulta, que llegó en una «etapa muy negativa» después todo el proceso de reforma del Estatuto.

Paluzie recuerda que la noche antes ella durmió en casa del alcalde de Arenys de Munt y, por otro lado, López Tena y Uriel Bertran durmieron en casa de Joan Manuel Ximenis, entonces regidor de la CUP e impulsor de la consulta porque se tenían que levantar pronto para preparar todo el dispositivo porque la votación se pudiera celebrar con total garantías. «Todo Arenys de Munt estaba lleno de gente, se respiraba ilusión y aquel día rompimos una dinámica, y pusimos la autodeterminación en la agenda», subraya la catedrática de Economía. «Yo creo que aquel movimiento fue la chispa de todo el que vendría después porque aquella misma noche se planteó el choque que se tenía que hacer con esto, y porque suponía haber ganado la abogacía del estado», apunta el notario, que subraya que recibieron llamadas de «gente de todas partes queriendo organizar su consulta».

Carles Móra depositando el voto a la consulta sobre la independencia en Arenys de Munt / ACN

¿Un acto de movilización o un acto efectivo?

Por otro lado, Alfons López Tena explica que cuando se involucró en la consulta de Arenys, pidió a los organizadores si querían celebrar «un acto de movilización», con los Mossos d’Esquadra llevándose las urnas y las papeletas al inicio de la consulta, o «un acto efectivo», dando adelanto de resultados y los resultados finales, y deja claro que «una cosa es incompatible con la otra». «Apostaron por la segunda opción», y, en este sentido, defiende que desde el primer momento se tenían que «comportar como estado y actuar como estado».

Aquel día pudieron votar todos los empadronados en el municipio, incluidos los vecinos que se encontraban en situación irregular, pero López Tena subraya que se tenía que «acreditar que solo podían votar aquellos que se habían definido que tenían derecho a voto y que solo lo pudieran hacer una vez». Elisenda Paluzie, por su parte, rememora que López Tena «fue muy riguroso» al hacer cumplir las directrices marcadas para hacer la votación porque había que dotar la consulta de «mucha credibilidad». De hecho, el mismo jurista lo admite y pone el ejemplo de una mujer «muy conocida» en el municipio que quiso votar a primera hora con una fotocopia del DNI y «no la dejamos votar». «Cualquier excepción podía ser aprovechada en contra», alega para justificar que hiciera cumplir las normas de votación sin permitir excepciones.

Uno de los falangistas durante la concentración contra la consulta de Arenys de Munt / ACN

Una consulta en medio de la presión del estado y las amenazas de la ultraderecha

A pesar de que el exalcalde de Arenys de Munt recuerda que el independentismo viene de lejos y ha recorrido un «largo camino», y que durante el franquismo estuvo en la clandestinidad, Mora destaca que con la consulta «se supo encontrar la manera visual de obtener unos resultados muy eficientes». «La formulación de poner una papeleta dentro de una urna fue manera de actuar muy acertada, porque la gente tiene ganas que se lo escuche y reivindicar sus derechos, tanto individuales como colectivos». Aun así, el camino no fue fácil y Tena recuerda que Pilar Fernández Bozal era en aquel momento la jefa de la Abogacía del Estado en Cataluña cuando, poco antes de la consulta, este organismo recorrió la consulta de Arenys. El encargado de defender la prohibición de la consulta fue el actual eurodiputado de Vox Jorge Buxadé, entonces abogado del estado. A raíz de la sentencia judicial, que prohibió en el Ayuntamiento ceder la Sala Municipal del consistorio, la consulta se celebró en el Centro Moral, un local de una entidad privada situado junto al Ayuntamiento.

«Ninguno de nosotros fue procesado cuando teníamos una prohibición concreta para hacerlo», dice Tena, que resalta que «Bozal fracasó en el intento de impedir la consulta de Arenys, y un año más tarde Artur Mas la nombra consejera de Justicia». «El gobierno de los mejores nombró una perdedora», critica. Paluzie, por su parte, señala que «en aquel momento, la gente de la coordinadora local de Arenys de Montones ya notó el que es la presión del Estado», y añade que «algunos tenían incluso amenazas y sufrieron tensión los días previos a la consulta». De hecho, Josep Manel Ximenis reveló que los grabaron, hicieron llamadas a los vecinos, los amenazaron de quemar los bosques y, intimidaban comercios y, en su caso personal, lo llegaron a amenazar de muerte.

Además, aquella consulta se celebró en medio de las amenazas de la ultraderecha. De hecho, se autorizó una manifestación de la Falange y unos setenta falangistas llegaron al municipio el mismo día que se celebraba la consulta. Sobre esto, Mora recuerda que la Falange «nos empezó a amenazar», pero cree que tuvo una «intervención torpe» que consiguió el efecto contrario del que ellos querían. En este sentido, cree que las amenazas y la protesta de los falangistas sirvió para que la gente entendiera «la fuerza» del que estaba haciendo Arenys de Munt aquel día. «Se puso a nuestro lado y en contra de la ultraderecha, y nos convertimos en la punta de lanza del independentismo», sentencia.

Las calles de Arenys de Munt plenos de gente durante la jornada de la consulta del 2009 / ACN

15 años después de Arenys: una oportunidad perdida

A pesar de todo, Mora admite que no se podía imaginar la oleada independentista que llegaría durante la década siguiente, y remarca que el municipalismo fue una de las claves de este proceso. Es por eso, que «se tiene que volver a reavivar el municipalismo, sobre todo el independentista, que no es nada despreciable». Con la cantidad de pueblas que hay en Cataluña, y la cantidad que disponen de una mayoría independentista al consistorio, el ahora alcalde de Tarrés, un pueblo de las Garrigues de solo 90 habitantes, cree que hay que «reunificar» el municipalismo y «volver a insistir porque la unión hace la fuerza». «El municipalismo tiene que continuar insistiendo, y hacer actividades de este tipo para mostrar la voluntad del pueblo catalán», pero reconoce que «a desunión ha provocado chasco y desmovilización».

Elisenda Paluzie, en cambio, recuerda que las consultas las impulsaron las entidades municipales, y lamenta que «el movimiento se ha apagado», pero cree que Cataluña ha tenido situaciones en la historia «mucho más complicadas que esta» y se ha salido. Así, cree que ahora «nos corresponde a todos no plegar los brazos individualmente«. «Si los partidos no están confrontando el Estado, o el españolismo en Cataluña, confrontémoslos nosotros individualmente en nuestras acciones de cada día y vamos recuperando el movimiento desde otras esferas», que «de este fracaso nazcan otras cosas».

Alfons López Tena, pot su parte, ve «evidente» que es «una oportunidad perdida» porque hay una aspiración que no se logra, pero critica que el movimiento «ha querido ir a Girona y ha cogido la carretera de Zaragoza». Es decir, ha querido lograr la independencia por un camino que, según su opinión, es «imposible», y, en este sentido, valora que los partidos independentistas «no quieren lograr la independencia, y su electoral tampoco», porque cuando ha habido una alternativa «se ha rehusado». «La gente vota esto porque quiere esto, y la gente que ha dejado de votar no genera nada porque aparecen otros movimientos y no los votan», insiste. «Cuando un régimen se agota, pero se estanca, ya se convierte en la nueva normalidad y un Gobierno como el de Illa puede funcionar», resume.

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