El 17 de junio de 2023, el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona era testigo de una alianza política inédita. Un pacto entre el PSC, los Comunes y el PP, un frente antiindependentista para dar la alcaldía al candidato socialista e impedir el paso al ganador de las elecciones, Xavier Trias, que hasta una hora antes del pleno de investidura tenía asumido que gobernaría en minoría con ERC. Aquella alianza, que reunía por primera vez a dos polos opuestos, PP y Comunes, se había gestado en los despachos de Madrid del PSOE y el PP, a pesar de que ya estaban convocadas unas elecciones españolas avanzadas con guerra encarnizada entre los dos grandes partidos de Estado. Una operación de Estado contra el independentismo -que Ada Colau vistió de lucha contra «la Convergència del 3%»-, que, de hecho, había tenido una primera cata con la operación Manuel Valls de 2019. Entonces, Ada Colau repitió como alcaldesa con los votos de Barcelona pel Canvi y del PSC, en una operación dirigida por Jaume Collboni y con la cual el PSC se aseguraba una cuota elevada de poder en el gobierno municipal.
Aquel 2019, el ex primer ministro francés, Jaume Collboni y Ada Colau abrían desde Barcelona la veda a maniobras políticas hasta entonces inéditas. Sin la perversión Valls, Ada Colau habría aceptado sin paliativos la derrota, y cuatro años después, Collboni, tres veces candidato y tres veces derrotado, también habría dejado governar al ganador de las elecciones y se habría ofrecido a Xavier Trias para completar mayorías. Sea como fuere, la operación Collboni fue aritméticamente posible el 28-M en la capital de Cataluña, pero el histórico de resultados electorales en el Parlament de Catalunya desde el año 1980 nunca ha dado lugar a una suma en la que PSC, PP y el entorno ideológico que ahora representan los Comunes (PSUC, IC, ICV, ICV-EUiA, Cataluña Sí que se Puede o Catalunya En comú Podemos) pudieran hacer un frente para desbancar a un candidato soberanista o, posteriormente, independentista.

¿Un frente antiindependentista en el Parlament?
La suma inédita de Comunes y PP por primera vez en el país abre la puerta a nuevas quinielas electorales para el 12-M, en que el candidato del PSC, Salvador Ila, ha salido como favorito en las encuestas. Y justamente, la irrupción en campaña del presidente en el exilio, Carles Puigdemont, como jefe de cartel, podría provocar cambios en la línea estratégica del resto de partidos y en posibles alianzas postelectorales, como sucedió en Barcelona con el retorno del exalcalde Xavier Trias. La campaña acabó polarizada en torno a Colau, sí, Colau, no. Con el precedente de la capital, no se puede ningunear la posibilidad de que el PSC intente repetir la operación Collboni en el otro lado de Sant Jaume para conquistar la presidencia de la Generalitat si el independentismo no revalida la mayoría absoluta del 2021, o no la materializa en un pacto. Una investidura de Salvador Illa con los votos de Comunes y PP -y eventualmente, si Cs consiguiera representación- para gobernar en minoría, como mínimo, para arrancar la legislatura, es un escenario complejo pero no imposible. Ni aritméticamente ni políticamente. En el caso de la operación Collboni, el argumento del PP fue una cuestión de estado, liberar a la ciudad «de separatistas y populistas». Un argumento que, en el supuesto de que Carles Puigdemont o Pere Aragonès pudieran capitalizar una mayoría independentista, sería igualmente válido para un PP que acabara votando al candidato del PSC.

1980: Centristes de Catalunya decanta la balanza
Solo en las elecciones de 1980 se produjo una situación en la cual el PSC habría podido tener la presidencia de la Generalitat a pesar de ser la segunda fuerza del arco parlamentario. Entonces obtuvo 33 escaños, y CDC, 43. Con los 14 de ERC, Jordi Pujol no tenía suficiente. Delante tenía, además de los 33 del PSC, los 25 del PSUC y 2 diputados del Partido Socialista de Andalucía, y los 18 diputados de Centristas de Cataluña-UCD, que decantaron finalmente la balanza para investir al candidato convergente.
Abstenciones del PSC y votos a favor del PP
En el resto de elecciones en el Parlament de Catalunya, el bloque soberanista, y posteriormente independentista, siempre ha tenido mayoría absoluta en escaños, con 3 mayorías absolutas de la CiU de Jordi Pujol (1984, 1988 y 1992), una mayoría simple el 1995, donde el PSC, el PP y ERC se abstuvieron y el candidato de CiU fue investido en segunda vuelta, y en 1999, sexto mandato de Jordi Pujol, esta vez con los 12 diputados del PP después de un acuerdo con el partido que pilotaban desde el Parlament Alberto Fernández Díaz i Rafa Luna. ERC tenía justamente los 12 escaños que necesitaba CiU, pero los republicanos, con Josep-Lluís Carod-Rovira como cabeza de lista, votaron en contra de la investidura del candidato convergente. Además, en aquellas elecciones el PSC de Pasqual Maragall había ganado en votos, pero no en escaños.

Los dos tripartitos: ERC rompe el bloque soberanista
Y si bien aritméticamente el bloque antisoberanista nunca ha sumado mayoría absoluta, en las elecciones de 2003 y de 2006, ERC decidió dar sus votos al candidato del PSC para formar lo que se conoció como gobierno tripartito, sumando también a ICV. En 2003, Pasqual Maragall, con 42 escaños -4 menos que Artur Mas- presidiría la Generalitat, sumando los 23 de ERC y los 9 de ICV. Se rompía así una suma entre CiU y ERC que nunca se ha superado: 74 escaños. El 2006 fue José Montilla quien fue presidente, con 37 escaños ante los 48 del ganador de las elecciones, Artur Mas. Nuevamente, los 21 diputados de ERC se sumaron al PSC y a los 12 de ICV.

El estallido del proceso y retorno del bloque soberanista
En el año 2010 todavía se produce una investidura con otra aritmética que no es la soberanista. La ‘sociovergencia’ en una investidura, y es que Artur Mas es investido en segunda vuelta con 62 escaños, gracias a la abstención de los 28 diputados del PSC. Pero con el voto en contra de los 10 diputados de una ERC castigada electoralmente por los dos tripartitos. Pero la legislatura dura poco, y en 2012 hay nuevas elecciones. Y ahora sí, vuelve el bloque soberanista: Artur Mas es investido presidente ahora con los votos de ERC. Juntos suman 71 escaños por 64 del bloque unionista.
Y es en 2015 cuando CDC y ERC se presentan juntos a las elecciones con la candidatura de Junts pel Sí, a la vez que la CUP también hace el salto a la cámara catalana. Se formaliza el primer gobierno independentista, con 62 escaños y una CUP que los vigila permanentemente y les ha obligado a cambiar de candidato: «Hemos enviado a Mas a la papelera de la historia». El 10 de enero de 2016 es investido presidente Carles Puigdemont, que inicia la legislatura del referéndum.
Solo en diciembre de 2017, con unas elecciones impuestas por el 155, el bloque antiindependentista se acercó mucho a la victoria. Cs, PSC, PP y Comunes ganaron en votos: 2.228.421, ante los 2.079.340 de las tres candidaturas independentistas. Pero en escaños, el bloque independentista consiguió 70 escaños y cerró la puerta al unionismo.
Y se llegó al 2021, con una victoria del PSC en votos pero empatado en escaños con ERC, y Junts por Catalunya en tercera posición. La concurrencia de la CUP permitió materializar la victoria en votos del independentismo -la mayoría del 52%- e investir a Pere Aragonès. Se selló un bipartito con Junts. Pero en octubre de 2022, Junts abandona el gobierno y deja a ERC en minoría. El año pasado, el PSC y los Comunes aprueban las cuentas de ERC y aíslan al exsocio independentista. Pero este 2024, los Comunes han saltado del bloque tripartito de los presupuestos anteriores y han precipitado al Gobierno al 12-M.

Sea como fuere, el histórico electoral se lo pone difícil a Salvador Illa para repetir la operación Collboni, pero también evidencia que los bloques del eje nacional son frágiles. Ha habido presidentes soberanistas investidos con el visto bueno del PSC o del PP, y presidentes socialistas investidos con votos independentistas. Barcelona ha añadido una nueva fórmula que quién sabe si volverá a repetirse.

