Es 27 de septiembre de 2012. El Madrid capital vive agobiado por la dureza de la crisis económica. No hace ni un año que Mariano Rajoy ha ganado las elecciones y ya se van notando los primeros cambios en la cúpula de la policía. El director adjunto de la Policía (DAO), el máximo mando uniformado, Eugenio Pino –de momento, único condenado por la Operación Cataluña, por el caso del pendrive con datos de los Pujol–, organiza una comida con un referente del Cuerpo Nacional de Policía, Agustín Linares, el hombre que dirigió la policía desde el 1984 hasta el 1997 y mentor del comisario de inteligencia ahora jubilado José Manuel Villarejo, que precisamente es el tercer invitado. La secretaria de Pino, Charo, ha hecho la reserva
La comida se celebra dos semanas después de la primera Fiesta del Once de Septiembre con una manifestación independentista masiva, convocada por la Asamblea Nacional Catalana. Y, sobre todo, con el escenario de fondo de la reunión fallida entre el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el presidente español, Mariano Rajoy. Los tres conversan a “
A partir de esta comida, empiezan los informes y los encuentros para vertebrar la lucha clandestina del Estado contra el Proceso. Quedan para volver a comer entre el 8 y el 15 de octubre. Finalmente, será el 10 de octubre, y será en esta comida que Pino le encargará formalmente presionar a CiU. Y, el 26 de octubre, Maria Dolores de Cospedal informará a Villarejo de que le ha concertado una cita con Alícia Sánchez Camacho. Se producirá el seis de noviembre, cuando empezarán las investigaciones.

El problema: “Pujol, Mas y compañía”
Pino llega tarde a la comida porque tiene que gestionar la detención de los encausados por las cargas de

En la conversación, Pino deja claro que no se investigará el caso Interligare

“Ahora que tenía a los Colina y CDC trincados por los huevos”
La conversación avanza y los tres lamentan que Fernández Díaz haya decidido nombrar al comisario José Luis Olivera como nuevo director del Centro de Inteligencia y relevarlo de la jefatura de la temida Unidad de Delitos Económicos y Financieros (UDEF). Tanto Villarejo como Pino y Linares lamentan el relevo porque era Olivo, alias
Pino divisa un «golpe de estado» y muestra su desazón por ver cómo se puede resolver el problema de Cataluña, que apenas acaba de empezar. Incluso divisa que a los catalanes les darán «incluso el oro de Moscú». Una posibilidad que pone los pelos de punta a los policías. Pino continúa expresando su opinión haciendo un repaso histórico con el Conde Duque de Olivares. Se queja que a los catalanes les puedan dar lo mismo que a los vascos, ya que empresas como el BBVA o Iberdrola pagan el IVA en Euskadi y tienen el negocio en Cataluña. Los tres están convencidos de que el independentismo ganaría un referéndum, a pesar de que no les daría el dinero que creen que España se lleva.

Lo que quieren los políticos catalanes, según Villarejo y compañía
Linares enfatiza que los catalanes «no tienen ni puta idea de gestionar». Pino recuerda que Cataluña tiene una deuda de 140.000 mil millones. Villarejo hace referencia al reparto del poder de unas familias determinadas, según ellos. Linares y Villarejo conversan sobre el café para todo el mundo. Ponen el ejemplo del «loco de Ibarretxe», a quien echaron. Lo que quieren los políticos catalanes, según su tesis, es quedar «impunes» por el caso Palau y otros casos, como los de las ITV. Pino califica de «tremendo» el caso Palau y las cuentas en Andorra donde creen que hay el dinero de la corrupción. Los tres lamentan que el comisario en jefe de la Policía Judicial, de donde cuelga la UDEF, Enrique Rodríguez Ulla, que tildan «de imbécil», no les haga caso. Seis meses después será destituido.
La comida entra en otra dinámica. Empiezan también a planear la operación Kitchen para controlar a Luis Bárcenas. Los tres quedan para otra reunión entre el 8 y el 15 de octubre para acabar de ponerse manos a la obra. Charo se encargará de los detalles. El día 10 de octubre, y siguiendo la agenda de Villarejo, Pino ya le ha encargado que profundice en «el asunto de CiU» y lo filtre a la prensa. El 26 de octubre, Villarejo acuerda con Dolores de Cospedal la reunión con Alícia Sánchez Camacho en el Hotel USA. Finalmente, se pospone unos días y se acabará haciendo en casa el exlíder del PPC, donde elaboran los dos una lista negra. Por cierto, la comida la paga Pino con tarjeta. Continuará.

