El emérito español se hace mayor. Juan Carlos de Borbón tiene ochenta y siete años y sus últimas apariciones públicas evidencian el deterioro físico que ha sufrido, sobre todo desde que dejó el país para irse a vivir a Abu Dabi. Este fin de semana, durante una de sus visitas rutinarias a Sanxenxo, las cámaras captaron un episodio «crítico» del padre de Felipe VI.
La movilidad de Juan Carlos I pone en alerta a la familia real española
No es la primera vez que la salud del Borbón emérito pone en alerta a la casa real española. Es evidente que ya tiene una edad, y desde hace unos años ha pasado varias veces por quirófano: una prótesis de rodilla, la rotura del tendón de Aquiles, una prótesis de cadera después de su polémica salida de caza en Botsuana, intervenciones cardíacas… Su historial médico es largo y en los últimos años esto se ha reflejado en su estado físico.
Según informa Monarquía Confidencial, la última visita de Juan Carlos a Sanxenxo demuestra estos hechos. «Insistió en caminar sin ayuda a pesar del intenso dolor en la pierna izquierda -casi inmovilizada-, rechazando el uso de la silla de ruedas. Su testarudez casi provoca una caída pública, descrita por testigos como ‘humillante y dolorosa'», exponen desde el citado medio.

La negativa a aceptar la realidad
Parece que el padre de Felipe VI se niega a aceptar la realidad y finge estar bien, a pesar de que los años pasen y se acerque casi a los noventa. Según el medio, Juan Carlos «no puede dar un solo paso sin asistencia». Depende de una silla de ruedas y en la mayoría de los casos, escoltas que lo guían en desplazamientos cortos, además de su inseparable bastón, como se le ha visto más de una vez. Ahora bien, su testarudez lo aleja de la realidad porque «se niega a aceptar su dependencia», llevándolo a situaciones como las que ha vivido en Sanxenxo.

Sumados a los problemas físicos, el Emérito debe enfrentar la demanda presentada contra Miguel Ángel Revilla en un acto de rebeldía para intentar limpiar su nombre, acusándolo de proferir «expresiones injuriosas» en varios programas de televisión. Por ahora, el emérito y la casa real guardan el hermetismo habitual, ante una realidad tan abrumadora como es el paso del tiempo.