Un partido «a cuadritos«. Así definía Unió Democràtica de Catalunya Pau Romeva, abuelo del ex consejero de Exteriores y preso político, uno de los fundadores de un partido que en el levantamiento fascista español del 1936 recibió por todos lados. Posiblemente, esta sea una de las mejores definiciones de una formación perseguida, por un lado, por su catalanismo desacomplejado que festejaba con el separatismo y, por otro lado, por sus convicciones cristianas. Una definición que se extrae de un libro necesario para entender la historia de este partido, de Francesc Canosa,
Como muestra de la personalidad de UDC, su líder Manuel Carrasco i Formiguera fue asesinado por los fascistas a Burgos por orden exprés del general Franco, con el aval de una sentencia dictada en uno de los habituales juicios sumarísimos. Carrasco fue capturado por los nacionalistas españoles cuando marchaba de Cataluña al ser perseguido por los anarquistas y los comunistas por su militancia cristiana. El ejemplo más claro de su carácter ecléctico es que Carrasco, como diputado, votó a favor de la ley de Contratos de Cultivo, una decisión en defensa del autogobierno de Cataluña y que fue uno de los ingredientes de los Hechos de Octubre de 1934.
Técnicamente, la historia de Unió se acabó con la disolución de la formación, víctima del giro hacia el independentismo de su socio durante el pujolismo, Convergència Democràtica, y una suspensión de pagos al juzgado mercantil número 4 el marzo del 2017. Un partido de cuadros que había acumulado más de 22 millones de deuda. El partido fue liquidado legalmente y mercantil, pero más de seis años después, su alma de «cuadritos» resucita –como bonos cristianos– en varias formas. En una variedad tan sorprendiendo que sus viejos militantes o dirigentes militan ahora en formaciones contrapuestas, adversarias, enemigas o diametralmente opuestas. En la campaña y las listas para las elecciones del 12 de mayo, UDC revivirá en varias formaciones como por ejemplo el PSC, Junts per Catalunya, ERC y el PP.
Demòcrates: de Junts pel Sí a ERC y después a Junts
La diáspora de los democristianos ya empezó en la primera gran escisión de la formación con la creación de Demòcrates el julio del 2015. Una formación cualificada de

La consulta la perdieron los defensores más desacomplejados de la independencia, pero fue una victoria moral ante el resultado tan igualado que consiguieron. Demòcrates fue la primera formación a hablar abiertamente del RUI, el Referéndum Unilateral de Independencia, que inspiraría el Primero de Octubre. Participó en la lista de Junts pel Sí el 2015 y, a las elecciones del 2017, las del 155, concurrió con ERC, cosa que puso en problemas los republicanos cuando, en los mítines, Castellà defendía la unilateralidad. El acuerdo se partió y Demócratas, después de colaborar con el movimiento Primarias, llegó a un acuerdo con Junts per Catalunya, con quien actualmente tiene dos diputados. En las elecciones avanzadas del 12 de mayo ya han anunciado el apoyo a la candidatura de Carles Puigdemont, con quien han hecho piña a través de un representante permanente al Consell per la República.
Units per Avançar hacia… el PSC
Uno de los puertos más curiosos dónde ha llegado la diáspora de UDC es el PSC. El camino no ha sido fácil. Ramon Espadaler, eterno miembro de la ejecutiva de UDC, portavoz adjunto en el Parlamento de CiU y ex consejero de Interior, intentó salvar el partido y se presentó a la campaña de las elecciones plebiscitarias del 2015. Espadaler dio la cara después del fiasco electoral y mantuvo el despacho a la sede de la calle Nápoles para afrontar la derrota de la histórica formación que competía en edad con ERC. Espadaler intentó mantener el legado de la Fundación Inheca (Instituto de Estudios Humanísticos Miquel Coll y Alentorn) y hacer una bajada de persiana correcta y sin aspavientos. Lo logró. El fondo documental de UDC fue librado al Archivo Nacional de Cataluña.

Aun así, Espadaler impulsó con Albert Batlle y la exdiputada Montse Surroca el partido Units per Avançar. La fórmula, que no tenía grandes ambiciones, ha tenido un éxito notorio. Espadaler ha sido diputado las dos últimas legislaturas a las listas del PSC, primero con Miquel Iceta y después Salvador Isla al frente. Ha destacado, y con diferencia, entre los portavoces de las formaciones a la comisión de Interior en el Parlamento, con permiso de Xavier Pellicer, de la CUP. De hecho, consiguió la reprobación del actual consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, y es el consejero de Interior del gobierno a la sombra de Illa. Acostumbrado a la dialéctica parlamentaria y con la experiencia como consejero de Interior con el gobierno de Artur Mas, Espadaler resiste con robustez y marcando línea dura pero sin caer en la fácil trampa populista.
Espadaler no ha sido el único ejemplo de este tipo de unidad temporal de empresas políticas, se podría decir UTEP. El que fue director general de los Mossos cuando Espadaler era consejero, Albert Batlle, se ha hecho un lugar a la administración municipal en los dos últimos gobiernos del Ayuntamiento de Barcelona, donde se ha ganado el apelativo del «sheriff» del consistorio con una política dura y un punto arriesgada, con iniciativas como el que ha denominado Plan Asea. Alcalde fue uno de los testigos clave para la absolución del mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, en el juicio por rebelión a la Audiencia Nacional por su relación con el Primero de Octubre. Ahora Espadaler renueva el acuerdo con el PSC.
ERC, PDeCAT y PP…
La semilla de UDC no se acaba en Junts y en el PSC. Ni mucho menos. ERC también ha aprovechado grandes nombres de la formación. Por ejemplo, el actual delegado del Gobierno a Madrid, Joan Capdevila, era el eterno crítico de Unión y uno de los miembros destacados de la corriente interna independentista El Matí. Fue diputado en el Congreso, pero en las elecciones del 23 de julio perdió el escaño y Oriol Junqueras lo mantuvo a Madrid como

Los restos de Unión también han ido a parar al PDeCAT antes de su disolución, con Roger Muntañola, como última cabeza de lista a las elecciones en el Congreso. De hecho, Montañola fue uno de los impulsores de Lliures. También hay que añadir la reciente incorporación de Josep Maria Vila de Abadal, exalcalde de Vic, opositor a Duran y Lleida y fundador de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), a Convergents, el partido de Germà Gordó. No se puede olvidar la transición de Enric Millo, hombre fuerte de Unió en Girona, al PP. Todavía tiene firmado un recurso contra los indultos a los presos políticos. En la lista sociopolítica de Unió hay que destacar Fomento del Trabajo: el que fue el eterno jefe de filas de los democristianos a Madrid, Josep Sánchez Llibre, es su presidente y la semana pasada volvía a presentar sus credenciales ante el monarca español, Felipe de Borbón. El alma de los democristianos resucita en varios cuerpos, una mezcla inédita de política, mística y fe.
