Pocas horas antes de que empiece la consulta interna de ERC para avalar el acuerdo que tiene que investir al socialista Salvador Illa como 133.º presidente de la Generalitat, diez números más alto que el presidente mártir Lluís Companys, la dirección no las tiene todas consigo. El aparato ha sacado todos los tótems de la dirección, con la secretaria general al frente, Marta Rovira, para aprovechar hasta los últimos minutos para hacer campaña a favor de Illa con un acuerdo que sobre el papel propone una negociación para un nuevo sistema de financiación, estudiar la creación de las selecciones catalanas o la creación de un cuerpo de funcionarios del departamento de Exteriores.
De hecho, miembros de la dirección y también notorios representantes del junquerismo se han abonado a la defensa del sí y han puesto toda la carne en el asador. Ahora bien, este jueves por la tarde se han vuelto a convocar asambleas territoriales para volver a explicar la ‘buena nueva’ del preacuerdo e intentar convencer a los indecisos. La excusa para volver a convocar las asambleas, ahora por vía telemática, ha sido que mucha gente no pudo asistir a las presenciales. Una señal de que la dirección temía que los que se quedaron en casa apostaban más por la abstención o por el no que por investir a Ila. El guion en las telemáticas se ha repetido con bastantes intervenciones a favor del ‘no’ y otras a favor del sí. Rovira ha aprovechado la ocasión para insistir en que «ERC puede hacer caer a Illa si incumple el acuerdo porque Vox y el PP votarían una moción de censura». Un argumento que ha sorprendido todo el mundo.
Las urnas de ERC abrirán, con un ‘no’ o con un ‘sí’, una nueva etapa en la política catalana y en el partido. De hecho, este jueves Rovira advertía de que si gana el ‘no’ habrá que preparar una comisión electoral de cara unos nuevos comicios, pero añadía que en principio la dirección continuará hasta el congreso del 30 de noviembre. Si sale el ‘sí’, Juventud Republicana decidirá en consejo nacional si rompe la disciplina de voto en el Parlamento, cosa que podría hacer tambalear la investidura, y una detención de Carles Puigdemont podría complicar todavía más la política catalana. Por otro lado, la polarización en el partido es importante porque «muchos de los que habían renegado del PSC ahora lo defienden a muerte», se lamentan algunas fuentes.

La vuelta de Puigdemont
De momento, la biosfera política catalana vive un compás de espera hasta que a las siete de la tarde de este viernes se cierren las urnas telemáticas para empezar a tomar decisiones. El PSC tiene previsto pronunciarse el sábado y Junts per Catalunya prepara el efecto retorno de Carles Puigdemont. Un retorno que inquieta a la dirección de los republicanos hasta el punto que Rovira, en una entrevista en Catalunya Ràdio, ha pedido a Puigdemont que no vuelva, con el argumento que sería derrochar muchos años de lucha política para «dejarse detener». Una respuesta que ha soliviantado varios chats internos con la expresión «el documento es muy bueno, aunque después no lo cumplan, pero con Puigdemont libre, no en la prisión».
En este sentido, el efecto retorno de Puigdemont marca la agenda de manera clara. Fuentes de la dirección actual d’ERC admiten que una detención con un encarcelamiento «
El arresto podría abrir una dimensión desconocida, si el presidente del Parlamento, Josep Rull, suspende el pleno hasta que Puigdemont quede en libertad, con la oposición del PSC y el bloque unionista, que podrían llevar a Rull, de nuevo, ante los tribunales españoles. El reglamento de la cámara no prevé con claridad qué puede pasar en estos casos. Así, incluso los hay que contemplan la posibilidad de que, si Puigdemont continúa detenido hasta el 26 de agosto, se agote el plazo para investir a un nuevo presidente. Además, no se descarta un

«Nervios e incertidumbre»
«Hay muchos nervios e incertidumbre», comenta un miembro del aparato de ERC a El Món. De aquí que el bloque del sí haya salido en tromba a explicar su voto a favor de convertir al líder del PSC en el próximo presidente de la Generalitat. Todo a través de tuits, declaraciones o, incluso artículos, como el del ex consejero Carles Mundó, defendiendo el sí, aplaudido de manera entusiasta por el ex consejero Josep Huguet, que fue uno de los defensores de la «mejor financiación de la historia», de la cual Joan Puigcercós presumió después de la negociación del Estatuto y que resultó un fiasco, con la famosa Disposición Adicional Tercera como paradigma.
El diputado en Madrid Francesc-Marc Álvaro apostaba este jueves por «entrar en el gobierno» de Illa, una opción descartada por Rovira, pero que, a medida que pasan los días, va tomando fuerza. Dando por sentado que una vez superado el congreso de la formación, el nuevo liderazgo podría optar por implicarse en el ejecutivo. De hecho, algunas voces de las asambleas se preguntaban por esta posibilidad ante la observación de que el «preacuerdo más que de investidura parece de gobierno». «Ya puestis, no dejaremos este programa político solo en manos de los socialistas y los Comunes», alertan.
Sea como sea, Rovira ha puesto toda la carne en el asador anunciado como parar la carencia de garantías de cumplimiento del acuerdo. Según Rovira, habría un «plan B» que no ha querido ni detallar, ni concretar, ni esbozar. Un proyecto que exigiría esquivar la carencia de mayorías en el Congreso para aprobar las reformas legales. Es decir, que la solución pasaría por decretos del gobierno español. Una solución que los defensores del ‘no’ cogen con pinzas porque la misma consejera de Hacienda, Natàlia Mas, advertía que hacen falta mínimo cinco años para aplicar el nuevo sistema de recaudación de tributos acordado. Precisamente, dudan de esta capacidad normativa de la Moncloa y, en segundo término, de que Pedro Sánchez sobreviva mucho más tiempo en el ejecutivo español.

Lo ‘no’ se anima
Pero también los defensores del ‘no’ han empezado a desacomplejarse ante la vorágine de la dirección y cargos del Gobierno favorables a la investidura. Así, Marc Puigtió, el simbólico alcalde de Sant Julià de Ramis que llevó la Guardia Civil a la Audiencia Nacional por los destrozos que el instituto armado hizo en su pueblo durante el Primero de Octubre, y el exalcalde de Tarragona Pau Ricomà han elaborado un argumentario a favor del ‘no’ a través de Twitter, además del exportavoz adjunto de ERC en el Parlamento, Jordi Orobitg, o la diputada en el Congreso por Barcelona, Pilar Valluguera.
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— Pau Ricomà 💛 (@pauricoma) August 1, 2024
Vaig dir que no diria el meu vot abans de divendres perquè entenc que és un debat intern que els militants d @Esquerra_ERC no hem d’elevar a públic.
La veritat és que m’he quedat sol i que legítimament ningú ha tingut cap mania en esbombar-lo. pic.twitter.com/nxbFq7cm8k
También ha habido otras más anecdóticas, como la de Abel Peraire, hermano de Isaac Peraire –el hombre del aparato de Rovira y que fue el chófer de la consejera Meritxell Serret en su vuelta semiclandestina del exilio y actual director de la Agencia de Residuos de Cataluña. Abel Peraire ha colgado una foto de su hermano poniendo las vallas del rebaño bajo el sol como castigo porque votará que ‘sí’. También Alfred Bosch, ex consejero y exalcaldable de Barcelona, publicaba un artículo en El Món con que defendía un «no muy asertivo» contra la investidura de Isla. De hecho, muchos militantes mantienen el silencio en las redes sobre su posicionamiento porque «solo ven los del sí». Toda una señal muy interpretable.


