El Gobierno y el PSC, el partido del ejecutivo monocolor de Salvador Illa, han pasado el primer semestre del año negociando tres suplementos de crédito con Esquerra Republicana y los Comuns, sus socios prioritarios, que han sacado adelante para apuntalar los presupuestos prorrogados de 2023, los últimos aprobados, con Pere Aragonès como presidente. Una vez logrado el objetivo, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha anunciado a bombo y platillo un «acuerdo sólido y consensuado» para la ampliación del aeropuerto del Prat. El proyecto se ha cocinado a tres bandas controladas por los mismos socialistas –dos administraciones, Generalitat y gobierno español, y la empresa pública Aena– y con el apoyo del establishment. Y ha sido rechazado por Esquerra Republicana y los Comuns. Los primeros han advertido a Illa que «cada vez que haya una tentación por retroceder en la defensa de los intereses de los catalanes, a Salvador Illa se le complicará más la legislatura». Y los segundos han centrado las críticas en el impacto medioambiental de la ampliación. Incluso el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha reclamado públicamente una reunión urgente con el titular de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, y Aena por la afectación a la Casa Gomis en esta ampliación del Prat.

Ante este escenario, y con la mirada ya puesta en los presupuestos de 2026, que el ejecutivo catalán quiere comenzar a negociar a partir del mes de septiembre, a la vuelta de las vacaciones de verano, expertos consultados por El Món destacan que es una «prueba de fuego», pero que la sangre no llegará al río porque las tres partes se juegan mucho. Es decir, ERC y Comuns pueden haberse tragado un «sapo», pero difícilmente tendrá consecuencias y hay que ver si consiguen arrancar alguna contrapartida.

La ampliación estaba en el programa electoral del PSC

El politólogo y profesor de la Universidad Pompeu Fabra Toni Rodon recuerda que el PSC llevaba la ampliación del aeropuerto en su programa electoral y «fue muy claro en este aspecto», aunque cree que la ampliación del Prat es «la primera prueba de fuego para la estabilidad del Gobierno». En este sentido, señala que «por mucho menos», es decir por el Hard Rock, los Comuns forzaron a Pere Aragonès a convocar elecciones. «Dudo que ahora quieran hacer lo mismo, pero hay que estar atentos a ver «cuál es su reacción», añade. «Esto deja en peor posición a los socios que al PSC, que no ha engañado a nadie» porque, según él, «es el PSC más conservador de la historia».

El profesor de ciencia política de la UB Jesús Palomar, por su parte, opina que «una cosa es la ampliación» del aeropuerto y otra es «qué contrapartidas» podrán obtener ERC, que en el acuerdo de investidura reclamaba «definir el nuevo modelo de gestión catalán aeroportuario con el objetivo de transformar el aeropuerto», y los Comuns, que centran sus exigencias en el aspecto medioambiental. «Al PSC le interesa ampliar el aeropuerto y ya está, pero habrá que saber si ha habido una contrapartida en estos dos aspectos», dice, y añade que «si lo han hecho sin nada a cambio estas dos formaciones tienen un problema». «Si ha sido una decisión unilateral de los socialistas hay posibilidad de que genere, como mínimo, desconfianzas y en términos de proyectos alguno de los dos partidos pueden castigar al Gobierno vía Parlamento», alerta.

Andreu Paneque, doctor en Ciencias Políticas y profesor en la UOC, advierte que el anuncio de la ampliación «solo es la primera piedra» y pronostica que después vendrán «toda una serie de movimientos pactados». «ERC y los Comuns han cargado contra el proyecto porque no podían hacer otra cosa», pero puntualiza que hay que ver «cuál ha sido la compensación para aceptar este sapo por parte de ERC y los Comuns», y apunta que dependerá de esto la factura que pueda pasar en las relaciones del PSC con sus socios prioritarios.

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y el de ERC, Oriol Junqueras, se dan la mano antes de reunirse en el Palau de la Generalitat / ACN

¿Y los presupuestos del 2026?

Sobre cómo puede afectar esto la negociación de los presupuestos para 2026, Palomar cree que de una manera u otra puede tensar la negociación, y recuerda que el próximo año el PSC debería presentar unas cuentas. En este sentido, hace memoria de que la última vez que no se aprobó un presupuesto, en época de Pere Aragonès, hubo elecciones. «No es una cosa banal», subraya. Rodon, por su parte, manifiesta que no aprobarlos en 2025 «no ha supuesto para el PSC una factura muy grande», y señala que con la situación actual «podrían vivir un año más». «Otro escenario es que haya una transacción, sobre todo entre Esquerra y los socialistas, que sería que se ampliara el aeropuerto y como contrapartida los republicanos arrancaran la gestión de la infraestructura a través de comisión bilateral, como se está haciendo con Rodalies». En cambio, Paneque considera que la carpeta de la ampliación del Prat no afectará en nada la negociación de presupuestos porque «esa ingeniería parlamentaria que parecía tan poco estable, y que daba la sensación de que se podía romper en cualquier momento, se ha convertido en estabilidad, y romper los bloques dentro del Parlamento es mucho más difícil de lo que habíamos imaginado», expone.

Los acuerdos de investidura atan a los socialistas con sus socios prioritarios y viceversa

Pero ante esta situación hay unos acuerdos de investidura –de facto son de legislatura porque tienen un recorrido largo– que atan a los socialistas con sus socios prioritarios y viceversa. Para Rodon, los Comuns no tienen otra alternativa porque «o pactan con el PSC o no pactan con nadie», mientras que ve a Esquerra «atrapada porque aún está lamiéndose las heridas de la crisis interna», y considera que ahora mismo la formación de Oriol Junqueras «no quiere ser una piedra en el zapato, aunque se podría querer marcar un punto ante su electorado». «No sé si los puede poner en peligro, pero sí que los pone en tensión», resume sobre las consecuencias que puede tener el movimiento de los socialistas con el aeropuerto.

Aun así, también expone que, si a cambio de la ampliación, los socialistas son capaces de dar alguna contrapartida como, por ejemplo, el «control real en Cataluña» del aeropuerto, ERC «podría ponerse a favor y Junts también». Sin embargo, se muestra pesimista sobre esta posibilidad y duda que acabe sucediendo.

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, saludando a la presidenta de los Comuns en el Parlament, Jéssica Albiach / ACN

Paneque, por su parte, vuelve a hacer referencia a la reflexión de antes y advierte que «hay muchos elementos» en juego. «Si ya es difícil romper pactos cuando hay una legislatura en juego, imagina cuando hay dos y, además, están interrelacionadas. Indudablemente, lo que hagas aquí tendrá un eco en la Moncloa y te puede generar una serie de conflictos. Aunque observa que la movilización ciudadana «puede desestabilizar» esta situación porque «si los movimientos ecologistas se movilizan, eso provocará que los partidos puedan justificar cambios de posicionamiento por factores externos.

La otra patata caliente de la legislatura: el Hard Rock

Por otro lado, el Gobierno tiene, de momento, otra patata caliente aparcada: el Hard Rock. De momento, en esta legislatura, y con el voto en bloque de las izquierdas, se han tumbado los beneficios fiscales del Hard Rock, que reducían del 55% al 10% el tipo impositivo aplicable al juego en grandes casinos. Aun así, los socialistas siempre se han posicionado a favor del proyecto y Rodon no descarta la posibilidad de que el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, apueste en algún momento de la legislatura por la geometría variable y decida acercarse a otros grupos porque, por ejemplo, podría aprobar el Hard Rock con Junts e incluso el PP. «Podría ser que hubiera un cambio de socios», apunta. «Con las consecuencias que tenga, sí. Si se acerca a Junts le estará regalando mucha capacidad de negociación al Estado e incluso puede condicionar los presupuestos de la Generalitat», advierte Palomar, y encuentra que la posibilidad de negociar las cuentas con ERC y Comuns y pasado un tiempo poner el Hard Rock sobre la mesa «comportaría un revés peor que pactar con Vox y PP» porque la tensión se podría trasladar a Madrid, donde los Comuns gobiernan en coalición con el PSOE y ERC tiene acuerdos con los socialistas.

Miquel Iceta entrega a Ernest Urtasun la cartera de ministro de Cultura / ACN

Si hay tensión, se puede trasladar a Madrid

Finalmente, Palomar apunta que la tensión tanto en Cataluña, y de rebote en Madrid «dependerá de cómo se haya hecho» el acuerdo para ampliar el Prat. «Si los socialistas han tirado por la vía rápida y no han dejado margen para que los otros dos partidos tengan influencia puede generar inquietud y problemas en Madrid», donde además a final de semana ha estallado el caso Cerdán, que también tensa a Junts, ya que el hasta ahora secretario de organización del PSOE era su interlocutor. En cambio, Palomar considera que no habrá ningún tipo de tensión «si esto se ha hecho, aunque no se haya dicho, asegurando los ítems indispensables para ERC y Comuns». Sobre esta incógnita, remarca que la queja pública de Urtasun demuestra que los socialistas «no han hablado de la ampliación del aeropuerto con los Comuns, porque, si no, el ministro no abriría la caja de los truenos».

Rodon, en cambio, sostiene que esto no pasará de aquí: «¿Qué harán los Comuns? A veces muestran su hipocresía, porque por el Hard Rock no aprobaron unos presupuestos sabiendo que se iba a elecciones. ¿Esto lo harán ahora?» «Como saben que tienen que entenderse con el PSOE porque no tienen más alternativa, no creo que pase de la retórica», insiste. Y se pregunta: «¿Saldrán del Gobierno por el aeropuerto? No». En cambio, remarca que ERC tiene «una oportunidad para jugar sus cartas» y defiende que «si fueran coordinados con Junts en Madrid podrían llegar a esta transacción de la gestión a cambio de la ampliación». Una coordinación que ve «difícil» por la competencia entre ambos por liderar el movimiento independentista.

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